Nueva York seguirá siendo una ciudad de inmigrantes y, desde esta noche, dirigida por uno
En su meteórica carrera política, culminada este martes con la elección como alcalde de Nueva York, Zohran Mamdani se ha ganado, por múltiples razones, comparaciones con Barack Obama. El discurso de victoria que el joven socialista ha pronunciado en el majestuoso Paramount Theater de Brooklyn obliga a sumar a ese eco los elementos de retórica y oratoria elevadas que el presidente demócrata hizo su marca y que cada vez son mayor anomalía en la política.
[–>[–>[–>A lo largo de casi media hora de intervención, Mamdani ha hecho incluso un guiño a Obama, reivindicando aquel mensaje de esperanza que el primer presidente negro de EEUU convirtió en mantra y eslogan. Como aquel, ha enmarcado su triunfo como exposición de la capacidad de «erosionar el cinismo que ha llegado a definir la política» y ha dicho: «Elegimos la esperanza juntos, esperanza frente a la tiranía, frente al mucho dinero y las ideas pequeñas, frente a la desesperación. Hemos ganado porque los neoyorquinos se han permitido tener esperanza de que lo imposible podía hacerse posible. Insistimos en que la política ya no es algo que se nos hace, es algo que hacemos».
[–> [–>[–>Su discurso ha sido también extremadamente personal y propio, único para alguien que como miembro de los Socialistas Democráticos de América se sitúa a la izquierda del expresidente, que a diferencia de él es inmigrante (nació hace 34 años en Uganda) y que va a mandar en Nueva York como un líder demonizado y directamente amenazado por el ocupante de la Casa Blanca: Donald Trump.
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Mensaje directo a Trump
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Para el actual mandatario republicano, de hecho, Mamdani ha tenido palabras y un mensaje muy directos, llegando a animar a un Trump que sabía pendiente de él a «subir el volumen». Y ahí el ocupante del Despacho Oval ha podido escucharle prometiendo «responder a la oligarquía y el autoritarismo con la fuerza que temen, no con el apaciguamiento que ansían».
[–>[–>[–>«Si alguien puede mostrar a una nación traicionada por Donald Trump cómo ganarle es la ciudad que lo engendró», ha declarado Mamdani. «Si hay una manera de aterrorizar a un déspota es desmantelando las condiciones que le permitieron acumular poder. No es solo cómo frenaremos a Trump, es cómo frenaremos al próximo».
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En claras alusiones al pasado del republicano como empresario en la ciudad, el alcalde electo ha prometido «luchar contra caseros que se aprovechan de sus inquilinos», poner «fin a la cultura de corrupción, de evadir impuestos y explotar ventajas fiscales» y aliarse con los sindicatos.
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[–>La izquierda celebra la victoria de Mamdani en Nueva York entre gritos por Palestina / EUROPA PRESS
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«Seguirá siendo una ciudad de inmigrantes, construida por inmigrantes, movida por inmigrantes y, desde esta noche, liderada por un inmigrante», ha declarado en otro momento, dirigiéndose luego directamente a Trump en otra referencia a sus redadas, detenciones y deportaciones: «Cuando intente llegar a uno de nosotros, tendrá que pasar por todos nosotros».
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«En este momento de oscuridad política Nueva York será la luz», ha dicho también el joven político, que ha prometido «no permitir que quienes trafican con división y odio nos enfrenten entre nosotros», y ha prometido defender además de a inmigrantes a miembros de la comunidad trans, mujeres negras o «cualquiera con la espalda contra la pared».
[–>[–>[–>Reivindicación
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El capítulo destinado a Trump era solo parte de un discurso contundente donde Mamdani ha reconocido estar «lejos de ser el candidato perfecto», pero donde también se ha reivindicado con orgullo. «Soy joven, soy musulmán, soy socialista democrático y me niego a disculparme por ninguna de estas cosas», ha dicho en un momento el alcalde electo, que en el resultado electoral ha leído «un mandato para una nueva política».
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Desde la primera frase, una cita a Eugene Debs, el primer candidato presidencial socialista en la historia de EEUU, Mamdani ha dejado además clara su firmeza en esa presentación y reivindicación de su forma de hacer y entender la política, a la izquierda del Partido Demócrata y lejos del aparato. «Dejaremos la mediocridad en nuestro pasado», ha dicho. «Ya no tendremos que abrir un libro de historia para demostrar que los demócratas pueden atreverse a ser grandes. Nuestra grandeza será cualquier cosa menos abstracta».
