En las últimas décadas se ha producido un cambio notable en la forma en que las instituciones encargadas de evaluar las discapacidades consideran determinadas patologías. Enfermedades que antes apenas se tenían en cuenta, como la ansiedad, la depresión o el estrés crónico, ahora son reconocidas como causas válidas para conceder determinados grados de invalidez. Este cambio de paradigma refleja una mayor comprensión de la relación entre la salud mental y la capacidad laboral, así como un esfuerzo por proteger a los trabajadores que antes estaban desprotegidos.

El procedimiento para acceder a un grado de discapacidad suele comenzar con la Solicitud del trabajador ante el Instituto Nacional de la Seguridad Social.acompañado de informes médicos que acrediten la gravedad de la patología y su impacto en la vida laboral. Tras una evaluación inicial por parte de los servicios médicos de la Seguridad Social, se emite un dictamen que puede ser revisado en caso de disconformidad. Hace décadas, enfermedades como la depresión severa o la ansiedad crónica, ya mencionadas, eran difíciles de considerar como impedimentos laborales, pero hoy los criterios han evolucionado para darles un reconocimiento formal.

Los casos que reflejan esta transformación incluyen trabajadores con lesiones crónicas o trastornos incapacitantes. Sin embargo, el alcoholismo, por su parte, comienza a ser considerado dentro de este marco, dado que puede afectar seriamente la salud y el desempeño laboral. Hasta hace poco esta conducta se interpretaba como un mal hábito, pero actualmente se concibe como una enfermedad que puede limitar la capacidad para realizar determinadas tareas, generando el derecho a solicitar la incapacidad cuando el deterioro es importante.

La incapacidad permanente por alcoholismo es una realidad

Pablo Ródenas, experto jurídico conocido en las redes sociales por exponer este tipo de casos anómalos sobre los entresijos del repertorio legislativo, ha expuesto esta nueva realidad laboral que afecta a determinados trabajadores. «Te voy a decir algo que casi nadie sabe, el El Seguro Social concede incapacidades permanentes por alcoholismo«, comienza explicando el profesional al tiempo que aclara la relevancia de esta medida para los empleados con patologías graves.

El especialista añade que “durante años fue considerado un vicio y hoy se reconoce como una enfermedad que puede afectar gravemente la vida laboral”, subrayando el cambio en la interpretación médica y jurídica. Por otro lado, entre los daños de esta patología, señala que «puede generar deterioro cognitivo, pérdida de reflejos, trastornos del comportamiento y daño orgánico«, lo que compromete la capacidad de mantener un desempeño seguro y constante en el trabajo. Es así como esta condición adversa se equipara con otras enfermedades que privan al trabajador del correcto desempeño de su función.

Casos que confirman la incapacidad laboral

Ródenas detalla los casos en los que la discapacidad por alcoholismo justifica la invalidez «cuando esa discapacidad afecta a la profesión, conducción, maquinaria, atención al cliente, trabajos de precisión, turnos de noche, Sí, puede provocar incapacidad permanente, total o absoluta.«, afirma. Por tanto, tanto sus funciones en el entorno laboral, el cargo que desempeña y su grado de enfermedad son las sentencias finales que justifican esta condición.

«Los tribunales están reconociendo la incapacidad cuando existe: Trastorno por consumo de alcohol con diagnóstico psiquiátrico, pérdida de capacidades cognitivas o motoras.«Polineuropatías, enfermedades hepáticas o secuelas orgánicas graves, brotes o recaídas que imposibiliten la continuidad del desempeño o el riesgo laboral objetivo para el trabajador o para terceros», confirma. Con estas palabras, el abogado señala cómo la legislación se adapta a la realidad de los trabajadores afectados por enfermedades antes invisibles.