Los feriantes portugueses que retuvieron y esclavizaron a un vasco durante 17 años
En 2007, una familia de feriantes portugueses incorporaron a su caravana itinerante a un hombre de Barakaldo, padre de dos hijos y con problemas económicos y de salud. Desde entonces lo han retenido contra su voluntad, explotándolo laboralmente, esclavizándolo, obligándole a ducharse a la intemperie o prohibiéndole utilizar el aseo. Además, se apoderaron de todo el dinero que percibió la víctima en ayudas y subsidios durante todos esos años.
La Guardia Civil, en la denominada Operación Lucendi, ha desarticulado una organización criminal dedicada a la trata de seres humanos con fines de explotación laboral en la localidad navarra de Caparroso. En total han sido detenidas cuatro personas por su supuesta implicación en la mencionada explotación laboral.
La familia de la víctima denunció en 2009 que había perdido el contacto con él en 2003 y que tenía diversos problemas médicos y económicos. El pasado mes de marzo, la Guardia Civil localizó en Caparroso a este hombre que llevaba desde 2007 viajando con una familia de feriantes. «Son de origen y nacionalidad portuguesa, aunque tenían su residencia fijada en ese municipio de Navarra y tres de ellos ya tienen nacionalidad española», le cuentan fuentes del Instituto Armado a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.
Paga intervenida
Los investigadores descubrieron que la víctima cobraba una serie de ayudas, como la prestación por desempleo, la pensión y la declaración de la renta, en una cuenta bancaria de la que era titular, pero era otra persona la que se desplazaba a un cajero de Caparroso para retirar un dinero que jamás llegó a pasar por sus legítimas manos. Los agentes encontraron grandes cantidades de dinero en metálico en el momento de la detención.
Al vasco le obligaban a despertarse media hora antes que el resto para encender la lumbre, poner lavadoras, doblar ropa y realizar tareas de limpieza. También se encargaba del mantenimiento y supervisión de las atracciones infantiles en la época en la que se desplazaban a las diferentes ferias de municipios, así como de su limpieza de la mañana a la noche, todo ello sin percibir remuneración alguna. Tampoco tenía acceso libre a la comida o a la bebida y le obligaban a comer separado del resto, principalmente su alimentación se basaba en bocadillos. El tabaco también se lo facilitaban, no permitiéndole pedirlo o comprarlo.
El hombre dormía en la cabeza tractora del camión vivienda durante el periodo ferial, teniendo prohibido el acceso a las habitaciones del remolque de la familia, excepto para realizar su limpieza. En este remolque existía un baño para el uso exclusivamente del clan familiar, por lo que la víctima tenía que ducharse en la vía pública con una manguera del camión, realizando también sus necesidades en un lugar apartado de la calle.
Ni tele ni móvil
Los detenidos poseen una vivienda en su país natal, Portugal. Cuando viajaban allí, la víctima dormía en el garaje sobre un colchón, no tenía acceso a la televisión ni al teléfono, ni permiso para salir sin ser acompañado, salvo para realizar recados puntuales o comprar con el dinero justo, justificando el gasto con un ticket de compra.
Tampoco tenía acceso a su propia documentación, requisada por la familia. No disponía de su propia tarjeta sanitaria ni de su DNI y desconocía que estaba percibiendo una prestación económica a su nombre durante años. En total los detenidos se habrían beneficiado de más de 100.000 euros por las distintas prestaciones solicitadas a nombre de la víctima.
De los numerosos indicadores de trata de seres humanos detectados durante las entradas y registros, la Benemérita destaca que «la documentación de la víctima estaba bajo llave y en posesión de uno de los detenidos. La estancia donde pernoctaba presentaba unas condiciones insalubres y deplorables, que nada tenía que ver con el resto de las estancias donde habitaba la familia».
Respecto a las escasas pertenencias personales que le permitieron tener al hombre durante sus 17 años de cautiverio, se limitaban a un antiguo álbum de fotos de sus hijos, un despertador y un portafolios. La víctima tenía una dependencia total de la organización criminal quienes le daban de comer o le donaban en ocasiones ropa.
Esta última es la clave por la que los agentes creen que la víctima no intentó huir. Desde la Guardia Civil de Bizkaia, origen de la operación, explican que «la situación de este señor era totalmente dependiente de ellos. No tenía absolutamente nada y hasta la comida se la daban. Quizás en otra situación podría haber dado la voz de alarma, pero en las condiciones tan deplorables que se encontraba, era imposible». Además, la víctima declaró sentirse amedrentado por el trato agresivo de algunos miembros del clan familiar.
Su hija
La voz de alarma la acabó dando la hija de la víctima, que consiguió ponerse en contacto con su padre y escuchó la situación crítica en la que se hallaba. Por todos estos hechos, el pasado miércoles 20 de noviembre fueron realizadas dos entradas y registros en dos domicilios y en un camión vivienda en la localidad de Caparroso, interviniendo más de 120.000 euros en efectivo, la cartilla bancaria de la víctima, resguardos de solicitud de distintas prestaciones a su nombre y otros efectos personales como fotos familiares, pulsera sanitaria, ropa, etc. También han sido intervenidos dos terminales telefónicos para su estudio.
[–>
«La versión de la familia de feriantes es que en 2007 se encontraron con este hombre y le dieron cobijo y trabajo. Que le ayudaron. Pero si en realidad estás ayudando a alguien no lo mantienes tantos años en unas condiciones de vida tan indignas como las que tenía este hombre. Él, en cuanto se ha visto liberado, se ha ido a vivir con su hija», concluyen desde la Guardia Civil.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí