la OTAN percibe una amenaza rusa redoblada para después de la guerra de Ucrania
Sobre las mesas de los analistas de inteligencia, fotos de satélite de nuevas instalaciones militares rusas en la frontera con Finlandia, informes de bombardeos de Ucrania con el número de aparatos detectados que no deja de crecer y estadísticas de la fabricación de armamento impulsada por el Kremlin. Son indicios que sustentan y modelan en Occidente una nueva definición de la amenaza rusa. La sustentan sus drones Geran3, sus millones de proyectiles de artillería y sus misiles hipersónicos Iskander.
Dos cumbres históricas de la OTAN están marcadas por dos formas de concebir a Rusia como peligro. En Madrid-2022 fue una dolorosa constatación, y en La Haya-2025 será una inquietante previsión, ante la acelerada producción -más misiles, más drones, más munición- en el rearme de Rusia.
En junio de 2022, Occidente había comprobado cómo se hizo real el agonístico designio imperial del gobierno Putin con la masiva irrupción acorazda en Ucrania, y la OTAN se reunía en Madrid con una parte de Europa invadida militarmente por el Kremlin. Ahora, los aliados se sientan en La Haya considerando no lo que Rusia hace en la guerra actual, sino calculando lo que hará después.
Reina sobre la cumbre de esta semana una percepción de cuenta atrás. Los analistas que asesoran a los jefes de Gobierno de la Alianza Atlántica han reducido el plazo que prevén para que Moscú esté en condiciones de abrir otro frente en Europa, esta vez atacando territorio OTAN. Antes calculaban para esa amenaza cinco años tras un alto el fuego en Ucrania si Rusia no salía derrotada. “Ahora hay un grupo cada vez menos minoritario de analistas que considera que a Putin le bastarán tres años”, explica un directivo de la Alianza con despacho en Bruselas.
Más munición
El cálculo occidental se basa en la acreditada capacidad de producción fabril de una economía rusa orientada a la guerra, esa economía a la que Úrsula Von der Leyen -hoy presidenta de la Comisión Europea- advirtió en 2022 y 2023 que iba a sufrir “un golpe devastador” por las sanciones occidentales, pero que no parece acusar el golpe.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, viene repitiendo desde hace meses que Rusia produce en tres meses más munición que la que todos los aliados miembros de la OTAN son capaces de fabricar en un año. Y esa es una preocupación que marcan esta cumbre.
La última advertencia verbalizada por Rutte sonó en la Chatham House de Londres en estos términos. “Rusia está reconstituyendo sus fuerzas con tecnología china y produciendo más armas a un rtimo más rápido del que pensábamos”, añadió a los periodista el pasado 9 de junio.
Las bases para tan frenética fabricación de proyectiles de artillería se pusieron antes, a finales de 2023 y de cara a 2024. Organismos poco sospechosos de dependencia otanista, como el SIPRI (Stockholm International Pieace Research Institute) acreditó el impulso presupuestario de Rusia: el equivalente a 140.000 millones de euros tras un incremento del 29%, para alcanzar el 7,1% del PIB dedicado a defensa.
Vladimir Putin llega a una receta en el Kremlin para graduados de academias militares. / Alexander Kazakov Pool Sputnik
No solo se trata de munición de artillería. El complejo industrial Kalashnikov -según el Instituto de Estudios sobre la Guerra ISW– ha comenzado una fabriaciòn intensiva de munición de fusiles de asalto adaptada a calibres OTAN. Se haría en número mayor del que puedan absorber las operaciones militares rusas actuales en Ucrania.
Más drones
La alcaldía de Odesa, principal puerto que le queda a Ucrania, cuenta ya una media propia de bombardeos de saturación: 100 drones y municiones merodeadoras por noche en la pasada primavera.
La Fuerza Aérea de Ucrania registró el pasado 6 de junio el récord en un bombardeo ruso en esta guerra: 479 drones y 20 misiles en la misma noche. En el lapso nocturno de aquella jornada, las defensas ucranianas tuvieron que hacer frente por todo el país a 71 robots explosivos o cohetes por hora, mas de uno por minuto.
