Lukashenko se impone en las presidenciales de Bielorrusia sin competencia real
Apertura de la jornada electoral, 8 de la mañana en Minsk. La Universidad Estatal de Educación Física de Minsk está preparada para las elecciones presidenciales. Banderas del país y recordatorios están en el camino al colegio electoral: el 26 de enero, es “el” día. En todos los accesos hay múltiples agentes de seguridad que preguntan y cachean a todos aquellos que se acerquen al recinto. Dentro, más agentes e incluso algunos de ellos con perro. Está prohibidísimo grabar en el interior del edificio y la prensa que quiera entrar deberá pasar por un riguroso cacheo extra. Nada puede salir mal el día de hoy para las autoridades bielorrusas, que saben que tienen los resultados electorales de cara pero no quieren ni un solo incidente que manche los séptimos comicios seguidos para el presidente del país Aleksander Lukashenko. Este lleva desde 1994 como líder del país.
La tranquilidad a lo largo de la jornada y una alta participación que legitime el proceso fueron los dos principales objetivos para las autoridades bielorrusas, que consiguieron que un 56,64% de la población pasara por las urnas para votar a las 12 del mediodía, al final de él un 87,5%, de tal forma que el presidente podrá estar en el poder hasta 2030. Según la Comisión Electoral Central Lukashenko en los sondeos previos oficiales gana con un 87,6% de los votos mientras que sus rivales suman 7,3% entre los 4.
Con estos resultados y sobretodo por como fue la jornada electoral, se respira calma, por ahora, en el palacio presidencial bielorruso y en el Kremlin. A media jornada electoral, en una de las ruedas de prensa de la Comisión Electoral Central, representantes de los diferentes distritos electorales asistieron por videollamada siguiendo el mismo patrón: buen tiempo, entusiasmo de los jóvenes por participar (fueron uno de los colectivos más activos en las protestas de 2020) y datos de participación de cada distrito. La mayor parte de ellos cierran con la frase “no hubo ningún inconveniente”. Esa sensación es la misma que se percibe en un colegio electoral del centro de la capital. Una de las responsables del punto de votación, Victoria, señala que el día transcurrió con tranquilidad. Apunta que en estas elecciones “ha votado más gente de lo normal”, y respalda su afirmación con un dato. “El día de la votación ya había votado anticipadamente el 42% de los ciudadanos” remarca. Cree que en esta ocasión sus compatriotas se lanzaron a las urnas “para que los bielorrusos vivan bien”.
Sin rastro de la oposición
Mientras en su país Lukashenko se reafirma en el poder, la diáspora bielorrusa clama contra él. Los que viven en Varsovia, la capital polaca, ondeaban banderas rojas y blancas y realizaron una votación parodia en la que Lukashenko tenía como rival una criptomoneda con un perro como logo, la “Beldoge”. Estos comicios de broma buscaban dar a conocer la realidad de su país y mofarse del mandatario bielorruso para mostrar su rechazo a él y a su mandato. Svetlana Tijanóvskaya, la principal líder de la oposición en el exilio, publicó en redes sociales que “el mundo democrático está unido en el rechazo a esta farsa (las elecciones)”. “Nunca lo aceptaremos. No representa a Bielorrusia” declaró en el mismo post de X.
Tras las protestas de 2020, el gobierno bielorruso consiguió arrancar de raíz cualquier indicio de disidencia real. En campaña electoral incluso uno de los rivales del actual presidente, el comunista Serguéi Syrnakov aseguró ante la BBC que “no hay una alternativa a Lukashenko”. Y con la participación del 87,5%, el presidente Lukashenko se siente legitimado a pesar de las críticas de la oposición en el exilio y de los países occidentales. Medios opositores denuncian que en los días previos a la votación algunos bielorrusos recibieron mensajes invitándoles “encarecidamente” a no seguir o interactuar con canales opositores.
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