La pérdida de la mayoría parlamentaria y el auge de la extrema derecha abocan a Japón a la inestabilidad
Japón ha amanecido hoy con el primer ministro contra las cuerdas y algo parecido a la extrema derecha populista europea en su paisaje político. Las elecciones a la cámara alta han confirmado el previsible castigo a la coalición conservadora y ponen en peligro a su líder, Shigeru Ishiba, cuando sobre el país pende la amenaza de los aranceles estadounidenses si no arranca un acuerdo con Washington en la próxima semana y media.
El Partido Democrático Liberal (LPD) y su socio, el budista Komeito, necesitaban 50 escaños para añadirlos a los 75 actuales para asegurar la mayoría en el Parlamento o Dieta, renovado en mitades cada tres años. Se han quedado en 47, apenas uno por encima del peor resultado desde que la coalición se formara casi tres décadas atrás. Su retroceso no ha engordado a los progresistas sino a la extrema derecha. Dos formaciones relativamente nuevas, el Partido Democrático del Pueblo (PDP) y Sanseito, fueron las triunfadoras de la jornada. La primera dobló su presencia tras ganar 13 escaños y la segunda pasó de dos a 15.
A Ishiba le costará mantenerse en la silla después de perder en unos meses la mayoría en ambas cámaras. No le había ocurrido a su partido desde que naciera en 1955. Está acostumbrado el LPD a la hegemonía incontestada, siempre en el Gobierno desde la Segunda Guerra Mundial a excepción de un breve mandato progresista a principios de milenio, y los fracasos no les salen gratis a sus líderes. Los tres últimos primeros ministros que perdieron el mando en la cámara alta dimitieron en menos de dos meses pero Ishiba descartó ayer su salida voluntaria a pesar de unos «resultados duros» que asumió con «solemnidad y humildad». «Estamos involucrados en unas negociaciones extremadamente críticas sobre aranceles con Estados Unidos y no podemos arruinarlas. Es natural que dediquemos todas nuestras energías a conseguir nuestros intereses nacionales», ha avanzado a una televisión tokiota. No hay progresos en un asunto que preveía Tokio de pronta resolución por su férrea alianza con Washington. Los aranceles del 25 % que entrarán vigor el 1 de julio si no hay acuerdo son potencialmente devastadores para una economía tan exportadora como la japonesa.
Regeneración fallida
Ishiba venció el pasado año en las primarias contra todos los pronósticos con un discurso regenerador en un partido alicaído por los escándalos, tan respetado por las bases como denostado por sus colegas. Convocó elecciones anticipadas, seguro de que un mes le sobraría para solidificar su figura y convencer al electorado de los nuevos tiempos, pero ocurrió lo contrario. Este nuevo revés abre de nuevo la carrera hacia el liderazgo del LPD. La terna incluye a Sanae Takaichi, segundo en las primarias, al exministro Takayuki Kobayashi y a Shinjiro Koizumi, hijo del primer ministro Junichiro Koizumi. En Ishiba, lo más progresista que cabe en el LPD, percibe su electorado la falta de entusiasmo nacionalista de Shinzo Abe, el último gran referente.
«Parece que el público ha creído que el Gobierno ha fallado en su respuesta a varios asuntos, incluido la subida de precios. De todas formas, bajo estas difíciles circunstancias, será complicado para cualquiera, da igual quién sea el primer ministro, revertir la situación», ha afirmado Yu Uchiyama, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Tokyo, al diario Japan Times.
La inflación y los extranjeros han marcado la campaña electoral, y en ambas ha sido acusado el Gobierno de tibio. Se ha opuesto a rebajar los impuestos al consumo frente a la escalada de precios, especialmente en el arroz, que castiga a una población con sueldos congelados. Y la ansiedad que provocan los extranjeros en una sociedad tan homogénea y orgullosa de sus mismidad ha sido un caladero de votos para la extrema derecha. Japón apenas contó con un 3% de nacimientos de extranjeros el pasado año, un porcentaje ridículo comparado con Europa o Estados Unidos, pero la percepción está distorsionada por la ola de turistas que ha estimulado la caída del yen. Esa presencia foránea, razonan las formaciones populistas, amenaza la estabilidad social.
Sanseito resume el cuadro. Surgió en Youtube durante la pandemia con un discurso antivacunas y conspiranoico que pronto derivó hacia denuncias contra la inmigración por una presunta «invasión silenciosa». También su lema, ‘Japón lo primero’, lo emparenta con Donald Trump. Su tránsito del nicho de internet a las instituciones políticas no sólo promete tensiones internas sino externas por su revisionismo histórico. Son seguras las protestas desde Corea del Sur y China si desde el Parlamento se escuchan los blanqueamientos de las atrocidades del imperialismo nipón que hasta ahora sólo salían de los arcenes sociales.
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