pros y contras de Ozempic y Wegovy
El afán por perder peso de forma rápida aumenta a la par que proliferan los snacks en los supermercados, la comida basura en las calles y los anuncios que posicionan ese tipo de productos como el mayor de los disfrutes.
Eso puede llevar al sobrepeso, pero los expertos insisten en que la obesidad es una enfermedad crónica compleja que está en auge por factores genéticos, junto –precisamente– al aumento del sedentarismo y el consumo de fast food.
La irrupción de los fármacos para adelgazar
Una de las posibles ayudas para esas personas son los fármacos agonistas del receptor GLP-1 (Wegovy®, Mounjaro® o Saxenda®; y Ozempic® y Rybelsus® cuando la obesidad se acompaña de diabetes 2).
Actúan incrementando la actividad que ese receptor hace (después de comer) en el páncreas, el hígado, el tejido adiposo, el cerebro, los riñones y el propio tubo digestivo.
Y consiguen, imitándolo, que los alimentos permanezcan más tiempo en el estómago, disminuir el apetito y mejorar la sensibilidad a la insulina. En los Estados Unidos los toman unos 20 millones de personas y se prevé que pronto esa cifra se duplique.
En España las ventas de estos fármacos superaron los 4,8 millones de envases en 2024. Y eso pese a su alto precio (unos 300 € al mes), que no cubre la Seguridad Social cuando se dan para la obesidad (sí se financia si también hay diabetes tipo 2).
No sirven para todos los casos
«No todas las personas con obesidad tienen las mismas alteraciones ni al mismo nivel«, afirma la Dra. Andreea Ciudin, coordinadora de la Unidad de Tratamiento de la Obesidad, Endocrinología y Nutrición del Hospital Vall d’Hebron.
«Son varias las hormonas implicadas en la regulación del apetito y en el metabolismo (generadas en hígado, páncreas, intestino delgado, estómago, incluso en el músculo o el tejido graso). Los fármacos que tenemos actúan sobre dos de ellas (GLP-1 y GIP), pero no sobre el resto –nos aclara la especialista–. Ya se estudian medicamentos (análogos de amilina o del glucagón) para cubrir el resto de casos».
Conviene aclarar, también, a quienes los toman y los recetan, «que no es un suplemento como los que se toman en verano o antes de una boda para eliminar líquidos. No es una medicación de uso corto ni se puede ‘jugar’ con ella. Basta con tener número de colegiado médico
para recetarlos, pero hay que estudiar muy bien al paciente», remarca la doctora.
Nuevos avances que llegarán
Se está estudiando la presentación por vía oral (de momento en obesidad solo existe la opción inyectable semanal) y los datos preliminares de estos ensayos clínicos prometen buenos resultados (presentados en congresos médicos recientes).
El siguiente paso será saber si espaciando las dosis –mensuales en lugar de semanales– tendrán el mismo efecto sobre el peso, la grasa y el apetito, ya que en los ensayos se observó que al suspenderlos se recupera el peso perdido. Las formulaciones orales son bastante más económicas de elaborar, por lo que se prevé que su precio disminuirá y más personas con obesidad accederán a ellos.
Como suele ocurrir, eso dará pie a la picaresca: la Agencia Española de Medicamentos ha advertido de que ha habido un fuerte aumento del número de medicamentos ilegales. Se ofertan en webs fraudulentas y se promocionan en las redes sociales, pero no están autorizados y no cumplen las normas necesarias de calidad, seguridad y eficacia. Algunos de ellos ni siquiera llevan el principio activo que los hace efectivos para perder peso. Por eso, si se permite comprar sin receta médica, desconfía y acude a tu médico.
La última moda: microdosis… que no funcionan
En Estados Unidos hay quien se inyecta una pequeña cantidad tras haber perdido varios kilos para evitar un efecto rebote, o para rebajar el gasto mensual.
Para la doctora Ciudin, «usar esos packs o kits de minidosis cuando no está indicado es una barbaridad. Y también hacerlo sin supervisión médica. Hay que recordar que lo que se está tomando son hormonas que, de una u otra forma, alteran el metabolismo. Además, durante el primer año el cerebro se resiste y baja el metabolismo basal para preservar la grasa, por lo que muchos no pierden lo que esperan».
Solo un médico, tras analizar cada caso, puede variar la dosis. «Quizá al inicio del tratamiento, si tiene una obesidad grave, le demos más para hacer que el cuerpo pierda grasa corporal –nos concreta la Dra. Ciudin–. Pero después, en fase de mantenimiento, se le puede bajar la dosis y eso a pesar de que la empresa farmacéutica determine una cantidad fija porque es lo que ha estudiado en el ensayo clínico. Pero la práctica y la vida real mandan. Ajustar la dosis es algo normal y pertinente… cuando lo hace el médico».
Cómo actúan y qué beneficios tienen
El primer paso, pues, para recetar esos fármacos es que médico y paciente marquen un objetivo claro. «Y no siempre tiene que ser perder un cierto número de kilos –dice la doctora–. Puede ser que se busque la disminución de grasa acumulada en el hígado, o que deje de doler tanto la rodilla. Eso, junto con lo que llamamos evaluación morfofuncional y la historia clínica es lo que nos marcará el camino que seguir y la manera de evaluar los avances».
