No se repetirá. Ya solo quiero que esté bien donde esté
El vecino de La Folleca que desenterró a su madre el pasado sábado en el cementerio de San Cristóbal de Entreviñas con el único afán de certificar si había muerto de verdad abrió ayer las puertas de su casa a LA NUEVA ESPAÑA. Eran poco antes de las cinco de la tarde cuando este hombre, sesenta años, pelo cano, aseguraba estar tranquilo. «Ya está todo claro», decía. Su madre, nonageneria, falleció de forma súbita en casa. Fue enterrada el día de Nochebuena. Él la desenterró el sábado por la tarde. Este domingo el féretro volvió al camposanto.
«Hoy el cielo está azul, despejado. Y yo ya solo deseo que mi madre, donde quiera que esté, esté bien», manifestaba este hombre. Confirmó, como se comprometió ante el juez de guardia que dictó su auto de libertad, que no volverá a cometer actos en la tumba donde reposa su progenitora, en un nicho del camposanto parroquial de Avilés. «No volveré a hacerlo. Una madre es una madre, y solo hay una. Pero ahora ya esta todo claro», insistió este hombre quien recibió una propuesta del equipo de crisis de Salud Mental del área sanitaria avilesina para recibir atención ambulatoria. Esto no significa que padezca enfermedad o trastorno psiquiátrico. Pero los profesionales querrían confirmar que el vecino de La Folleca, que en todo momento se mostró arrepentido por desenterrar a su madre y llevar su cadáver de vuelta a casa, se adapta a la nueva situación de orfandad.
El hombre, que tiene hermanos, perdió a su padre hace un tiempo. Su madre murió en casa, de forma repentina. A juzgar por los expertos, un duelo no finalizado podría estar detrás de una «reacción emocional anómala» en este vecino de La Folleca que, asombrado por la repercusión de sus actos, intentaba ayer pasar página a un capítulo triste de su historia.
Desde algunas esferas consideraron «importante» el respaldo de Servicios Sociales para que el vecino de La Folleca –núcleo formado por medio centenar de viviendas que pertenece a Avilés si bien está a metros de Raíces, en Castrillón– «pueda normalizar al máximo su situación social». Ayer por la tarde, el vecino esperaba por la visita de asistentes sociales. Otras voces más críticas consideraron que Servicios Sociales ya tenían que «llevar tiempo» trabajando con esta familia, incluso antes del fallecimiento de la nonagenaria el 23 de diciembre.
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Lo que pasó después de aquel día ya es historia. Cuatro días después del funeral, que se ofició el día de Nochebuena, el avilesino sacó el ataúd con el cadáver de su madre del nicho. Luego la arrastró hasta el aparcamiento, y la metió al coche con ayuda de un hombre que le advirtió de que «lo que hacía estaba mal». Más tarde circuló desde San Cristóbal a La Folleca, unos tres kilómetros, con el cadáver en el vehículo. «Para hacer eso necesitó de una fuerza descomunal, y para llegar a ese nivel tiene que existir mucho sufrimiento», decía este domingo el párroco Francisco Panizo.
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Una vez alertadas las fuerzas de seguridad, el avilesino fue detenido. Primero pasó por Urgencias y, posteriormente, durmió en los calabozos de Río San Martín. A mediodía del domingo pasó a disposición judicial. El magistrado dictó un auto de libertad. Las diligencias, no obstante, continúan abiertas por un posible delito de violación de sepulcro. Ayer el vecino de La Folleca intentaba hilvanar una vida sin su madre. Miraba al cielo. Le gustaba verlo despejado, azul.
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