¿Por qué los clásicos grecolatinos han vuelto?
En Los que se quedan, la deliciosa película antinavideña que Alexander Payne estrenó el año pasado, el regalo estrella de Paul Hunham, el desencantado y pelín curda profesor al que vida Paul Giamatti, son las Meditaciones de Marco Aurelio, «el libro que reúne todo el saber del estoicismo», tal y como celebra la editorial Arpa en la cubierta de su última edición, publicada a finales de 2024. «Es como la Biblia, el Corán y el Bhagavad Ghita todos juntos, pero lo mejor es que no tiene ni una sola mención a Dios», asegura Hunham/Giamatti mientras hace entrega de dos ejemplares envueltos que sus destinatarios, un pelín ojipláticos, reciben como si alguien les acabase de depositar una tibia de neandertal en las manos.
[–>[–>[–>[–>En el tiempo en que transcurre la película (años 70 recién estrenados y Vietnam aún humeando), un emperador romano muerto y enterrado hace casi todos los siglos del calendario quizá no fuese aún trending topic, pero seguro que antesdeayer, en el patio de butacas, más de uno se codeó con el vecino (dentro meme de «buá, soy yo literal») en señal de reconocimiento. Porque, en efecto, Marco Aurelio ha vuelto. Y, junto a él, un auténtico ejército de clásicos grecolatinos dispuestos a plantar bandera en las mesa de novedades y a colonizar poco a poco el mundo editorial y la cultura pop.
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Así, mientras los mitos olímpicos siguen echando raíces en la literatura (ahí están, por ejemplo, Las miradas de Medusa, de Natalie Haynes, Diosas. Mitos en primera persona, de la divulgadora Niké de Samotracia, o la esperada nueva novela de Madeline Miller, autora de ‘Circe’, alrededor de la figura de Perséfone) y aumenta el número de estudiantes de latín y griego, Sísifo brinca del Instagram del divulgador y novelista Pol Gise -350.000 seguidores y subiendo- a las canciones de Carolina Durante, y Marco Aurelio Antonino se pasea por La sangre del pobre de Alcalá Norte segundos antes de convertirse en modelo de conducta no siempre modélica.
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Kilómetro cero cultural
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Entre tanto, las librerías redescubren a viejos conocidos del estoicismo como Epicteto y títulos como Estoicos en la oficina y Claves para una maternidad estoica conviven con nuevas ediciones de De la vida feliz de Séneca («poderosas reflexiones sobre la brevedad de la vida y cómo aprovecharla de verdad», leemos en la edición de Taurus), El banquete de Platón («el libro que descubrió la naturaleza del amor», anuncia la editorial Arpa) y Sobre la amistad de Aristóteles (Acantilado). Y eso por no hablar del fenómeno Irene Vallejo, construido minuciosamente alrededor de los clásicos, «kilómetro cero de nuestra cultura», o de la cara de estrella del rock que se le pone a Mary Beard cada vez que publica un nuevo libro sobre el imperio romano o las leyendas de Pompeya. Así que, por Júpiter, ¿qué está pasando?
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«Los clásicos nos ayudan a entender el presente, pero no desde el punto de vista solamente personal y de la condición humana, también desde un punto de vista histórico», asegura Emilio del Río, doctor en Filología Latina y autoridad de la divulgación grecolatina gracias al pódcast Locos por los clásicos. «Por poner un ejemplo actual», prosigue el también autor de Latin lovers y Calamares a la romana, «¿qué hacemos ante la invasión genocida de Ucrania por parte de Putin? Ya lo dijo Demóstenes hace 2.400 años, cuando el padre de Alejandro Magno, Filipo, empieza a bajar del norte de Grecia -una monarquía absoluta frente a una democracia, la ateniense y las ciudades-estados asociadas- y dice: ‘O lucháis allí o lucharemos aquí’. No le hicieron caso y perdieron. Y se acabó la democracia en Atenas».
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Cantera inagotable
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Los clásicos grecolatinos, es cierto, siempre han sido una cantera inagotable; una fuente de inspiración frecuentada, visitada y a veces incluso saqueada por todas las disciplinas artísticas, pero cada cierto tiempo se alinean los astros y se desborda el entusiasmo. O, por llamarlo por su nombre, el estoicismo. En una década, sin ir más lejos, hemos pasado de la psicopolítica y la sociedad del cansancio del surcoreano Byung-Chul Han a un mundo paralelo en el que las menciones a Séneca se multiplican en TikTok como gremlins en remojo y las Meditaciones de Marco Aurelio suman hasta una docena de ediciones más o menos recientes; desde nuevas traducciones en Arpa o formatos deluxe en Taurus a autopublicaciones domésticas. «Después de la pandemia nos hemos quedado todos un poco tocados, así que esto responde a una demanda de claves de bienestar emocional y de felicidad», apunta del Río.
