La revolución neurotecnológica ya nos permite vivir en un mundo de «ciencia ficción»
Desde traducir pensamientos en palabras hasta permitir que personas paralizadas caminen, el campo de la neurotecnología ha avanzado notablemente en los últimos años: algunos expertos sostienen que ya nos está permitiendo acceder a un mundo de ciencia ficción en la realidad cotidiana.
[–>[–>[–>Films y novelas de ciencia ficción imaginaron un escenario en el cual podíamos comunicarnos con máquinas mediante el pensamiento o incluso ampliar nuestras capacidades cognitivas de forma artificial. En los últimos años, avances en implantes cerebrales y dispositivos para la médula espinal han traducido pensamientos en palabras casi de inmediato y han permitido a pacientes con parálisis recuperar control sobre su cuerpo, según estudios recientes. ¿Es la neurotecnología esa llave para transformar en realidad algo que parecía lejano e inaccesible?
[–> [–>[–>De acuerdo a un artículo publicado en Tech Xplore, que reproduce información de la agencia AFP, no solo hemos llegado a vivir en la realidad lo imaginado por la ciencia ficción, sino que además la neurotecnología podría ser el eje de una revolución aún más profunda de la protagonizada actualmente por la Inteligencia Artificial (IA).
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Un amplio y rápido desarrollo
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Los desarrollos combinan una mejor comprensión del cerebro, la miniaturización del hardware y algoritmos de IA capaces de interpretar señales neuronales. En junio pasado, un implante cerebral desarrollado en California logró traducir los pensamientos de un paciente con ELA en palabras con una latencia extremadamente baja. Al mismo tiempo, equipos suizos han implantado electrodos en la médula espinal que devolvieron a varias personas la capacidad de caminar.
[–>[–>[–>Un punto clave es que los sistemas requieren cada vez menos entrenamiento: un proceso que antes necesitaba miles de horas para permitir el desarrollo de unas pocas palabras ahora puede lograrse en un par de horas, según los científicos. Al mismo tiempo, muchas compañías han inyectado decenas de miles de millones de euros y dólares en investigación, acelerando el paso desde el laboratorio a ensayos humanos. Entre ellas, Neuralink afirma haber implantado su chip en una docena de personas, un dato que ha alimentado tanto expectativas como escepticismo entre especialistas.
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«La gente no se da cuenta que ya vivimos una realidad de «ciencia ficción». El público en general no es consciente de aquello que ya existe y que ya está cambiando vidas«, afirmó en el artículo la investigadora del King’s College de Londres, Anne Vanhoestenberghe.
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[–>El problema ético
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Sin embargo, frente a estos avances crecen las alarmas sobre privacidad y control. Algunos expertos advierten que los datos cerebrales podrían terminar en manos de empresas que interpreten estados mentales para tomar decisiones laborales o comerciales. Como respuesta, la UNESCO aprobó recientemente recomendaciones para que los países regulen el uso y protección de la neurotecnología: además, algunos estados ya han adoptado leyes que protegen los llamados «datos cerebrales». Estas medidas buscan crear un marco mínimo de garantías, en un campo que evoluciona con una increíble rapidez.
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Además, el carácter invasivo de muchos procedimientos, su alto coste y la concentración de capacidades en pocos centros de investigación plantean un problema de equidad global. Y aunque el objetivo inmediato de la mayoría de los investigadores es terapéutico, la posibilidad de aplicaciones no médicas, como mejoras cognitivas, interfaces con IA o uso comercial, requieren un debate profundo con urgencia.
[–>[–>[–>En concreto, la revolución neurotecnológica ha dejado de ser una promesa lejana: ya está transformando vidas y, al mismo tiempo, desafiando marcos éticos, legales y sociales. ¿Podrá encontrarse esta vez la armonía necesaria entre desarrollo científico y tecnológico, aplicaciones comerciales y un uso ético y equitativo de los avances? Sin dudas, lo sabremos mucho antes de lo pensado.
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