Me motiva el reto de ver cómo otras personas toman el relevo del Villa
Tras unos días de actividad frenética, por fin Carlos Fernández puede sentarse y descansar. Aunque, como el mismo reconoce, le cuesta estarse quieto. Pronto encuentra un reto nuevo. Avilés acogió el pasado fin de semana la vigésimo quinta edición del Villa de Avilés, una cita más que consolidada en el calendario de eventos de la ciudad. Aunque el club no está en su mejor momento deportivo, el avilesino destaca que cada vez está más arraigado en la ciudad, algo que le llena de orgullo. De todo ello habla con LA NUEVA ESPAÑA.
[–>[–>[–>¿Cómo ha ido la resaca del Villa de Avilés?
[–> [–>[–>Al haber sido la vigésimo quinta edición se han mezclado muchas emociones. Cuando estás en faena no lo piensas, pero ahora que ya ha pasado todo es cuando te pega el bajonazo. Estos días me he puesto hasta melancólico. Al final son 25 años haciendo el Villa, siempre desde el mayor de los cariños. Nos hemos podido equivocar a lo largo de estos años, pero siempre hemos tenido el ánimo de solucionar las cosas. Creo que es una de las claves por las que conseguimos llenar todas las inscripciones en 20 minutos, algo que no pasa en ninguna competición en España. La clave es el corazón que le pone todo el equipo. Aquí hay mucha gente que quiere al Villa, por eso hacemos uno de los mejores torneos de España.
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Por lo que dice parece que ha terminado muy satisfecho.
[–>[–>[–>Muchísimo. Al final hemos conseguido mover a 1.800 deportistas, a lo que hay que sumar cuatrocientos entrenadores más las familias, y no hemos recibido ninguna queja. Eso es que algo se ha hecho bien. Además, la ciudad trata muy bien a todos los aficionados y deportistas, se vuelcan con ellos. Creo que es uno de nuestros grandes legados, conseguir que la ciudad se involucre con el Villa de Avilés.
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Durante estos años han conseguido colocar el Villa como una de las citas ineludibles del año en Avilés. Está el descenso de Galiana, las fiestas de San Agustín… Y el Villa a finales de octubre.
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[–>Esa es una comparación que me llena de orgullo. Hemos tenido la grandísima suerte de poder contextualizarlo en una fecha que no se ha movido en estas 25 ediciones, eso ayuda muchísimo. No hay mejor forma de reconocer ese impacto que hablando de cifras. Este año el Villa de Avilés ha generado un impacto económico aproximado de millón y medio de euros, una cifra similar a la del año pasado.
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Un millón y medio de euros es mucho dinero.
[–>[–>[–>Es una cifra tremenda, estamos muy contentos por ello. En Avilés hay grandes eventos deportivos, campeonatos de Europa o del mundo, pero vienen una vez y se van. Cuando repites veinticinco años el mismo torneo se genera un arraigo. Ahora vemos que los restaurantes triplican turnos, que los hoteles tienen sus habitaciones llenas desde el mes de mayo, incluso hay quién reserva de un año para el siguiente. Es un impacto que se va repitiendo año tras año y eso le da un valor extra al Villa.
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¿Cuando empezó, hace veinticinco años, se imaginaba moviendo esa cantidad de dinero?
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Pensar que, con nuestro deporte, íbamos a conseguir ser un motor económico para nuestra ciudad era algo impensable. Es una satisfacción haber llegado hasta aquí, nos llena de orgullo.
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A nivel deportivo la cita ha dejado, para el Judo Avilés, la plata del equipo alevín y el bronce de Saúl Fernández. ¿Qué balance hace de los resultados?
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También tenemos a la generación sub-15 infantil, que son de primer año y les tengo mucha confianza. Están en el mismo proceso que los judokas que acabaron ese ciclo con medallas nacionales y compitiendo a gran nivel. Creo que podremos repetirlo. En categoría cadete el Villa nos sirvió como baremo, para saber dónde hacer correcciones y cómo trabajar. Es cierto que no estamos en un momento top a nivel deportivo, no hay por qué esconderlo. Nos estamos intentando recuperar, aunque es cierto que a nivel de club estamos cada vez más consolidados en la ciudad.
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Habla del impacto en la ciudad del Judo Avilés. Ahora mismo son uno de los clubes que más niños tiene en la ciudad.
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Es de lo que más orgulloso me siento, estamos mucho más arraigados a la ciudad. Tenemos proyectos más globales, trabajamos en la inclusividad y con cosas que nos hacen tener mucha más presencia en la sociedad. Como club estamos teniendo mucha más importancia que los meros resultados. Es algo de lo que yo también tuve que convencerme. Cuando empecé solo valoraba los resultados y tener muchas medallas, pero creo que la sociedad ha evolucionado y el deporte tiene que adaptarse a ello. Hay mucha gente que no quiere hacer judo por competir, sino que es una herramienta para que determinadas personas puedan ponerse en el mismo punto de partida que cualquier persona. Eso hace que el club tenga incluso mejor salud que cuando los resultados deportivos eran mejores. Ahora el objetivo es conseguir un equilibrio entre las dos cosas, que yo creo que se puede conseguir de aquí a cinco años.
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Habla del futuro, pero usted lleva 25 años al pie del cañón. ¿No empieza a cansarse?
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Soy una persona a la que le cuesta muchísimo estarse quieto, no aguanto en el sofá ni dos capítulos de Netflix. Ahora que estoy en política me sirve también para distraerme, porque además me gusta mucho. Estoy en esa parte que me gusta y me satisface, y me sirve para cambiar el chip, pero tengo claro que lo mío es esto, el judo. Queda Carlos Fernández para rato. Mi verdadera consolidación llegará el día que el Villa se haga sin mí, ese será mi mejor legado. En la ciudad hay eventos que salen adelante porque hay una persona que tira para adelante del proyecto, pero cuando falta ese evento acaba desapareciendo. Creo que la verdadera dificultad es conseguir que cuando no estemos los que estamos ahora al mando, y hablo en plural, porque aquí también quiero mencionar a Sonia, Bea, Tere, Bea, Tere, José, Adrián, Ricardo…, esto siga adelante porque haya otras personas que tomen el relevo. Es un reto que me motiva, porque lo complicado no es llegar hasta aquí, es que se mantenga en el tiempo sin nosotros.
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¿Qué retos se ponen como club para los próximos cinco años?
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El reto a nivel deportivo es ser capaces de equipararnos al nivel que tiene el club como entidad, que ese nivel de estructura que el club tiene haga que deportivamente crezcamos. Respecto al Villa de Avilés solo mantenerse ya es un reto y luego está esa sucesión. Creo que para que haya una buena sucesión no es decir «lo dejo» e irse, es ir preparando el relevo para que otras personas sepan como trabajar y que les imprimamos ese sentimiento por el torneo.
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