Nuestra forma de hablar moldea nuestras emociones, y no al contrario



Esto no es lo que nos pasa a nosotros, pero la historia que nos contamos a nosotros mismos sobre ello, lo que determina cómo nos sentimos. Un corazón acelerado podría decir «voy a fallar» o «estoy a punto de hacer algo importante». Un error puede terminar con un «Soy un desastre» o simplemente «Hoy salió mal». Este diálogo interior, invisible para los demás, inconsciente en muchas ocasiones, es una de las fuerzas más poderosas de nuestra vida emocional.
Pero mucho antes de hablar de ello. dialogo internoAfirmaciones o reestructuraciones cognitivas, bases de la psicología moderna actual, un filósofo americano ya intuyó que nuestras emociones son más moldeables de lo que pensamos. Guillermo Jamesuno de los padres de la psicología moderna, abrió un camino que hoy sigue ampliándose: la idea de que lo que sentimos no es consecuencia de las circunstancias, sino de un proceso que podemos comprender y utilizar en nuestro beneficio.
Un avance revolucionario
William James es conocido como el padre de la psicología moderna porque, en el siglo XIX, fue uno de los primeros en fundar la psicología científica. Por primera vez en la historia postuló que Conciencia, emociones y libertad interior. Eran objetos de estudio, capaces de cambiar o alterarse a través de la psicología. Además, James puso sobre la mesa algo imprescindible y es que esta ciencia de la mente debe servir para vivir mejor.
Es pragmático y profundamente La humanidad sirvió de base para la psicología moderna. y ramas de esta ciencia, como la cognitivo-conductual. Aunque quizás su aportación más significativa fue la que realizó junto a su colega Carl Lange, con quien desarrolló la teoría de James-Lange.
La teoría de James-Lange
Lo habitual es pensar que primero sentimos una emoción y luego nuestro cuerpo reacciona. Incluso hoy en día, mucha gente cree que esto sucede. Pero James y Lange propusieron lo contrario. En su famoso ensayo, ¿Qué es una emoción?Los científicos presentaron su tesis: Lo fisiológico modifica lo emocional.
Es decir, No lloramos porque estemos tristes; estamos tristes porque lloramos. No temblamos porque tengamos miedo; Tenemos miedo porque notamos que estamos temblando.
James observó que entre el estímulo y la emoción hay un puente corporal. La respiración, la postura, la tensión muscular e incluso el ritmo cardíaco constituyen este puente.
Entonces, si llorar nos entristece, sonreír puede hacernos felices. Si el corazón acelerado le causa ansiedad, Calmar el ritmo cardíaco puede relajarnos. Y es sobre esta base que se basan muchas técnicas de la psicología moderna que todavía utilizamos en la actualidad.
Del cuerpo al diálogo interior
Si James estuviera vivo hoy, le fascinaría descubrir que su teoría, aunque intuitiva y algo simple, anticipó algo de lo que hoy entendemos como Regulación emocional y diálogo interno.. La psicología cognitiva ha demostrado que lo que pensamos y cómo lo interpretamos cambia literalmente cómo nos sentimos.
La teoría de la valoración cognitiva profundiza precisamente en esto y nos da la clave que podemos aplicar en nuestra vida diaria para gestionar mejor tus emociones: no reaccionamos a lo que nos sucede, sino a lo que creemos que está sucediendo. Y este significado lo construimos a través del diálogo interno.
Una cita famosa atribuida acertadamente a William James dice: «Eres tú, y la forma en que te hablas a ti mismo cuando te caes, lo que determina si has caído en un bache o en una tumba». » El diálogo interior es lo que determina la profundidad de nuestro sufrimiento.
Tres prácticas sencillas para aprender de William James
Con lo que ahora sabemos sobre la mente, la teoría de James adquiere un nuevo significado. Tenemos tres dimensiones: físico, mental y emocional. Primero se produce la reacción fisiológica (llanto), se genera una emoción (tristeza) e interpretamos este hecho (diálogo interno). Es este último punto el que maximiza o minimiza el impacto emocional.
Siguiendo la filosofía pragmática de James, podemos utilizar técnicas de la psicología cognitivo-conductual para utilizar este conocimiento a nuestro favor.
-Regreso al cuerpo. Cuando notes una emoción intensa, intenta cambiar de postura, relajar la mandíbula, respirar lentamente o caminar un poco. Estos pequeños gestos pueden cambiar el tono emocional, sacándote también de tu cabeza y de tu diálogo interno negativo.
-Identifica cómo te sientes y reescribe la historia.. Identifica cómo te sientes y cambia el escenario sin negar la realidad. En lugar de decir «Tengo miedo», explícate a ti mismo: «Estoy alerta porque esto me importa».
-Habla contigo mismo sobre cómo le hablarías a alguien que amas.. Si no quieres contarle a un amigo que está sufriendo, no lo digas a ti mismo. El cerebro responde con más calma y claridad cuando recibe palabras de apoyo que de castigo.
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