Con drones de gran potencia y autonomía, Ucrania ha logrado en esta fase de la guerra alcanzar objetivos en profundidad en territorio ruso, y Rusia, por su parte, consigue victorias presupuestarias: satura las defensas antiaéreas ucranianas enviando drones más baratos que los misiles que Ucrania debe emplear para neutralizarlos.
Evacuación de un ataque de drones herido en un edificio de viviendas en Kyiv. / Svet Jacqueline Europa Press
Por eso una materia de discusión técnica en el seno de la OTAN es cómo impulsar una red de defensa de energía dirigida -o sea, rayos láser– que permita reequilibrar la balanza de gasto. Entre tanto, Ucrania se esfuerza en localizar y atacar bases de lanzamiento en Crimea (Chauda), Milerovo, Primorsko-Akhtarsk (Krasnodar), Kursk y Briansk, y romper líneas de suministro tecnológico chino a Rusia -en particular a las factorías de la firma rusa Kaluga y del complejo IEMZ Kupol- para los sistemas de guía de estos drones.
Numerosos informes manejados en los estados mayores de la Alianza Atlántica llevan año y medio hablando de “producción masiva” de drones Geran3, el robot bomba capaz de volvar 2.500 kilómetros, creado sobre la base del Shaheed iraní, y con transferencia tecnológica de Teherán a Moscú.
En la OTAN, según las fuentes mencionadas, conocen casos de adición de bolas de tungsteno que incrementan el castigo de los Geran; uno de los objetivos de tan persistentes bombardeos -en marzo Rusia alcanzó la capacidad de lanzar 1.000 de estos drones a la semana, según la Fuerza Aérea de Ucrania- es minar la moral de la población.
Dada la importancia de su guerra robótica, el Kremlin ha decidido crear una rama separada en su ejército, La Fuerza de Sistemas No Tripulados, con personalidad y escala propias, y que estaría recibiendo también drones Garpiya 3 de fabricación china.
Más misiles y carros
“Se espera que la base industrial rusa de defensa fabrique 1.500 tanques, 3.000 vehículos blindados y 200 misiles Iskander solo este año”, dijo Rutte en Londres el 9 de junio.
A la primera cifra fuentes militares españolas le ponen reparos. No se trataría de carros de combate nuevos en su totalidad, sino de “muchos carros recuperados y reacondicionados”.
Pero la cifra, en cualquier caso, tiene magnitudes inaplicables a la realidad española: el programa del blindado de combate 8X8 Dragón, esencial para el Ejército de Tierra, tras años de retraso prevé en su totalidad un millar de esos vehículos sine die, 348 en una primera fase… de los que hasta el momento solo se han entregado 11.
Tubo con Iskander M Missile en una exposición en Moscú en 2019. / Sergei Chirikov EFE
De la afirmación que hace Rutte, lo más afilado es la alusión a los Iskander. Esos cohetes alcanzan velocidades hipersónicas (seis veces la del sonido) y han sido innovados con capacidad evasiva: pueden cambiar de trayectoria para eludir a los misiles Patriot y también combinar la elipse de los cohetes balísticos con el vuelo horizontal de otro tipo de municiones voladoras.
El Iskander es un misil balístico ruso apto para bombardeos nucleares con ojivas de 50 kilotones, y en guerra convencional es especialmente preciso: solo siete metros de radio de error en el impacto, lo que le hace especialmente indicado para golpes a objetivos militares concretos a 2.000 kilómetros.
La inteligencia ucraniana ha alertado a la OTAN de que Rusia ha pasado a fabricar 60 de estos misiles al mes en 2025, tres veces más de lo que lo hacía ell año pasado.
El arsenal acumulado rebasaría las necesidades rusas en Ucrania, acumulando para escenarios posteriores a esa guerra. Mark Rutte tiene advertido: “Rusia podría estar lista para utilizar la fuerza militar contra la OTAN dentro de cinco años. No nos engañemos: ahora todos estamos en el flanco oriental”.
Qué es «flanco oriental» es otra cosa. La pasada semana, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, desveló que 20.000 misiles antimisil que iba a recibir Ucrania por acuerdo suscrito con Joe Biden han sido desviados por su sucesor, Donald Trump, s la protección de unidades de EE.UU. en el teatro de Irán e Israel.
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