Mi corazón dejó de latir en una ambulancia y sentí como mi conciencia se separaba de mi cuerpo



Al igual que Blaise Pascal, físico, matemático y filósofo francés del siglo XVII, Siempre creí que la muerte era «el horror de la naturaleza». Si tuviera que presentarme con una frase, elegiría algunas palabras del premio Nobel búlgaro. Elías Canetti: “Soy enemigo de la muerte”. Quizás porque he perdido a muchos de mis seres queridos, quizás porque la extinción de lo bello, lo bueno y lo verdadero me parece inaceptable.
Cuando tenía ocho años, Mi padre, el escritor Rafael Narbona Fernández de Cueto, murió de un infarto agudo de miocardio. Luego vinieron otras pérdidas no menos dolorosas: mis hermanos, mi madre, algunos de mis mejores amigos. Mi propia muerte no me molesta tanto como la separación de las personas que amo. O estos perros y gatos que me han acompañado durante tantos años aportándome cariño, compañerismo, lealtad y placer.
¿Qué hay después de la muerte?
El mejor El antídoto contra la muerte es la esperanza. El escepticismo ha ganado la batalla contra la esperanza, al menos en la Europa secular, pero diferentes tradiciones religiosas Todavía cautivan a millones de personas.
Sus historias no deben interpretarse como evidencia o hechos, sino como metáforas y símbolos. La esperanza no es un dogma, sino una expectativa de conexión con algo más grande que lo inmediato y lo efímero.
Desde el animismo, los ritos órficos y la filosofía platónica, Se supone que la naturaleza es sólo el velo de una realidad inaccesible a los sentidos. el estudio de Experiencias cercanas a la muerte (ECM) volvió a poner en circulación la idea de que la conciencia no muere con la muerte. Muchos neurólogos atribuyen estas experiencias, en particular visiones fuera del cuerpo, cualquiera comunicación con familiares fallecidos, a la falta de oxígeno que sufre el cerebro en situación de colapso. Dicen que son sólo alucinaciones.
Mi experiencia cercana a la muerte
Sin embargo, a los médicos les gusta el cirujano digestivo Manuel Sans Segarra, El cardiólogo Pim van Lommel y el anestesiólogo y reanimador Luján Comas, consideran que Esta hipótesis no es consistente, BIEN las alucinaciones son siempre subjetivas, perturbador y desordenado, y Las ECM se caracterizan por su objetividad, claridad y sensación de paz.
El sacerdote y escritor Pablo d’Ors compara estas experiencias con experiencias místicas. Son ventanas abiertas a una dimensión desconocida, donde reina la armonía, la plenitud y el equilibrio. «Experiencias cercanas a la muerte –escribe d’Ors en su obra Dévotion–, Cada vez más estudiados científicamente, demuestran que la conciencia persiste después de la muerte cerebral.«.
6 de enero de 2006 Sufrí una ECM. Mientras una unidad móvil de cuidados intensivos me trasladaba al Hospital de la Paz, mi corazón dejó de latir y sentí que mi conciencia (o, más precisamente, mi cuerpo espiritualizado o transformado) fue separado de mi cuerpo físico y Me miró desde el techo de la ambulancia.
La experiencia sólo duró unos momentos, Pero recuerdo muy bien mi rostro sin vida, el pijama que llevaba, los instrumentos médicos y los profesionales médicos que intentaron resucitarme. Después de esta experiencia, No he perdido el miedo a la muerte, pero me atrevo a atreverme a eso La interrupción de las funciones corporales no representa un fin, sino más bien una transición, una transformación, un cambio.
muerte, fuente de renovación
entiendo que mi hipótesis choca con la mentalidad científica, que sólo atribuye credibilidad a lo que se puede tocar, medir y cuantificar. No desprecio la ciencia, pero como Viktor Frankl, Creo que esto no responde a las preguntas fundamentales. Aunque nos ayuda a resolver problemas, nunca ha podido explicar el sentido de la vida.
Aceptemos por un momento que La muerte implica un final irreversible. ¿Cómo afrontarlo en este caso? Creo que diseñarlo como una fuente de renovación. Si no surgieran nuevas generaciones, la vida perdería su carácter de milagro irremplazable.
En el tiempo infinito no habría novedades auténticas, sino repeticiones estériles. La muerte es el tributo necesario que la vida exige para conservar su poder innovador. Además, nadie muere del todo mientras sigue ocupando un lugar en la memoria de sus seres queridos.
De todos modos, No existe una fórmula universal para afrontar la muerte. Cada uno debe desarrollar su propio camino. Cualquier alternativa es válida, excepto la desesperación. me siento cerca de Miguel de Unamuno: “Con razón, sin razón o contra ella, no quiero morir. Y cuando finalmente muera, si es completamente, no estaré muerto, eso es. “No me habría dejado morir, sino que el destino humano me habría matado”.
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