La geometría del caos
La geopolítica, como se sabe, es la disciplina que ayuda a entender las relaciones de poder entre los Estados y la incidencia de esas relaciones en la configuración del orden global. Aunque siempre existió este enfoque analítico, nunca se había observado una interconexión tan acentuada entre la política, la economía y la geografía como en el actual desconcierto o desorden mundial. Analistas hay que vaticinan una gran transformación de similar naturaleza a la originada a principios de los años cuarenta del siglo pasado, auspiciada por las continuas revoluciones industriales, que desembocó, como también es sabido, en la II Guerra Mundial.
[–>[–>[–>[–>Al margen de predicciones o augurios más o menos atinados o alarmistas, lo que importa resaltar es que las situaciones caóticas no suelen responder, como aparenta, a circunstancias azarosas, sino que las causas del caos reinante descansan en trazos explicativos perfectamente definidos, como las líneas que componen una figura geométrica poligonal. Me atreveré con el señalamiento de un triángulo, aunque bien podría dibujarse un cuadrilátero o un pentágono si a los tres vectores que señalo, relacionados con la política, la geografía y la economía, se añadiesen la llamada crisis climática o el impacto de las nuevas tecnologías de comunicación (virtualmente), de manipulación y vigilancia (realmente).
[–>Uno. La desafección de la política, o sea, la pérdida de la confianza ciudadana en las instituciones, en el sistema económico, en la democracia, en suma, ocasiona un progresivo deterioro de esta última al crecer la fuerza de una derecha autoritaria, portadora de recetas antidemocráticas. Algunas estimaciones calculan que el 72% de la población mundial vive en países no reconocidos como democráticos por las instancias medidoras acreditadas.
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Dos. Con el aumento de conflictos bélicos donde se violan sistemáticamente los principios y normas -incluso los operantes en las guerras- se genera un clima de total impunidad y, como consecuencia, el descrédito galopante de los organismos internacionales de mediación (Gaza como paradigma). Sin darnos cuenta, por mencionar otro de los focos más trágicos, la guerra de Ucrania va camino de durar tanto o más que la Guerra Civil española.
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Tres. La explotación, dominio y uso de las materias primas como fuente de confrontación es una justificación recurrente, de arraigo histórico, que se ve azuzada por la aparición reciente de un proteccionismo de nuevo cuño y la ruptura de las cadenas de abastecimiento; lo que convierte a muchos países desarrollados en naciones frágiles y viceversa. Panorama al que debe añadirse el papel protagonista (turbador para Occidente) al que aspira China como nueva potencia destacada en los escenarios económicos y políticos más relevantes.
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Dibujado queda un posible triángulo aclarador del caos.
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