Petro y Lula chocan con la política migratoria de Trump
La política migratoria de Donald Trump ya provoca los primeros roces con Colombia y Brasil. El Secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, ordenó el cierre de trámites de visado en Colombia a partir del 27 de enero en respuesta a la negativa de Gustavo Petro de recibir dos vuelos con migrantes indocumentados colombianos deportados en las últimas horas. El Gobierno norteamericano había enviado dos vuelos cada uno con 80 migrantes colombianos irregulares detenidos en las primeras redadas de la administración del multimillonario republicano. «Un migrante no es un delincuente y debe ser tratado con la dignidad que un ser humano merece. Por eso hice devolver los aviones militares estadounidenses que venían con migrantes colombianos»
Petro respondió a la medida anunciada por Rubio, con quien había protagonizado numerosos intercambios ásperos años atrás, cuando era el portavoz del ala más dura de los Republicanos en el Senado en cuestiones latinoamericanas. «Hay 15.660 estadounidenses establecidos en Colombia de manera irregular» y deben «acercarse a nuestro servicio migratorio para regularizar su situación». El presidente colombiano pidió además una reunión urgente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) con el propósito de «examinar los problemas de la migración y la nueva configuración del mercado de drogas en América». Subrayó al respecto: «si no nos quieren en el norte, el sur debe unirse».
Petro citó a su vez un video del Gobierno brasileño que califica de «inhumano» el trato que reciben los casi 100 migrantes de ese país que fueron enviados al gigante sudamericano. «Si ese país los devuelve debe ser con dignidad y respeto con ellos y con nuestro país», comentó al respecto el presidente de Colombia. Reclamó en ese sentido que retornen «en aviones civiles, sin trato de delincuentes recibiremos a nuestros connacionales».
Respuesta brasileña
En este contexto, Brasil se propone pedir a Washington aclaraciones por la decisión de enviar esposados a los inmigrantes brasileños. El ministerio de Exteriores informó este domingo que permanece atento a los cambios en las políticas migratorias de Estados Unidos a los efectos de garantizar la protección, la seguridad y la dignidad de los brasileños que viven en ese país. Para la diplomacia brasileña «el uso indiscriminado de esposas y cadenas viola los términos del acuerdo con EE.UU., que prevé un trato digno, respetuoso y humano a los repatriados». Y añadió otro adjetivo que comunica el malestar de la administración de Luiz Inacio Lula da Silva: lo subieron a un avión de una manera «degradante».
El vuelo hizo escala en el aeropuerto Eduardo Gomes de Manaos. «Las autoridades brasileñas no autorizaron el vuelo chárter a Belo Horizonte el viernes por la noche debido al uso de esposas y cadenas, al mal estado de la aeronave, con un sistema de aire acondicionado averiado, entre otros problemas, y a la revuelta de los 88 nacionales a bordo por el trato indigno que recibieron», añade Exteriores.
Tras pasar la noche en la capital de Amazonas, el grupo viajó recién el sábado a Belo Horizonte. El Palacio de Itamaraty, como se conoce a la cancillería, recordó que tiene un acuerdo de repatriación con Estados Unidos que rige desde 2018. «El Gobierno brasileño considera inaceptable que no se respeten las condiciones acordadas». En virtud de ese convenio se prohíben las esposas o cadenas, salvo en caso de riesgo para la seguridad de los pasajeros y la tripulación. En 2024, unos 2.600 brasileños fueron deportados por EE.UU., según cifras oficiales del Gobierno sudamericano.
La prensa brasileña no dudó en considerar este episodio como el primer roce bilateral. La fricción no ha provocado sorpresas. Lula había construido una relación personal con Joe Biden a lo largo de estos años. No solo expresó su preferencia por la continuidad de los Demócratas en el poder. En varias oportunidades hizo saber sobre su temor por el revanchismo de Trump y las consecuencias negativas a nivel global de su vuelta a la Casa Blanca.
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