La oportunidad de asumir la propia defensa

Los aviones A400 del ejército aéreo y espacial que han despegado con ayuda humanitaria para Gaza desde la base aérea de Zaragoza. / Ministerio de Asuntos Exteriores
Ante el crecimiento de la percepción de amenaza como consecuencia de la guerra de Ucrania y tras la decisión de Donald Trump de desentenderse de la defensa europea en el marco de la OTAN, la Comisión Europea ha apostado por asumir la necesidad de la autodefensa reforzando la autonomía militar de la Unión a través del plan Rearmar Europa. Este ambicioso proyecto pretende movilizar 800.000 millones de euros, 650.000 de los cuales han de procederde los presupuestos nacionales, que se van a beneficiar de la relajación de las reglas fiscales y que han de permitir el incremento del gasto en defensa en un 1,5% del PIB sin que ello compute como déficit excesivo, y 150.000 millones a través del instrumento financiero SAFE (Acción por la Seguridad de Europa) que ha de proporcionar préstamos para compras conjuntas de armamento y proyectos multinacionales en el ámbito de la defensa aérea, ciberseguridad, drones y movilidad militar. Se trata de priorizar la producción de armamento dentro de la Unión Europea y de reducir la dependencia exterior, en especial, de Estados Unidos. En ese contexto en el que converge también la idea de potenciar la reindustrialización, cada vez más necesaria como está poniendo de manifiesto la crisis de los aranceles, la asunción de la propia defensa ha de ser vista como una oportunidad para reforzar los sectores tradicionales pero también para hacer una apuesta por la innovación.
En España, existe una industria de defensa vinculada a su pasado histórico muy concentrada territorialmente en diversos corredores –el del Norte que va de Ferrol a Zaragoza, el del Sur, entre Huelva y Jaén, el Centro-Mediterráneo que abarca de Cartagena a Segovia y el de la Plata de Asturias a Sevilla– asociados todos ellos a los sectores más tradicionales de esta industria como son la producción de armas de fuego, de munición, de vehículos de combate o de barcos. Madrid, por su parte, acumula la mitad del gasto militar relacionado con el rearme con diversas empresas tanto en los ámbitos más tradicionales como los más punteros y este tipo de actividad, que incluye la seguridad, la defensa y la aeronáutica, supone el 54,86% del PIB industrial regional y emplea a cerca de 85.000 personas. Unos datos, sin embargo,que contrastan con los de Catalunya, un territorio con escasa tradición de la industria vinculada a la defensa y donde este sector apenas aporta el 4,2% del PIB industrial de la comunidad autónoma. No obstante y a pesar de las reticencias existentes en Catalunya hacia este tipo de industria, como evidencian por ejemplo, las recientes declaraciones del consejero delegado de CriteriaCaixa, Ángel Simón, abriendo la posibilidad de invertir en empresas relacionadas con el sector de la defensa, que no sean estrictamente armamento, como puede ser entre otros, el ámbito de la ciberseguridad. Tanto por tradición industrial como por factores culturales Catalunya no puede competir con la industria de defensa clásica arraigada en otros territorios pero sí la puede complementar, aprovechando el creciente flujo de fondos públicos y privados, a través de la innovación y del desarrollo de nuevas tecnologías por medio proyectos de doble uso civil-militar vinculados a sectores punteros como la ciberdefensa o la guerra electrónica, desarrollando componentes electrónicos de armas, satélites o drones e incluso para el sector aeroespacial. Pero para ello cabe esperar el apoyo y la complicidad de un sector público comprometido con la necesidad de contribuir a la autodefensa.
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