Las discotecas de Mallorca ponen fin a la apertura diaria el 1 de septiembre tras una «mala» temporada
El próximo 1 de septiembre va a ser la fecha escogida por buena parte de las discotecas de Mallorca para dar por concluida la temporada alta de este año y para abandonar las aperturas diarias y centrar su actividad exclusivamente durante los fines de semana, a la vista de que los resultados conseguidos durante este verano «no podemos calificarlos de buenos, sino que han sido más bien malos», según lamenta el presidente de la asociación balear de ocio nocturno y entretenimiento (Abone), Miguel Pérez-Marsá. Una vez más, la excepción va a ser la Platja de Palma, zona en la que la apertura diaria se va a mantener en septiembre, pero también en este lugar los resultados han sido inferiores a los de los últimos ejercicios.
Hay un aspecto de especial relevancia que esta situación ha generado, y es que el sector del ocio nocturno se ha visto obligado a «ajustar las plantillas» durante la temporada estival, es decir, a reducir la cifra de trabajadores debido al recorte en los ingresos, con una tendencia idéntica a la que se ha registrado en la restauración tal y como exponían recientemente el vicepresidente de la asociación mallorquina de este sector, Alfonso Robledo, y los representantes de UGT y de CCOO.
A la hora de explicar este balance negativo, el presidente de esta patronal señala un menor nivel de gasto de la clientela alemana, que en parte se achaca a los problemas de su economía, y que en el caso de los británicos se ve agravado por el hecho de una menor presencia en algunas zonas, como Magaluf, al haber cambiado de destino en favor de otros puntos de España, como Benidorm. Eso explica que aunque en algunas de las grandes discotecas de Mallorca la cifra de clientes ha registrado un ligero crecimiento, el ticket medio por los desembolsos que se han realizado se ha reducido notablemente, provocando que el balance del verano esté siendo negativo.
«Precios desbordados»
Pero hay un aspecto al que Miguel Pérez-Marsá da una especial relevancia a la hora de explicar la bajada en los ingresos de su sector: «Los precios están desbordados, aquí nos hemos pasado de frenada». Señala como ejemplo el encarecimiento que se ha registrado en la planta hotelera y en el transporte aéreo. Según Pérez-Marsá, el aumento en la categoría de los establecimientos de alojamiento no ha ido acompañado de un alza en el poder adquisitivo de los turistas que llegan a Mallorca, lo que significa que «salen del hotel con menos dinero en el bolsillo» y tienen una menor capacidad de gasto en la oferta complementaria. Este análisis coincide de nuevo con el que se hace desde la restauración.
En el caso concreto de las discotecas, asegura que en el sector se ha apostado por una congelación de sus tarifas. «Nuestros precios han sido este año idénticos a los de 2024», según afirma.
Además, el presidente de Abone pone de relieve que no se trata de un problema que afecta exclusivamente a Mallorca, sino de una tendencia que se registra también en Eivissa y en Menorca según los datos facilitados por las empresas de esas islas.
El problema es que «la temporada va ya con piloto automático y no podemos hacer mucho más para mejorarla». En este contexto, el sector opte por tirar la toalla durante este año, ya que a partir de septiembre se da una reducción del ‘turismo joven’ en favor de otro más familiar que hace un menor consumo en la oferta del ocio nocturno.
Por ello, durante el próximo mes la actividad de buena parte de las discotecas pasará a limitarse durante el fin de semana, a la espera de determinar la fecha definitiva para suspender sus aperturas totalmente durante este año, con la citada excepción de la Platja de Palma.
El presidente de Abone destaca los problemas por los que su sector pasa en el Paseo Marítimo, que se está situando en niveles de actividad mínimos, pero también la «falta de alegría» en lugares como Magaluf o el norte de Mallorca.
Impacto en el turismo
«Parece que no somos conscientes del impacto que esto puede tener en la actividad turística, porque si no hay una oferta de ocio importante, muchos visitantes optan por desplazarse hacia otros destinos turísticos», añade. Y lamenta especialmente los movimientos ‘antiturista’ que se están registrando, porque «la gente no va donde no la quieren».
Por todo ello, la previsión para 2026 es «pesimista». «Ya estamos pensando más en la próxima temporada que en ésta, y los pronósticos no son buenos», pone de relieve este representante del sector, que vaticina que se va a reproducir una concentración de su actividad durante unos pocos meses del año, con una creciente estacionalidad, a diferencia de lo que sucede con la actividad hotelera.«El efecto botella de champán tras la pandemia se ha agotado. Lo vivimos en 2022 y 2023, pero en 2024 ya tuvimos las primeras señales de alarma que se han confirmado en 2025», lamenta el presidente de Abone.
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