Las rutas del vino atraen hasta Catalunya a unos 700.000 turistas de nivel medio-alto anuales
Casi la mitad de las 918 bodegas que producen vino en Catalunya completan su negocio con propuestas de enoturismo. Muestran a sus visitantes de qué viñedos salen los caldos elaborados en sus fincas, les enseñan cómo se recogen las uvas o cómo se podan las vides en función de la época del año, les explican cuál es el proceso de producción y, antes de despedirse, catan los correspondientes vinos o cavas, que luego, si les gustan o les apetece, podrán acabar comprando para llevarse a casa. «Es una modalidad de turismo que el año pasado atrajo a unas 700.000 personas, de las que un 43% eran extranjeras», subraya Arantxa Calvera, directora de la Agència Catalana de Turisme (ACT). «Se trata, además, de un perfil de visitantes que durante sus estancias realiza un gasto un 20% superior a la media y que recorre el territorio más allá de la ciudad de Barcelona, con lo que su impacto se reparte por diferentes comarcas», destaca.
El marco de la Barcelona Wine Week, que desde el lunes tiene lugar en el recinto de Montjuïc de Fira de Barcelona, se celebra este miércoles el primer Fórum Internacional de Enoturismo, «para conectar a los distintos agentes del sector a través de casos de buenas prácticas», detalla Calvera. Solo el año pasado, prosigue la directora de la Agència Catalana de Turisme, «en las 451 bodegas y establecimientos que organizaron rutas de enoturismo se organizaron un total de 1.183 actividades, lo que implica una oferta para todos los públicos y todas las tipologías».
La jornada contará con la participación de una quincena de expertos internacionales, que viajan a la capital catalana para contar experiencias tan diversas como la que desde hace años se lleva a cabo en Burdeos, referente mundial en este tipo de turismo, o en Oporto, «que está considerado como uno de los destinos mejor valorados por quienes practican esta manera de conocer el mundo», señala la responsable de la ACT. Habrá también una representación del proyecto que está desarrollando Georgia, «un país considerado la cuna del vino y que ha sabido trabajar la arqueología relacionada con este ámbito». Y del pasado, al futuro. «China vendrá también a contarnos su apuesta por este tipo de turismo, en el que ha visto un importante potencial», agrega Calvera.
Las nueve rutas catalanas del vino, las que han movilizado a los 700.000 visitantes de los que habla la directora de la Agència, van desde la denominación de origen Empordà hasta la Terra Alta y Tarragona, pasado por Costers del Segre (en Lleida), Pla de Bages (en la Catalunya central), Alella (en el Maresme) y las más populares del Priorat y del Penedès. La novena es la ruta del trepat, una variedad singular que se produce en la Conca de Barberà y que está muy ligada a la historia de los monasterios de la zona. «Pese a lo amplio de la oferta y la cantidad de propuestas e iniciativas que se hacen, en Catalunya -admite Calvera- estamos todavía a años luz de otros destinos de enoturismo como el de Rioja».
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