León XIV presenta su proyecto de papado con el reto implícito de impulsar a la Iglesia de EEUU

El cónclave es una elección ultrasecreta y las reconstrucciones (muchas, que circulan en estos días) son a menudo poco más que grandes obras novelescas, alimentadas por fuentes interesadas en presentar su versión de cómo una facción adversa habría urdido jugadas para perjudicar a este o aquel. Sin embargo, con la elección de León XVI, la Iglesia católica ha enviado algunas señales bastante claras.
La primera es, sin duda, que las ideas del nuevo Papa se encuentran en las antípodas del actual presidente de EEUU, y tal vez justamente por ello los 133 cardenales electores le eligieron, con la idea de hacer frente a un Donald Trump que, hasta ahora, ha tenido una relación más bien mala con el Vaticano. La segunda es más de carácter interno —pero también muy importante para la Iglesia católica—, ya que remite a que, escogiendo a Robert Prevost, los cardenales han puesto en el centro de la agenda al catolicismo estadounidense.
El asunto no es baladí porque, actualmente, la iglesia estadounidense se encuentra atravesada por un momento de cierta fragilidad. Los católicos siguen siendo uno de los grupos religiosos más numerosos y representan a alrededor del 20% de la población (60 millones). Pero esta cifra ha bajado en los últimos dos papados (Benedicto XVI y, luego, Francisco); tanto que, en 2007, había un 24% que se decían católicos, según datos de Pew Research Center. Otro dato significativo es que, desde ese mismo año, el porcentaje de católicos considerados «blancos» ha caído casi 10 puntos, el de los hispánicos ha aumentado 7 y más de 4 de cada 10 son inmigrantes (29%) o hijos de inmigrantes (14%). Con ello, los católicos estadounidenses son hoy la comunicad católica más grande del mundo después de Brazil, México y Filipinas.
Votantes
Otro elemento importante es que hoy alrededor de la mitad de los católicos en EEUU (53%) están registrados como votantes del Partido Republicano y solo el 43% como afiliados del Partido Demócrata, según el mismo centro de estudios. Unas fluctuaciones que se han acentuado con las reformas progresistas del difunto Papa argentino.
Esto explica el por qué también de la histeria de los sectores MAGA por la elección de León XVI, con Steve Bannon, el exestratega de Trump, como cabeza visible que las críticas al nuevo Pontífice. Pero también explica la excitación de los progresistas estadounidenses que ahora esperan que con este nombramiento se pueda frenar ese goteo de fieles e incluso dar un nuevo impulso a esta Iglesia, una de las más ricas en el mundo (según datos oficiales vaticano, hubo, tan solo en 2023, donaciones al Vaticano por 13,6 millones de euros).
«¡Es increíble escuchar un Papa que habla con acento norteamericano!», ha declarado al respecto el jesuita estadounidense James Martin, de 64 años y una de las voces más influyentes del mundo católico progresista estadounidense. «Creo que su elección va a contribuir a rejuvenecer a la Iglesia en EEUU», ha añadido.
Con esto como preámbulo, en su segundo día como 267 Papa de la historia, León XIV también dejó claro este sábado su programa de gobierno, en línea con su predecesor, Francisco, en un encuentro a puerta cerrada que tuvo con todos los cardenales –también con los mayores de 80 años–, en el Aula Nueva del Sínodo.
Sinodalidad
En particular, León XIV destacó que, durante las reuniones precónclave, fue él, en efecto, quien ha recordado y actualizado magistralmente el contenido del Concilio Vaticano II (1962-1965) a través de la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, de finales de 2013, de la que comentó algunos puntos centrales. «El regreso al primado de Cristo en el anuncio; la conversión misionera de toda la comunidad cristiana; el crecimiento en la colegialidad y en sinodalidad; la atención al sensus fidei, especialmente en sus formas más propias e inclusivas, como la piedad popular; el cuidado amoroso de los débiles y descartados; el diálogo valiente y confiado con el mundo contemporáneo en sus diferentes componentes y realidades”, aseguró, explicando no sólo el documento programático de Francisco, sino también textos clave del Concilio Vaticano II.
«Precisamente, al sentirme llamado a proseguir este camino, pensé tomar el nombre de León XIV», agregó. «Hay varias razones, pero la principal es porque el papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece a todos su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo», explicó sobre la elección de su nombre pontificio. El objetivo es «la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo«. En este sentido, mostró también su fuerte alineamiento con Francisco, al que calificó de un Papa con «su estilo de total dedicación al servicio y de sobria esencialidad de vida».
Problema: Trump y Francisco se llevaron mal casi desde el minuto uno en el primer mandato del primero, y este año, incluso antes de que el estadounidense asumiera el cargo de nuevo presidente de EEUU, hubo diversos rifirrafes. Tanto así que, en febrero pasado, el exjefe de la CIA en Roma, Robert Gorelick, en entrevista con este diario, recordaba que Trump incluso propuso como nuevo embajador de EEUU ante la Santa Sede a Brian Burch, un feroz detractor de Francisco y presidente del grupo conservador CatholicVote.
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