Podríamos aprender mucho de las mujeres que contemplaban el trabajo con deseo y no con tedio

A la argentina Tamara Tenenbaum (Buenos Aires, 1989) se la podría describir como una especie de superheroína multitasking. No solo da clases de filosofía en la Universidad de Buenos Aires sino que también enseña escritura, trabaja como columnista y guionista televisiva, escribe novelas y obras de teatro y es capaz de convertir en best-seller un ensayo de éxito instantáneo sobre las relaciones sentimentales y sexuales de los milenials, desmontando viejos mitos, desde una perspectiva feminista en la que todo se puede discutir. Lo hizo en ‘El fin del amor’, cuyo subtítulo, ‘Amar y follar en el siglo XXI’ ya lo dice todo, y que la llevó a ser considerada la Nora Ephron argentina si esta hubiera estudiado filosofía.
Con el reciente ‘Un millón de cuartos propios’, libro con el que ha ganado el Premio Paidós de ensayo, se vale del clásico ‘Una habitación propia’ de Virginia Woolf, a la que ella llama con cercanía Virginia, para disparar preguntas y reflexiones sobre el momento actual. No solo desde una perspectiva que atañe a las mujeres, que por supuesto, sino también pensar para todos el tsunami neoconservador que se nos viene encima. Y una recomendación, vean la serie que inspiró ‘El fin del amor’ (Prime Video), cuyo personaje principal es la propia Tenenbaum, un cruce inspirador entre ‘Sexo en Nueva York’, ‘Unorthodox’ y ‘Fleabag’.
¿Qué es lo que una obra de una burguesa como Virginia Woolf escrita en 1929 hace casi 100 años puede decirnos hoy?
En la universidad traté a alumnos que se consideraban libertarios o anarcoliberales mucho antes de que Milei los pusiera de moda. Estos chicos utilizaban lecturas de pensadores de principios del siglo XX como referente en un intento de construir una tradición. Así que pensé que como mujer feminista iba a hacer algo parecido, porque al igual que los neoconservadores emocionados con Elon Musk nosotras también nos dejamos llevar por el entusiasmo de lo nuevo, de lo que nació con nosotras, y no siempre lo nuevo es lo mejor para pensar el presente justamente porque está demasiado cerca.
Woolf en su texto dijo una cosa muy sencilla pero a la vez muy rupturista: que para crear (o sencillamente tener autonomía mental) se necesitaba una habitación propia y un ingreso económico.
Es una frase breve pero muy poderosa. Virginia hablaba de que lo intrínsecamente femenino estaba ligado a lo doméstico y eso tiene su eco actual en los niños que golpean a la puerta reclamando a mamá. Las cosas están cambiando, naturalmente, pero la frase tiene un aspecto más universal tanto para ellas como para ellos y es la dificultad de conseguir una vivienda por parte de los jóvenes. En Argentina tenemos una economía muy precaria pero es raro compartir piso, como se hace en España. Si uno tiene un lugar en una casa compartida quizá no tenga lugar para poner un escritorio y la zona común esté llena de ruido.
Tamara Tenenbaum. / José Luis Roca
Afirma que ya “nadie sueña con trabajar, se sueña directamente con ganar plata».
La mayoría de los trabajos que hace la gente no tienen nada de gratificante. Así que es lógico que pensemos que el trabajo es alienante y explotador y que nos cueste conectar con la idea de que pueda ser transformador del mundo y la sociedad. Marx no veía nada problemático en trabajar la tierra pero sí en dedicarse a trabajos alienantes. Estar alienado no significa solo no percibir un salario justo sino también no saber para qué sirve lo que se está haciendo, no sentirse parte del proyecto social. El problema es que soñemos hacer mucho dinero encerrados en casa delante de la computadora haciendo compras que nos llegan directamente a la puerta. Esto quizá a muchos le parezca menos alienante que un trabajo de explotación, pero claramente nos deja un mundo peor. Y no es solo privativo de la crisis de soledad masculina de la que tanto se habla, la mujer también se está sintiendo sola. La crisis de salud mental es enorme y no nos está yendo nada bien.
¿Pasaron ya los tiempos en los que para una mujer trabajar era una reivindicación y un derecho?
El trabajo ha sido y es muy liberador. Por eso me interesaba la perspectiva de las mujeres de principios del siglo XX que no podían trabajar y por lo tanto no tenían autonomía. El mundo fuera de tu casa te permite conocer y elegir otros universos. Creo que podríamos aprender mucho de las mujeres que contemplaban el trabajo con deseo y no con tedio.
Es extraño que cada vez haya una tecnología más perfecta y que eso no haya propiciado que trabajemos menos. No parece que la IA nos vaya a ayudar al respecto.
El trabajo tiene que cambiar mucho y va a hacerlo. En las casas, los lavavajillas, las neveras y los microondas cambiaron la vida de las amas de casa en los años 50, pero a la vez no nos ha quitado horas de trabajo. Hay algo ahí que no funciona. Respecto a la IA, todo indica que los primeros oficios que va a reemplazar no son los más ingratos, los de salario mínimo de mantenimiento, cuidado de ancianos y niños y limpieza. Por otra parte, en el libro cito a un experto en IA que dice que debemos luchar por un ingreso básico porque van a desaparecer muchos trabajos y no podemos dejar a la mitad de la población apartada de la economía real.
Tamara Tenenbaum. / José Luis Roca
Woolf habló de enfrentarse al mundo y a la escritura sin resentimiento. ¿El feminismo ha pecado de rencor?
Me interesa mucho el resentimiento cruzado entre hombres y mujeres, ellas les achacan lo que han sufrido y ellos lo que están perdiendo. Virginia habla de ello en 1929, así que lo de los jóvenes resentidos no es un fenómeno de la nueva derecha. Hace un tiempo que la filosofía estudia no solo la potencia de las ideas sino también los afectos y las emociones, más complejos y más incontrolables. A veces las feministas se cuentan cuentos de hadas diciendo que con el feminismo ganamos todos, hombres y mujeres y es verdad, pero también hay que ser realistas y reconocer que estas fricciones existen y que muchos hombres no lo van a sentir así.
El feminismo de las redes sociaes, el feminismo pop, el de Instagram ¿es bueno o es malo?
Puede ser una puerta de entrada para hacer reflexiones más profundas. Pero a veces, lo que se vierte ahí poco tiene que ver con el feminismo y sí con mensajes devaluados. No eres mejor persona porque subas una foto. Es nocivo porque nos da confort pagando muy poco. Creo que ser feminista no es tan fácil, debería ser algo atractivo pero hay que enfrentarlo con honestidad, ganas y sin ironía.
¿En la Argentina de Milei, cómo de fácil le resulta ser feminista?
Estoy acostumbrada a que me traten mal en internet y ahí me odian mucho, pero por suerte no tengo 20 años y no me angustio. Aunque la libertad de prensa no está amenazada, las condiciones de violencia en las redes y en la vida real hacen que mucha gente se calle y eso va a ser cada más problemático. La censura no va a ser estatal sino algo mucho más complejo.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí