Salud

La meditación apaga la estructura del cerebro donde están tus miedos y tus preocupaciones

La meditación apaga la estructura del cerebro donde están tus miedos y tus preocupaciones
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  • Publishedenero 8, 2025

Pionero de consciencia En nuestro país, la trayectoria de este bióloga y doctora en psicología es un ejemplo sorprendente de capacidad de ser humano a despierta y reinventate. Quince años después de su primer libro Con gestión propia, que ya ha pasado por más de treinta ediciones, publicadas una nueva versiónactualizado y ampliado, bajo el título bendito estrés (Ed. Plataforma actual).

Andrés Martín Asuero, de cuyo MBSR fui alumno –Mindfulness basado en la reducción del estrés–, nos concede una entrevista para repasar su recorrido y profundizar en esta disciplina que beneficia a millones de personas.

Del mundo de los peces al budismo

En tu familia ha habido médicos, seguiste el camino de la ciencia. ¿Cuándo comenzó tu interés por la espiritualidad?
Mi madre fue discípula de Antonio Blay. Fui a sus talleres y tenía en casa libros de este pionero del crecimiento personal. Recuerdo cuando era muy joven hablando con él sobre estos temas. Por otro lado, mi bisabuelo tenía libros de yoga ya en la década de 1910.

¿Qué te hizo elegir la biología a la hora de elegir carrera?
Fue mi pasión desde que era niña. Crecí en una villa del País Vasco con jardín, donde cultivé la pasión por la naturaleza y los animales. Cuando entré en la universidad, las principales carreras profesionales eran la docencia o la investigación, y ninguna de las dos me interesaba. Mi padre había trabajado en la piscicultura, así que comencé a estudiar peces por mi cuenta. Durante el tercer año de la carrera, junto con mi profesor de microbiología, creé una vacuna para peces que fue la primera patentada en España.

Y terminaste en la industria de alimentos para peces…
Sí, antes de terminar mis estudios tenía un contrato como director técnico de una empresa multinacional del sector. Al cabo de cinco o seis años ya era director ejecutivo de la empresa, que incluso pagó mi MBA. Viajaba cien días al año y siempre estaba abrumado. A esto se sumaba el hecho de que tenía dos hijos pequeños y mi matrimonio era una fuente constante de estrés más que de apoyo. Estaba muy delgada, tenía dolores de espalda y problemas digestivos. En medio de esta situación, busqué refugio en el budismo.

Una salida y un cambio de vida.

¿Cómo entró en contacto con el budismo?
Gracias a un libro y a una amiga que me llevó a un dojo de meditación Zen, aunque en ese momento no entendía nada al respecto. Entonces mi madre me puso en contacto con un lama de Barcelona, ​​Borja de Arquer, que había hecho dos retiros de tres años y era profesor de meditación. Me aceptó como estudiante e hice un retiro de siete días con él, y fue entonces cuando me enamoré del budismo. Era 1992, año de los Juegos Olímpicos, y hasta 2004 compaginé mi trabajo con el budismo y la meditación, luego dejé mi trabajo.

¿Cuál fue el detonante que le empujó a abandonar su carrera ejecutiva?
Había un desencadenante interno y un desencadenante externo. La primera fue que mi industria se había vuelto tan mecanizada que el pescado se había convertido en una mercancía. Estaba en contra de mi práctica budista contribuir a la explotación de animales, lo que generaba en mí rechazo interno. A esto se suma un enfrentamiento que tuve con el jefe de mi empresa, quien decidió presionar el botón de expulsión y me despidieron. Me pagaban generosamente y tenía dinero para la transición, pero no sabía qué hacer. No podía aceptar lo que me estaba pasando.

Finalmente fui a la India e hice un retiro con Goenka, el fundador de Vipassana. Durante este viaje contraje una enfermedad que me hizo temer por mi vida.



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