La hora de las mujeres en la diplomacia
«Que nunca haya habido una mujer en Naciones Unidas como secretaria general llama la atención». Con estas palabras, la candidata al cargo norteamericana Rebeca Grynspan reflexionaba en EL PERIÓDICO ante esta anomalía que hace que 80 años de esta alta institución hayan sido inaccesibles para las mujeres pese a ser la mitad de la sociedad.
[–>[–>[–>La alta política y la diplomacia siguen resistiéndose a una representación más equitativa, y no porque falten mujeres aspirantes: cada vez más formadas, en una cultura más y más preparada para la equidad, el salto final a los cuadros donde se administra el poder de verdad se sigue escurriendo entre los dedos.
[–> [–>[–>¿Cambiaría algo la escalada bélica en la que nos encontramos? ¿Se resolverían antes y de manera más justa los conflictos? No existe ciencia ni bola de cristal para responder a estas preguntas, pero las distintas perspectivas ante los problemas generan siempre oportunidades para desatascar situaciones, y la mirada de mujer, desde luego, no ha entrado con toda la fuerza necesaria en los escenarios clave de la diplomacia para valorarsu efecto. Ursula von der Leyen o Kaja Kallas son, desde sus atalayas, excepciones a una regla no escrita, y el techo de cristal que rompieron mujeres en gobiernos como Jacinda Ardern, Sanna Marin o Nicola Sturgeon se quedó estancado: ahora son otras mujeres quienes lideran otros países, como Giorgia Meloni (Italia), Sanae Takaichi (Japón) Claudia Sheinbaum ( México) o Mette Frederiksen (Dinamarca) pero la proporción no mejora: Apenas el 13% de los gobiernos están en manos de mujeres.
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No estaría de más pensar en esta desigualdad cuando buscamos fórmulas para lidiar con la compleja geoestrategia de estos tiempos, y no solo pensar. El impulso y promoción de mujeres talentosas debería ser una obligación moral de la alta política si quiere cumplir sus objetivos. Las mujeres que entrevistamos en EL PERIÓDICO en una serie especial que destapa esta realidad incómoda en la cumbre del poder dan prueba del camino que hay por recorrer y que sí, merece la apuesta.
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