No hay que pensar en grande, hay sentir en grande y lo demás llega solo
Vivimos en la era de la ambición. A menudo escuchamos expresiones en los medios o en las redes sociales como “hay que pensar en grande” si quieres triunfar. Este mantra, que seguro habrás escuchado varias veces, Da la impresión de que todo depende del desarrollo de un plan monumental, o visualizar metas imposibles. ¿Y si en realidad todo fuera mucho más sencillo, mucho más natural? ¿Y si no se tratara de pensar, sino de sentir?
El experto en felicidad, Mario Alonso Puig, ponente y autor de El camino hacia el despertarDice que la clave no está en los grandes proyectos, sino en algo mucho más profundo: la pasión. No se trata de soñar en grande, sino de conectar con lo que te motiva. Porque, como él mismo dice, “no hay que pensar en grande, hay que sentirse en grande, y lo demás viene solo”. ¿Porque? La respuesta está en nuestra propia biología.
La pasión como motor biológico
Cuando hablamos de pasión, imaginamos parejas lanzándose a un torrente de emociones. Y olvidamos esa chispa, esa pequeña mecha que se enciende cuando perseguimos lo que amamos.. Mario Alonso Puig va aún más lejos. Nos explica que la pasión tiene un impacto profundo, tanto en el cerebro como en las personas. No emocional, sino biológico.
Desde el punto de vista biológico, afirma el experto, sabemos “esta pasión es capaz de generar nuevas conexiones nerviosaspromover la formación de nuevas neuronas a partir de células madre. Esto, explica Puig, nos permite abrir la creatividad, desarrollar la inteligencia y mejorar nuestra capacidad de observación.
Este último punto es especialmente importante, dado que la paciencia, como demuestra la ciencia, “activa una parte del cerebro llamada SARS, el sistema reticular activado ascendente”. Esta parte del cerebro, como explica el ponente, hace que te “centres en las oportunidades”. Es decir, pasión«Biológicamente, esto tiene una correlación inmediata con la función cerebral».
Aunque eso no es todo, Puig nos explica que “la pasión favorece el funcionamiento del cuerpo”. De hecho, el experto afirma que «Las personas que tienen una pasión, en general, viven más y mejor que aquellos que no tienen una pasión».. Entonces, ¿qué nos impide vivir según una gran pasión, si es algo natural en el ser humano?
El miedo a ser apasionado
Aunque es algo esencial y natural en el ser humano, Hay algo en la pasión que nos asusta.. Con la evolución, nuestra especie adquirió el don (o castigo) de entender el tiempo como una línea continua. Pensamos en el pasado y tememos repetir sus errores. Pensamos en el futuro y nos preocupa no poder realizar nuestras aspiraciones. Quizás por eso tenemos tanto miedo de soñar. Por eso huimos de la pasión.
Mario Alonso Puig así lo cree. Tenemos miedo de tener pasión, “porque entonces la caída puede ser terrible”. El miedo a que las cosas no salgan bien, a que lo que esperamos no se haga realidad, hace que muchos desistamos. a lo que nos apasiona, antes incluso de intentar vivir motivados por esta pasión.
Pero ¿qué podemos hacer ante este miedo? Es imposible detener el miedo, es imposible apagar la incertidumbre. Sin embargo, podemos aprender a vivir con ello. Podemos aceptar el miedo como parte del proceso. Porque sentirse bien no garantiza que todo saldrá perfecto. Y, sin embargo, vale la pena vivirlo con intensidad, profundidad y determinación.. Como dice Puig, “si eres apasionado, tu cerebro irá a otro nivel”, un nivel en el que las dudas y los miedos pierden peso frente a la claridad y la energía que aporta perseguir lo correcto.
Pasión versus ambición
Uno de los principales beneficios de asumir este miedo a la pasión y superarlo (a través de la aceptación) es que nos permitirá vivir con auténtica ambición. Y vivimos en una sociedad obsesionada con lograr objetivos grandiosos. Una sociedad en la que la ambición ocupa el centro del discurso del éxito, en detrimento, en muchos casos, de la pasión. Sin embargo, Mario Alonso Puig nos invita a repensar esta jerarquía y mirar más allá. Según él, la verdadera fuerza impulsora de la ambición es la pasión, y no al revés. “Si tienes pasión, tendrás ambición”, asevera con contundencia.
La diferencia es sutil, pero crucial: la ambición se centra en el resultado, mientras que la pasión se centra en el proceso. Si basamos nuestras acciones únicamente en la ambición, Corremos el riesgo de perseguir objetivos sin sentido que realmente no nos satisfacen.. Por el contrario, cuando vivimos desde la pasión, las metas se convierten en una consecuencia natural de nuestro entusiasmo y dedicación.
Este cambio de perspectiva puede cambiar tu vida para siempre. Abraza tu pasión, porque te invita a mirar hacia dentro, a preguntarte qué es lo que realmente te impulsa.. Y a partir de ahí, cualquier ambición que surja será auténtica y alineada con tu propósito. Vivir con pasión, nos dice Puig, no sólo da sentido a nuestra vida, sino que también nos permite disfrutarla plenamente, independientemente de los resultados externos.
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