Le tengo un miedo horrible a ser demasiado feliz. Es el miedo a perderlo todo de quien durante mucho tiempo pensó que el cariño había que ganárselo




La literatura tiene el don de conectarnos con verdades que, sin el talento de la prosa o el verso, no podrían ser dichas. En cierto modo, el buen escritor es aquel que sabe dar vida a esas emociones, a esas historias, a esas heridas, que no podríamos explicar de otra manera. Isabel Benavent, (@betacoqueta en las redes), tiene este extraordinario don para dar vida a las emociones más complejas.
Y no lo hace sólo a través de sus libros, como En los zapatos de Valeria cualquiera una historia perfectapero también nos da grandes lecciones en sus redes sociales. Ejemplo de ello es el último texto que la autora compartió, acompañando un carrusel de fotografías, y en el que se abrió ampliamente con sus suscriptores. «Tengo mucho miedo de ser demasiado feliz», dijo. Y así su reflejo se vuelve el reflejo de toda una sociedad que tiene pesadillas sobre no poder mantener viva la alegría.
Miedo a ser feliz


Elísabet Benavent, o Betacoqueta, como se hace llamar en la red, tiene el don de dar vida a sus personajes. Y eso quizá sea porque se cuenta, en cierta medida, a través de ellos. Al menos esa es la sensación que tienes cuando navegas por sus redes y lees sus pensamientos, siempre junto a fotos de sus vidas. Con toda sinceridad, admite: “me gusta la soledadpero hay días que en medio de mucha gente, me traga y no me escupey no se que hacer.
Cualquiera que no se haya sentido así en algún momento podría ser acusado de no estar vivo. y eso es todo la mayor soledad Lo más importante es cómo nos sentimos cuando estamos rodeados de gente. “No hay peor soledad que sentirse solo cuando estás acompañado”, afirmó Mario Benedetti.
Esta soledad que congela el alma es tan repentina como la alegría más inmensa, que llega sin ser llamada. “Yo también sufro ataques de felicidad sorda y muda«, que guardo en mi bolsillo más pequeño, para no perderlo», continúa el autor. “Se lo muestro al mío, como quien esconde un gatito precioso en su abrigo y se lo va a llevar a casa”.
Estas dos emociones, continúa, los camufla bajo la misma discreta sonrisa. Y lo hace, dice, porque tiene un miedo terrible a ser demasiado feliz. Es casi un síntoma de nuestra sociedad moderna.
Una lesión común
Con la misma claridad con la que expone sus emociones, Benavent nos enseña la forma de entender este hecho inexplicable: tener miedo de ser demasiado feliz. “Es el miedo a perderlo todo “de alguien que durante mucho tiempo ha creído que el cariño es merecido”, afirma. Un síntoma de una sociedad quey da el valor en cifrasy no en un instante.
En este mundo moderno, donde ser productivo es éxito y detenerse es fracaso, hemos interiorizado esta estúpida idea de que El amor es algo que debemos ganar. Que loco. ¿Quién le pidió a su hijo, sobrino o nieto recién nacido que hiciera una gran hazaña para ser digno de todo el amor del mundo?
El amor es algo que todo ser humano merecepero insistimos en imaginar que sólo cumpliendo ciertas expectativas podremos recibirlo. Aunque el miedo a Benavent va aún más lejos en la escala de locura que todos compartimos. Es el miedo «de una persona que cree que la felicidad se puede arruinar«.
El control de la felicidad
En nuestra sociedad moderna, explica el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, está establecido la obligación de ser feliz. Y lograr esta felicidad a través de una productividad frenética que conduce a la autoexplotación en nombre del crecimiento personal, al cansancio en nombre de la autorrealización. Una locura cuyo punto final es lo que Benavent descubre sin complejos: Nadie puede controlar cómo se siente.
El miedo a ser demasiado feliz, el miedo a no ser más feliz es absurdo, puedes leerlo entre líneas del texto del autor, como si fuera algo que pudieras elegir. «Como si pudiéramos controlar esto Vivir es ser muy feliz hoy y mañana veremos.«, escribiendo.
La felicidad, nos dicen los grandes filósofos, no es otra cosa que el resultado de un proceso. De una vida en la que intentamos actuar de la mejor manera posible, en la que intentamos ser nuestra mejor versión posible. Y en esta feroz batalla, la lectura juega un papel clave.
“Hace poco alguien me dijo que tal vez leía tanto que convertía molinos de viento en gigantes”, recuerda Elisabet Benavent. “Me gusta pensar que En cada libro me encuentro y me pierdo, y este documento hace manejable lo que no podemos nombrar», añade. No existe una fórmula secreta para la felicidad. Sin embargo, leer es una buena manera de entenderse a uno mismo, de reflexionar, de conocerse a uno mismo. Y como dijo el gran oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo” es el primer gran paso hacia la sabiduría.
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