Paraíso para todos
Estos días se ha conmemorado la invención del eslogan «Asturias, paraíso natural» y de la puesta en marcha de iniciativas para buscar un turismo distinto y más personal, en gran medida ligado a la naturaleza y lo rural. Al tiempo, se ha galardonado a sus tres principales entamadores y afaladores, los dos Pedros, De Silva y Piñera, y un Tomás, con quien alguna relación familiar tengo.
[–>[–>[–>Reconocido el éxito de la iniciativa y sus fecundos frutos, uno no puede dejar de pensar que nos hemos excedido en la adoración de lo natural y la naturaleza: los xabalinos campan por sus respetos y los lobos, ¡pobre hermano lobo!, bajan a las poblaciones, se pasean por ellas, devoran animales en las mismas puertas de Uviéu, los atacan en el mismo establo… ¡Prubinos! Aunque ya se sabe que todo eso no son más que insinuaciones e insidias. Los mismos osos aumentan su presencia y ataques. En Salas y Tineo acaba de denunciarse: «los animales están llenos de zarpazos». Y hasta un oso ha entrado al cortín del líder del PP, el señor Queipo, y, como hay un vídeo, hay que descartar que el ataque haya sido obra de un rival político o de alguien de las propias filas, los más peligrosos enemigos, según Churchill.
[–> [–>[–>Es curioso que la condición de natural o de rural asturiano pueda transformarse en un insulto. Entrevistado en este periódico con motivo de su nombramiento como miembro de la de Academia de Ciencias Morales y Políticas, mi amigo Francisco Llera Ramo, profesor en Euskadi, donde tenía que andar escoltado por amenazas de los amigos de Pedro Sánchez, recordaba que otro profesor lo insultaba diciendo que olía a «establo asturiano». No lo nombra, pero lo hago yo: era F. Letamendía, «Ortzi», al que el 23-F tuvo que rescatar la Guardia Civil de la mar, porque la lancha en que huía se había quedado sin combustible.
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