Los platos preparados cogen la sartén por el mango en las cocinas españolas
«Las cocinas, a mitad del siglo XXI, no existirán», afirmó en marzo de 2019 el presidente de Mercadona, Juan Roig. Se cumpla o no este pronóstico, los platos preparados se están convirtiendo en estos últimos años, sobre todo desde los fatídicos tiempos de la pandemia de coronavirus, en una solución ideal para ahorrar dinero y tiempo a los consumidores. Las grandes cadenas de distribución comercial lo saben bien y por eso no deja de crecer la oferta de productos de cuarta y quinta gama en sus estanterías. De hecho, solo en 2023, su consumo se incrementó en un 3%, según la Asociación Española de Fabricantes de Platos Preparados (Asefapre). Una de las razones de este incremento se produce en un momento en el que los presupuestos de las familias son cada vez más ajustados y su estilo de vida, más frenético.
«Ante esta situación, los platos preparados resultan una solución ideal ya que permiten disfrutar de una comida equilibrada en solo unos minutos, sin necesidad de pasar horas en la cocina. Esta significativa reducción en el tiempo de preparación del alimento resulta fundamental para quienes tienen jornadas laborales largas o cuentan con múltiples responsabilidades en su día a día», comenta Álvaro Aguilar, secretario general de Asefapre. Esta asociación empresarial está formada por proveedores de supermercados y otros canales de ventas como Platos Tradicionales, Findus, Yatecomeré, Unilever Away From Home, Nueva Cocina Mediterránea, Productos Congelados Selectos (PCS), Alimentos Polar o Angulas Aguinaga, entre otras.
«Al estar pensados para ser ingeridos en el momento las raciones están ya ajustadas para que el consumidor quede completamente saciado, disminuyendo aún más el desperdicio alimentario», explica Aguilar. Asimismo, gracias a las numerosas alternativas existentes en el mercado, que abarcan desde productos elaborados con base cárnica o de pescado hasta alternativas vegetales, pasando por elaborados a base de legumbres, es posible llevar a cabo una alimentación variada y equilibrada de una manera cómoda.
Crece la oferta
A ese auge del sector contribuyen los supermercados, que amplían su oferta de platos para no cocinar en casa. Esa oferta conquista ya los hogares donde viven siete millones de españoles, según AECOC-Asociación de Fabricantes y Distribuidores. Gazpachos y salmorejos, lasañas, albóndigas, ensaladillas, pizzas, tortillas, empanadas, cremas de verduras, paellas y arroces…. Un 8% de los ‘super’ en España, como los restaurantes, venden alimentos preparados ya calientes y ofrecen espacios para consumirlos en el mismo local.
La consultora Informa D&B constata que en la actualidad existen en España 6.592 negocios de quinta gama, de los que 3.481 son empresas y 3.111, autónomos. Por volumen de facturación, 87 son grandes empresas, 2017 medianas y 427, pequeñas. Desde hace una década se han puesto en marcha a un ritmo de cien cada año.
Siete millones de clientes de los súper ya consumen menús listos para comer: gazpachos, tortillas, albóndigas, arroces…
Juan Montalva (Alzira, 1960) es el fundador de Caterguai, empresa valenciana de platos preparados. Gestiona una plantilla de 400 personas. Dice que algunos teóricos aún dudan de si las cocinas domésticas se van a cerrar o no. Él y su equipo lo tienen claro: «Mi generación cocina la mitad que la de nuestros padres, nuestros hijos cocinarán poco y nuestros nietos, nada. Y eso tiene que ver con dos razones: porque no desean perder su limitado tiempo de vida en actividades que les aporten poco valor, como comprar, limpiar, cocinar… y porque les saldrá más barato comprar la comida elaborada que producirla en sus cocinas domésticas. Nosotros somos capaces de producir una comida entera, con dos platos y postre, por menos de un euro», explica Montalva.
«El cierre de las cocinas domesticas motiva el crecimiento del negocio de la producción y distribución de comida caliente lista para consumir», sostiene el director general de Caterguai. Esta empresa familiar se puso en marcha hace cuatro décadas con dos objetivos: comida y servicio público. Su principal cliente es el mundo escolar, donde procura servir comida de calidad a un coste adecuado para competir y permanecer en el mercado. La empresa tiene dos sedes sociales, una en Rafelcofer y la otra, en Beniganim. Opera con las marcas Caterguai y Ben Bó, con las que produce más de 8.000 comidas diarias calientes listas para consumir, que distribuye con una logística propia, alcanzando una facturación cercana a los 8 millones de euros. Y no para de crecer en otros segmentos de mercado. Los directivos asumen con agrado operar en «un negocio de céntimos que se cuentan, gestionan y ordenan para obtener un producto de calidad», explica Montalva.
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¿Por qué se dispara la proliferación de firmas en este sector? El propietario de Caterguai apunta otra idea clave: «A principio del siglo XIX las familias destinaban el 90% de sus ingresos para alimentarse, en los años cincuenta aplicaban el 50% y en la actualidad, tan solo dedican el 15% de sus rentas a alimentar a los suyos», concluye.
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