medio siglo aprendiendo a cuidar
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La Facultad de Enfermería de Gijón mira estos meses hacia el pasado y hacia el futuro. El centro, que cumplirá en septiembre 50 años de historia, ultima un programa de actos variado, con una exposición en trámites y varias actividades durante todo el próximo curso. Y ahora, a la vez, el profesorado comienza a trabajar en lo que será el plan funcional que siente las bases de su futura nueva casa, la Laboral, a donde se mudarán de manera definitiva en cuanto sus espacios asignados se reformen. Fernando Alonso, decano de la Facultad desde hace una década, reconoce que la idea de alejarse de Cabueñes, aunque sea pocos metros, «da algo de pena», pero reconoce también el potencial de que las futuras promociones vayan a poder integrarse en un campus universitario. Él ya ha visto el claustro del edificio histórico que se les ha asignado y coincide con el Principado en que, por espacio y ubicación, se adapta a las necesidades de una facultad que podrá ahora, por fin, crecer.
Este medio siglo de historia tratará de celebrarse como se merece. Espera Alonso que en septiembre pueda haber un acto institucional más formal y que después, a lo largo del próximo curso lectivo, se puedan ir realizando actividades. Por ahora, la idea es organizar, al menos, una exposición sobre la historia de la Facultad, que se pretende que sea itinerante. «Nos gustaría ponerla primera en el centro de Gijón y luego traerla al hospital», detalla. El equipo de Alonso, en conversaciones con el área sanitaria V, también está preparando alguna jornada de ponencias y, si todo sale bien, la Facultad de Enfermería soplará sus 50 velas con un nuevo logo. El actual, a juicio del centro, es bonito –lo centra una lámpara de aceite, homenaje a la enfermera Florence Nightingale–, pero se ha quedado ya desfasado. Se pretende aprovechar el diseño de un nuevo conmemorativo para cambiar después la imagen corporativa del complejo.
Estudiantes, ayer, en el aula de simulación practicando técnicas de reanimación.
En la Facultad de Enfermería de Gijón hay este año 301 alumnos –una cifra que se mantiene estable desde hace años– y 38 profesores, diez de ellos con dedicación completa. Y parte del alumnado, desde la pandemia, ya da clase de manera alterna en aulas de la Laboral por la falta de espacio de las actuales instalaciones, así que la confirmación de su traslado no supone un gran trastorno. De hecho, el plan hasta ahora era que el edificio actual se derribase y que la Facultad se integrase en la ampliación de Cabueñes. «Con el traslado esperamos poder potenciar el área de simulación y apostar aún más por la innovación», adelanta Alonso, que considera que, como retos, el plan de estudios del grado debería actualizarse a nivel regional –Asturias, que fue pionera en su día en su transición al plan Bolonia, tiene pendiente adaptarse a las nuevas directrices educativas– y se debería pensar pronto en apostar por los estudios de posgrado.
El centro imagina su futuro sin demasiada preocupación por sus futuros vecinos de la Universidad Europea. «Todos los años muchos alumnos no pueden acceder a nuestro grado por el límite de plazas: estamos consolidados y nuestras enfermeras son muy valoradas. No es una competencia; es un complemento», sostiene Alonso, que considera también consolidada la «esencia» de la Facultad en su vinculación con el hospital. «No perderemos nuestra cercanía con Cabueñes», asegura. Se espera que la reforma del claustro de la Laboral pueda comenzar el año que viene. En una primera visita del equipo docente, se ha visto que las instalaciones –donde se había proyectado un hotel de lujo– están hoy diáfanas y no muy deterioradas, pero precisan reforma.
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