Los mercados financieros no se aclaran si estanflación o recesión

Los mercados de valores europeos caen alrededor del 6 % después del colapso en Asia para la guerra comercial
En las sesiones en que se producen grandes caídas no se puede apreciar si lo que está sucediendo es una recogida de beneficios más o menos sana o el inicio de un mercado bajista. Ambas tesis pueden ser defendidas con argumentos sólidos. La cuestión central no es adivinar qué va a pasar en los mercados de capitales en las próximas semanas (porque la probabilidad de equivocarnos es muy elevada) sino cómo aprovechar la situación para comprar “ideas” que tienen sentido a largo plazo a precios más bajos.
En el caso de la Bolsa americana ya veníamos de caídas relevantes durante el primer trimestre del año. Un resultado coherente con la caída de las principales compañías tecnológicas cuyo peso, por ejemplo, en el índice tecnológico Nasdaq está en el entorno del 50%. Así, este índice lleva un 17,2% de caída desde principios de año, el S&P 500 un 13,7% y el Dow Jones casi un 10%. La fase de desaceleración del ciclo económico en Estados Unidos y el lento arranque de la fase expansiva en China han provocado correcciones relevantes para intentar normalizar su valoración. Las 7 grandes tecnológicas venían de cotizar en media un PER 40 que dejaba a los principales índices de Wall Street cotizando muy por encima de su media histórica de PER, en torno a 22 veces.
Sin embargo, tanto la Bolsa europea como algunas Bolsas asiáticas habían generado ganancias, precisamente, por la búsqueda de sectores más ‘conservadores’ en los que poner el dinero saliente de la tecnología. Aquí es donde se han producido importantes caídas como la de la plaza hongkonesa cuyo índice Hang Seng ha caído un 13% en un día, borrando prácticamente toda la subida desde inicios de 2025 (+14%). En el caso de las europeas, el Eurostoxx 50 ya estaba en tablas al cierre de la semana pasada, el DAX con una pequeña ganancia del 3,7% cuando venía de subidas muy fuertes gracias a la fase expansiva, pero con mucha prudencia, alemana; o el caso del IBEX 35 que cerró la semana pasada subiendo un 7% en el año y que el lunes prácticamente lo ha pulverizado.
En paralelo, el dinero que sale de las Bolsas no está entrando (o apenas lo está haciendo) en el mercado de renta fija, ya que en la apertura de Wall Street las rentabilidades de los bonos a largo plazo tanto americanos como algunos europeos están subiendo y, por tanto, son reflejo de que los inversores están exigiendo mayores rentabilidades a largo plazo descontando una mayor inflación. El bono americano a 10 años está por encima del 4% y bonos como el español o el italiano también registran caídas. Esta es la expectativa contraria que los mismos tenían a finales de la semana pasada, en un movimiento que parecía favorable a las tesis de la Administración Trump de rebajar los tipos de interés a largo plazo con el fin de refinanciar el 25% del total de la deuda americana en este año a costes de financiación más bajos.
Por tanto, desde inicios de año, el dinero ha hecho una triple transición: primero salió de la tecnología hacia sectores más ‘defensivos’; segundo, de los defensivos salió hacia la renta fija tanto pública como privada y, tercero, del mercado de bonos quedándose directamente en liquidez. Una balsa enorme de liquidez que busca destino. ¿Podría volver a ser la renta variable aprovechando la caída de las valoraciones? Es lo que veremos durante el mes de abril en el que se presentan los resultados del primer trimestre. Las principales compañías cotizadas apenas han tenido un impacto real de los aranceles anunciados en los últimos meses y tanto el crecimiento del consumo privado como del sector exterior pueden ser factores diferencialmente positivos para las compañías de consumo defensivo, bienes industriales básicos, inmobiliario, farmacéutico o bancario, entre otros.
La fase de crecimiento actual de las principales economías supone un mínimo común para sostener las cuentas de resultados de las empresas, dado que el peor de los escenarios no es una recesión sino la estanflación, la cual ‘reconcilia’ que el capital salga simultáneamente de la renta fija y de la renta variable. Incluso aunque el escenario fuera mejor que la temida estanflación, la caída de las valoraciones supone una oportunidad para construir carteras de largo plazo.
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