“No hay pistas, la única llamada sobre nuestro tío Abdón la hizo una vidente para aprovecharse de la situación”
Desapareció hace 24 años. Su rastro se perdió el 27 de marzo de 2001 en un pueblo de Burgos, Medina de Pomar. La alerta la dio su amigo, quedó con él y no se presentó. Se llama Abdón González, tenía 69 años y la única hipótesis firme es que alguien le hizo algo. Bajo la lupa, su entorno, sus amigos de entonces y, sobre todo, el nombre de una mujer. Sobre la mesa de los investigadores está el crimen. Alguien hizo desaparecer a Abdón.
[–>[–>[–>Su familia lleva más de dos décadas con las mismas preguntas: ¿dónde está?, ¿qué pasó? ¿Sufrió? A fecha de hoy, la actualidad que impera, es la duda: “nos cuesta pensar que alguien nos va a ayudar”. Las esperanzas se diluyen: “no, no creemos que le estén buscando”, lamentan, “desde luego no tenemos una información que nos haga pensar que sí”. Begoña y Carolina, voz de la búsqueda y sobrinas del hombre, hablan con este periódico: “Ha pasado mucho tiempo. La mayoría de la gente que estaba con él, y las personas que supuestamente podrían haberle hecho algo, ha fallecido o son muy mayores… Eso hace muy complicado encontrarle, saber qué pasó”.
[–> [–>[–>[–>[–>[–>“La última vez que hablamos con la Guardia Civil del caso de nuestro tío fue el 8 de abril de 2019”, lamentan. Inactividad, una vez más, sentencian las dos. “Hablamos porque pedimos nosotras tener una cita con el equipo que lo llevaba, porque llevábamos mucho tiempo sin saber nada y se trasladaron desde el cuartel de Burgos”. La respuesta fue directa, detallan, “nos dijeron que judicialmente el caso estaba archivado y que policialmente está abierto, pero que no nos iban a mentir, que no había movimientos porque tampoco había nada nuevo”. El mensaje de los investigadores les hace temer que no habrá respuestas. “No creemos que le estén buscando, desde luego no tenemos una información que nos haga pensar que sí”. La investigación “está estancada” pese a que investigadores y familia coinciden: se trata de un crimen, lo mataron y escondieron su cuerpo, alguien hizo desaparecer a Abdón.
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24 años atrás: la desaparición de Abdón
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El 27 de marzo saltó la alarma. Un amigo acudió a la tienda que regentaba Carolina, sobrina de Abdón. “Me dijo que había quedado con mi tío y que no se presentó”. Se había roto su rutina, algo determinante cuando se aborda una desaparición. El amigo explicó que llevaba un par de días tratando de contactarle pero que no tenía respuesta. Había estado en su casa y no parecía estar. Tras varias llamadas, tras varios intentos y no haber respuesta en la puerta de su casa, temiéndose lo peor, la familia acudió al cuartel de la Guardia Civil. Acompañados por los agentes accedieron al interior.
[–>[–>[–>“En el salón de su casa, en la mesa”, describe su sobrina, “un plato con restos de pollo. La botella de vino, el vasito con restos…”. Sin rastro de Abdón. Accedieron a la habitación. “Un pantalón, el carnet de identidad, las llaves de casa, la cartera con dinero y todo lo demás… pues como cuando sales de casa a hacer un recado y luego vas a volver. Aparentemente no faltaba nada…”. Solo él.
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Marcha voluntaria, fue la hipótesis inicial. Desde el principio la familia lo descartó. “Mi tío no tenía ninguna necesidad de irse, y menos así…”. La voz de los vecinos del pueblo, ayudó poco. “Se habrá ido el Caribe”, “Le he visto con una mujer”. La investigación “se relajó” en ese momento. “Creemos que hasta la Guardia Civil lo creyó”.
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[–>La familia descartó la marcha voluntaria. Los investigadores, con el tiempo, coincidieron también. Parecía difícil que Abdón hubiera decidido desaparecer por su propia voluntad y dejara todo en casa, hasta su documentación.
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Una mujer
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Catorce años después, en 2015, un agente de la Guardia Civil reactivó la investigación. Demasiado tiempo sin respuestas para haberse ido por propia voluntad, afirmó. El agente, con un equipo nuevo, empezó a indagar. “Miraron un pozo de la finca de nuestro tío, que en su momento no se había mirado”, recuerdan Begoña y Carolina. El movimiento les dio esperanzas, “todo acabó pronto, lamentablemente este guardia civil falleció y se acabó la investigación”.
[–>[–>[–>Las nuevas pesquisas hallaron algunas respuestas. Abdón los días previos a su desaparición estaba nervioso. “En aquel momento un amigo suyo, en concreto, el que nos avisó que hacía días que no le veía, le comentó a nuestro padre que él le había dicho que tenía miedo, que le habían amenazado…”. Los investigadores pusieron el foco en su círculo cercano. Entre otros nombres, apareció el de una mujer, con la que Abdón había tenido una relación.