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Igualmente, ha celebrado abiertamente haber derrotado a Andrew Cuomo, asegurando a sus votantes que han «tumbado una dinastía política». Y el exgobernador, que ha jugado la carta de la islamofobia en el final de la campaña y ha tratado de azuzar fantasmas sobre Mamdani en la comunidad judía, estaba claramente en su diana cuando, tras comprometerse a estar con los judíos en la «lucha contra la lacra del antisemitismo», también ha dicho: «Esta ciudad no será más una donde se puede traficar con islamofobia y ganar una elección».
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Mamdani también ha reivindicado su victoria frente a una campaña feroz en su contra ha recordado que muchos hasta ahora han oído su mensaje «solo a través del prisma de la desinformación». «Decenas de millones de dólares se han gastado para redefinir la realidad y convencer a nuestros vecinos de que esta nueva era algo que debía asustarles», ha explicado. «La clase de los milmillonarios ha intentado convencer a los que ganan 30 dólares a la hora que sus enemigos son los que ganan 20. Quieren que nos peleemos entre nosotros para que sigamos distraídos del trabajo de rehacer un sistema que lleva mucho tiempo roto. Nos negamos a que sigan dictando las reglas del juego. Pueden jugar con las mismas reglas que el resto de nosotros», ha dicho.
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Zohran Mamdani saluda a sus asesores y seguidores en una fiesta que celebra su victoria en las elecciones a la alcaldía de Nueva York. / YUKI IWAMURA / AP
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Osadía y lírica
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Si en campaña Mamdani ha mostrado su dominio de la comunicación y de las redes sociales, en este discurso que le ponía bajo el foco nacional y mundial ha expuesto su capacidad de combinar las propuestas políticas osadas y concretas con la lírica.
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Para Nueva York, por ejemplo, ha prometido una «mejora incansable, contratar miles de profesores, cortar el despilfarro de burocracia inflada», mejorar las viviendas de protección oficial y hacer que «justicia y seguridad vayan de la mano, trabajar con la policía reducir crimen y crear un departamento de seguridad de la comunidad que lidie con la crisis de salud mental y el sinhogarismo».
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A los jóvenes, una de las claves de su victoria, los ha definido como una «nueva generación de neoyorquinos que se niegan a aceptar que la promesa de un futuro mejor era una reliquia del pasado». «Habéis demostrado que cuando la política os habla sin condescendencia podemos iniciar una nueva era de liderazgo», ha continuado. «Lucharemos por vosotros porque somos vosotros».
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Se ha dirigido también a «los olvidados de la política» que han hecho suyo su movimiento, citando entre otros a «dueños yemeníes de bodegas, abuelas mexicanas, conductores de taxi senegaleses, enfermeras uzbekas, ayudantes de cocina de Trinidad y tías etíopes». «Esta ciudad es vuestra ciudad y esta democracia es vuestra también», les ha dicho.
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«Gente trabajadora le ha dicho los ricos y a la gente con conexiones que el poder no está en sus manos», ha proclamado en otro momento, antes de entrar en una descripción de «dedos amoratados de levantar cajas en los suelos de almacenes, palmas con callos de los manillares de bicis de reparto, nudillos con cicatrices de quemaduras de la cocina» para decir que «son manos a las que no se les ha permitido coger el poder». Y entonces ha añadido: «Hoy contra todo pronóstico lo habéis agarrado. El futuro está en nuestras manos».
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Mamdani ha reivindicado también esa política más osada, líderes con «una visión atrevida de lo que podemos lograr en vez de una lista de excusas por lo que somos demasiado tímidos para intentar». «La excelencia es lo que se esperara de todo el gobierno, no la excepción», ha dicho.
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En otro momento del discurso ha citado a una mujer que, en un autobús en el Bronx, le confesó: «Solía amar Nueva York pero ahora es solo la ciudad donde vivo». Y en la noche neoyorquina, el flamante triunfador de las elecciones, ha prometido acabar con ese sentimiento de derrota y nostalgia y hacer de la urbe «una ciudad que la gente trabajadora pueda amar otra vez y en la que pueda vivir, una ciudad que nos podamos permitir».
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