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Peregrinaje mágico del mar a los Picos de Europa | El Viajero

Peregrinaje mágico del mar a los Picos de Europa | El Viajero
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  • Publisheddiciembre 17, 2025



Ha sido un importante centro de peregrinación desde la época medieval. Y no es para menos: la reliquia del Lignum Crucis, el trozo más grande conocido de la cruz en la que murió Jesucristo, se conserva en el monasterio de Santo Toribio de Liébana, en pleno corazón de los Picos de Europa. A pesar de ello, los Caminos Lebaniegos se mantienen alejados de las aglomeraciones y el bullicio. De todas las rutas peatonales que atraviesan Cantabria, ésta es una de las menos frecuentadas, a pesar de su belleza natural. Hacia Santiago o Liébana, los senderos forman una red que combina espiritualidad y comercio, ya que unían el norte peninsular con el resto del continente europeo.

Hay varios Caminos Lebanoniegos para elegir. Los vadinianos, los leoneses, los medievales y los olvidados. Actualmente lo más popular también parte de un solo lugar santificado: San Vicente de la Barquera. Hay más de 20 playas en el municipio, pero las urbanas merecen la pena. Al otro lado del Puente de la Maza se encuentran, por ejemplo, el Tostadero y el Rosal. Su pintoresco casco antiguo, con sus calles estrechas, sus animadas plazas (tomar el aperitivo al sol es un privilegio) y sus tradicionales casas de piedra, recomiendan alojarse allí unas noches. para continuar calentamiento piernas, el visitante podrá descubrir la arquitectura gótica de la iglesia de Santa María de los Ángeles, una imponente fortaleza medieval, y su Castillo del Rey, construido en el siglo XIII. La Torre Provostal, el Convento de San Luis…

Algunos peregrinos, cerca de Sobrelapeña.

El Camino Lebaniego es una ruta histórica de peregrinación centrada en la reliquia del Lignum Crucis, conservada en el monasterio de Santo Toribio de Liébana.

Pero aquí vinimos a caminar. En tres, cuatro o cinco etapas se recorren los 72 kilómetros que hay entre la playa y los Picos de Europa. El ritmo depende de la forma y el ritmo del caminante, pero es un recorrido sencillo y con un esfuerzo razonable en el que se puede pasar de las colas de calamar al guiso libaniego en cuestión de horas. En verano, desde bañadores hasta polares y desde chanclas hasta zapatos para caminar. Campos altiplánicos, brañas, bosques frente al granito de los Picos de Europa. Pueblos donde el caminante sueña con retirarse del enloquecimiento: Muñorrodero, Cades, Cicera, Cabañes, Lebeña. Ermitas, piedra, tradiciones. Y siempre (un poco) cuesta arriba.

Al igual que en el Camino de Santiago, deberás tener tus documentos de identidad, disponibles en cualquier oficina de turismo y necesarios para pasar la noche en los albergues y acreditar que has completado la ruta. Mientras que la Compostelana exige acreditar un mínimo de 100 kilómetros, la Libaniega se adquiere obteniendo sólo tres sellos. El único requisito es precaución, introduciendo los paseos en la rutina anterior para que la única preocupación sea disfrutar de las brumas matinales y el tímido sol a medida que avanza el día. El objetivo es Santo Toribio de Liébana, un monasterio gótico, clásico y barroco cerca de Potes.

Leyendas y paisajes

La ruta está llena de historia. Desde la Antigüedad fue enlace y vía de transporte de mercancías entre la meseta y los puertos cántabros. Por ellos transitaron peregrinos jacobeos; Decidieron hacer todo lo posible para honrarlo. Hoy asistir a la Misa del Peregrino, todos los días del año al mediodía, es algo más que solemne. La comarca de Liébana esconde diferentes relieves en los que el peregrino transita por la naturaleza más pura y frondosa. Liébana concentra vegetación mediterránea y atlántica, escenario de particulares bosques que reflejan vívidamente el paso de las estaciones. En primavera se visten de un verde exuberante; en verano aportan frescor; En otoño sus hojas forman una alfombra ocre y en invierno se cubren con una capa de nieve.

El camino discurre por tranquilos pueblos, ermitas, bosques y paisajes montañosos que delatan la transición hacia los Picos de Europa.

El soto cuenta con una gran variedad de especies: el castañar de Pendes, el hayedo de La Llama en Bejes y, hoy en el límite con Peñarrubia, la Braña de los Tejos, con ejemplares milenarios. El castaño de La Narezona, situado en la montaña de Casillas (Ojedo), destaca por su carácter singular; el enebro de Viñón y el monumental olivo de Lebeña.

Además de tu vista, tus piernas y tu paciencia, en el Camino Lebaniego ejercitas tu paladar. Los restaurantes y tiendas de alimentación de los pueblos ofrecen cocido lebaniego (hay romeros que cuentan los pasos en los guisos) y/o montañés, un festín imprescindible elaborado con judías blancas, col y compango (tocino, costillas, chorizo ​​y morcilla). No hay competencia entre los dos, sólo diversión. Antes, en la costa, preparábamos delicias como sorropotún de bonito, una olla que comían los pescadores cántabros, asturianos y vascos. Se mezclan los sabores de la patata, la cebolla, el pimiento y el tomate pochados a fuego muy lento.

De postre, canónigos, preparados con natillas, almendras y canela. O los frisuelos de Liébana, una especie de tortitas cubiertas con miel autóctona. El menú se corona con un vino tostado de Liébana (hay que probarlo) o, para los más proclives, con su famoso aguardiente de orujo, cuya destilación artesanal se realiza mediante la fermentación de uvas de calidad.

Muchas opciones, la misma belleza.

Estamos en un territorio único, con variados itinerarios hacia un lugar mágico, místico y solemne: Santo Toribio de Liébana. El Camino Lebaniego Castellano, por ejemplo, está muy ligado a la provincia de Palencia, de donde parte también un camino que conduce al monasterio. Atraviesa el Camino Francés de Santiago de Compostela en Frómista, la ruta de la Aquitania recuperada en Osorno la Mayor, la ruta del Besaya en Alar del Rey y la del Olvidado en Cervera de Pisuerga. En los senderos conviven las flechas marrones que indican el Camino Lebaniego con las amarillas que indican el Camino del Norte a Santiago de Compostela.

La gastronomía local (lebaniego o cocido serrano, sorropotún, postres tradicionales y orujo) es parte imprescindible de la experiencia del peregrino.

El Camino Vadiniense bordea los Picos de Europa y continúa hacia Riaño y Mansilla de las Mulas (ambas en León). Desemboca en una pequeña variante conocida como Ruta Leonesa, que pasa por el puerto de San Glorio. Es difícil decidir por dónde iniciar la peregrinación.

Y un año más, si os quedan fuerzas, incluso podéis hacer senderismo en alta montaña hasta la cabaña de Verónica, en los Picos de Europa. La ruta parte del Mirador del Cable (estación superior del teleférico de Fuente Dé), a 1.823 metros de altitud. Realmente inolvidable.



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