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Esa zozobra contemporánea poscoronavírica y «el gran número de paralelismos» entre la historia más reciente y momentos concretos de la antigua Grecia explican también que Donald Robertson, escritor, psicoterapeuta y autor del superventas Piensa como un emperador romano. La filosofía estoica de Marco Aurelio para dominar tus emociones y gobernar tu vida, acabe de aterrizar en las librerías con Piensa como un filósofo griego. El método de Sócrates para alumbrar las ideas y las respuestas que necesitas (Temas de Hoy), un manual que presenta al ateniense como «padrino de los estoicos» y «bisabuelo de la autoayuda y de la psicoterapia moderna».
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«Sócrates es importante no solo porque es la fuente original de la que procede la mayor parte de la filosofía tal y como la conocemos hoy en día, sino también porque gran parte de nuestra literatura moderna sobre la mejora personal está, en última instancia, en deuda con él. En cierto modo, Sócrates es el bisabuelo de la autoayuda y de la psicoterapia moderna», escribe el escocés, para quien los ecos entre la Atenas del siglo V a. C. y la actualidad resultan evidentes. «[…] Tras el estallido de una guerra importante y una epidemia devastadora, su confianza en el gobierno se vio sacudida, lo que llevó a una división entre dos facciones políticas que se volvieron más extremas y polarizadas mientras luchaban por el control del estado. Los sistemas político y jurídico de Atenas sufrieron bajo el peso de la corrupción […]. Los demagogos no tardaron en darse cuenta de que se podían utilizar medidas populistas y una retórica emotiva para manipular a la gente…», dice Robertson, fundador de la Estoicismo moderno Ltd.
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Charlatanes de feria
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Con esta yenka filosófica hasta el maestro de Platón, Robertson no hace más que subrayar que, ahora mismo, el estoicismo es el no va más. Séneca, Epicteto y Marco Aurelio van a la oficina y a la escuela de negocios, se bajan al barro de las redes sociales para hacer unos burpees y aún les queda tiempo para convertirse en escuela de vida de empresarios tirando a megalómanos como Elon Musk o Jeff Bezos.
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Hace más de 2.000 años, los estoicos elaboraron alrededor de Zenón de Citio una ética personal basada en la persecución de la felicidad y la virtud a través del autocontrol y la tolerancia. Hoy en día, su pensamiento se ha visto en parte laminado por la cháchara motivacional y redirigido hacia la autoexplotación como simulacro de realización personal. «Hay mucho charlatán de feria en todo esto -sentencia del Río-. Leer las Meditaciones de Marco Aurelio es una de las mejores cosas que se puede hacer en la vida, pero muchas cosas que le atribuye la gente que está en Instagram son directamente inventadas».
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A punto de publicar un nuevo libro, Carpe Diem. Autoayúdate con los clásicos, el profesor y «latinista tuitero» aboga por buscar en el pensamiento clásico respuestas profundas, atemporales y bien fundamentadas. «Cuando uno se rompe algo, va al traumatólogo, no va a un homeópata a que le cuide el hueso. Esto es lo mismo. Porque los clásicos escriben autoayuda de la buena. Séneca, Marco Aurelio, Epicteto, Cicerón… Escriben manuales de vida auténticos. Eso está en auge y, como digo, se han colado muchos charlatanes de feria, gente que no es capaz de leerlos en su lengua original», reflexiona.
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Hacia la autodestrucción
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En Ser un estoico (Paidós), otra de las novedades que llegan estos días a las librerías, su autor, el influencer y creador de The Everyday Stoic William Mulligan, ahonda en la senda que va de la filosofía a la autoayuda asegurando que «el estoicismo consiste en desarrollar hábitos prácticos. Basta con empezar a practicarlo para llevar una vida más agradable». «A veces necesitamos que algo nos obligue a cambiar para descubrir una vida mejor, y si nuestra vida no ha mejorado desde un punto de vista objetivo, el estoicismo nos da la oportunidad de descubrir y desarrollar resiliencia, optimismo, perspectiva, sabiduría y felicidad», abunda.
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«En la última década, quizá un poco más, se ha despertado un inusitado interés por la filosofía estoica. Me parece lógico si se busca poner un poco de racionalidad en esta sociedad globalizada, que por momentos parece caminar hacia la autodestrucción», constata a su vez Antonio Cascón Dorado en el recién publicado Lecciones de estoicismo (Arpa). El filón, ya ven, no se agota y ha empezado el año con ánimos renovados: se prepara la Guía práctica del estoicismo, de Massimo Pigliucci, y seguro que John Sellars está ya recopilando material para dar continuidad a su Lecciones de Aristóteles.
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Para que no falte de nada, también se suma a la fiesta Sun Tzu, que de estoico tenía más bien poco pero cuyo El arte de la guerra guía los pasos de magnates con déficit de escrúpulos y aprendices de estrategas. El libro del filósofo y militar, que en su día ya inspiró canciones de Rage Against The Machine y discos de Manic Street Preachers, ha renacido este año en formato cómic y en reediciones conjuntas con, quién si no, las Meditaciones de Marco Aurelio; e incluso ha inspirado Invencible, novela de Carlos Bassas del Rey que indaga en la vida del escurridizo general chino. Próxima parada: epicureismo a capazos o realismo resignado.
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