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“Fue algo muy llamativo, era el típico hombre soltero que vivía con su hermana y su madre, hasta que ellos fallecieron y empezó a salir”, dibujan sus sobrinas. Los agentes obtuvieron algunos datos más: la de Abdón, “no fue una relación sentimental por amor. La policía nos contó que era una señora que, junto con otro señor, se dedicaba un poco, pues a estafar, o llámalo, no sé… A aprovecharse de un poco gente como nuestro tío Abdón”. A Abdón esta le había presentado al hombre como un tío, pero la realidad es que era su pareja de verdad.
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Su entorno, nuevo, “era gente peligrosa”, advirtió la Guardia Civil. Llegó el impacto: “Nosotros somos gente normal, no estamos… no nos rodeamos de delincuentes, entonces todo esto nos vino muy grande”. Llegó el shock.
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El dinero
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Los agentes reconstruyeron su día a día. Abdón, aparentemente, siempre había llevado una vida normal. Su ganado, sus animales, su huerta, poco más. Hallaron un dato, poco antes de la desaparición hubo un llamativo movimiento de dinero. Se halló así el posible móvil del crimen: el económico.
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Abdón González, desaparecido en Medina de Pomar (Burgos) en 2001. / Prensa Ibérica
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“Nuestro tío, había comprado un chalet en Burgos capital”, explican ambas, “cuando dejó la relación vendió ese chalet, que estaba a su nombre, no al de los dos… y lo que opinábamos nosotros, con la Guardia Civil es que, bueno, pues alguien vino para que le diera el dinero de la venta del chalet, pero él lo había metido en el Banco a un plazo fijo y no tenía al contado para dar nada a nadie. No tenía ese dinero disponible y ahí vendría el problema”.
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La suma era de unos cuarenta y cinco millones de pesetas de la época. Al cambio, unos 270.000 euros que, a día de hoy, siguen intactos, sin tocar. Que Abdón no haya hecho uso de este, tras la desaparición, reforzó la tesis de que ya no está.
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“A él le llamarían que ni timbre, ahí se llama a gritos, él bajaría y en la misma calle, dentro de su casa tendrían lo que fuera… y luego una de dos: o vamos a algún sitio a charlar y en ese sitio pasó, o pasó allí mismo, pero pasó, ya está”.
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“No recuerdo nada”
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Su expareja, su entorno, fueron llamados a declarar. La sospecha se intensificó en 2015, catorce años después de la desaparición, cuando esos mismos nombres estuvieron vinculados a la desaparición de una mujer, poco después de la del hombre, en un pueblo aledaño al de Abdón: Cristina Murié. Las respuestas fueron las siguientes: “no recuerdo nada”. El caso se archivó, también el de Cristina Murié.
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Tras eso, todo se fundió a negro. Se impuso el silencio. No hubo más. “Pistas, pues, no, no hemos recibido”, lamentan Carolina y Begoña. “En este caso al contrario que en otros, lo que hemos recibido ha sido silencio, nunca nadie ha dicho nada ni ha visto nada, ni ha oído nada”.
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Solo ha habido una llamada, recuerdan. “Una vidente o una pitonisa, o algo así… llamó. Pero al final, lo que quería era sacarles dinero. Les dijo, pues eso, que ella sabía, ella veía, oía… pero que la tenían que pagar. Nuestro padre le dijo que, si le traía nuestro tío, de cualquiera de las formas, entonces ya hablarían, pero mientras tanto no la iba a adelantar nada de dinero”. La vidente se marchó.
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“Lo sentimos especialmente por nuestra madre y por una tía nuestra, su hermana pequeña, que falleció hace dos años con esa pena. Ellas lo llevan fatal la verdad…”
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Desde entonces se impone el silencio. Nadie sabe nada de Abdón. “Como novedad lo único que podemos contarte es que, por temas de arreglar papeles, ya después de tantos años, solicitamos la declaración de fallecimiento”, lamentan sus sobrinas. Es un paso demoledor para las familias de personas desaparecidas. “Y ya nos la han dado, pero para nuestra sorpresa han puesto como fecha de fallecimiento unos días antes de su desaparición”. A la sorpresa se suma una duda, “no sabemos si esto a la hora de arreglar todos los papeles tendrá alguna consecuencia, la verdad”.
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Veinticuatro años después el dolor es protagonista. “Lo sentimos especialmente por nuestra madre y por una tía nuestra, su hermana pequeña, que falleció hace dos años con esa pena. Ellas lo llevan fatal la verdad…». El grito es común en todos los familiares de personas desaparecidas, «cuando fallece alguien, pues es muy triste, pero sabes lo que ha pasado… pero en este caso no sabes dónde está, qué le pasó si sufrió, si no sufrió…«. Piden ayuda, lanzan un ruego: el caso está prescrito, si alguien habla, si alguien «recuerda algo» no tendrá una consecuencia penal. Piensan, sobre todo, en su madre. «Si hablaran… Esto ha sido siempre una pena muy grande que no consigue cerrar».
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