Debe hacerlo un equipo multidisciplinario,en el que, además del médico, se incluya un nutricionista y, si es posible, un psicólogo, junto con médicos rehabilitadores y fisioterapeutas.
«Ellos dos –nos dice la responsable de la Unidad de Tratamiento de la Obesidad de Vall d’Hebron– serán los que indiquen el ejercicio físico que debe hacer cada persona. La prescripción de ejercicio tiene que ser obligatoria e iniciarse desde el primer momento, y adaptado a las posibilidades del paciente. No sirve decirle que vaya a correr o que se mueva más porque la persona con obesidad y con un músculo pequeño, inflamado e infiltrado de grasa no va a poder cumplir con eso; debemos darle pautas concretas. Olvidarse de cualquiera de estos pasos de seguimiento es caer en una mala praxis».
Con ese trabajo en equipo, la persona puede mejorar sus hábitos y su relación con la comida.
La Dra. Ciudin nos recuerda que «muchos casos de obesidad se deben a que se han alterado ciertas hormonas y eso hace que la persona no experimente la sensación de saciedad. Al tomar la medicación, puede parar de comer porque su cerebro ahora sí le da la orden. En situaciones en que se come de más por ansiedad, entonces es el psicólogo quien tiene un papel fundamental».
La pérdida de peso que se consigue en poco tiempo puede servir de motivación para modificar hábitos que le permitan mantener, ya sin fármacos, un peso saludable.
Cómo influyen los fármacos en la salud general
«A partir de que se consigue una pérdida del 10-15% del peso, se observan beneficios en muchas enfermedades relacionadas con la obesidad”, nos dice la Dra. Silvia Pellitero, del Servicio de Endocrinología del Hospital Germans Trias i Pujol.
Y añade: «Algunas mejorías ya se producen antes, sobre todo si se reduce la grasa abdominal, que es la que se asocia a riesgo cardiovascular. Por eso, no solo es importante perder peso, sino también reducir el perímetro abdominal, que es un reflejo de la grasa visceral o profunda que está almacenada en la zona central del cuerpo».
Quizá mejore la apnea del sueño
«Estos fármacos –explica la Dra. Pellitero– no solo disminuyen la sensación de hambre, sino que ayudan a rebajar también la grasa que hay alrededor del cuello y de la vía respiratoria, lo que reduce el riesgo de colapso durante el sueño. Además, mejoran el metabolismo y la inflamación de bajo grado, dos factores que también influyen positivamente en la calidad del descanso y en la aparición o no de apneas».
En algunos casos, y por reequilibrar la glucosa, la medicación puede tener beneficios directos sobre el corazón y las arterias; sobre la presión arterial elevada, el hígado graso, el exceso de albúmina, la inflamación de bajo grado y la enfermedad renal crónica asociada al exceso de peso. Sin embargo, esos beneficios pueden no aparecer si uno toma estos fármacos por cuenta propia y sin ninguna supervisión.
No hay que olvidar sus efectos secundarios
Siguiendo bien el tratamiento, al cabo de un año se puede perder hasta un 15% del peso inicial (13,2 kg en una persona que pese, por ejemplo, 88 kg y necesite rebajarlos), pero hay otra realidad que conviene tener presente: algo más del 10% deja de tomar el fármaco antes del año, por diferentes razones.
1. PROBLEMAS GASTROINTESTINALES
Sobre todo al inicio notan problemas gastrointestinales como náuseas, diarrea, vómitos y estreñimiento. Los sufren entre el 40% y el 70% de quienes toman la medicación, aunque hay una mejora progresiva.
2. APETITO POR LA MAÑANA
Se puede tener un gran apetito por la mañana porque baja demasiado la glucosa. Algunas personas se quejan, incluso, de que siguen teniendo hambre durante el día. Y es que el efecto supresor del apetito puede tardar 4-5 semanas en desarrollarse (hay quien todavía lo nota más tarde), a medida que el medicamento alcanza niveles estables en el organismo.
3. Se pierde músculo
«Cualquier pérdida de peso más o menos rápida, ya sea por cambiar de estilo de vida, por tomar estos fármacos…, se acompaña de pérdida de masa muscular», confirma el Dr. Fernando Cordido, del Servicio de Endocrinología delHospital Univ. de A Coruña. «Para evitarlo o reducirlo –añade–, es fundamental seguir haciendo ejercicio de fuerza, dar importancia a las proteínas en la dieta y evitar, en la medida de lo posible, que esa pérdida de peso se produzca de forma rápida».
4. También pueden debilitarse los huesos
Es otra consecuencia de la bajada rápida de peso, y puede ocurrir especialmente en mujeres después de la menopausia. Ambos hechos, la pérdida muscular y la debilidad ósea, pueden hacer que esa persona tenga mayor fragilidad física y más riesgo de fracturas. De ahí que sea bueno repasar, de nuevo, los hábitos de vida que se siguen para incorporar aquellos (en cuanto a la alimentación o a la actividad física) que pueden hacer más lenta esa fragilidad.
5. PROBABLEMENTE BAJA LA PRESIÓN ARTERIAL
La presión arterial quizá baje en quienes ya toman medicamentos para la hipertensión. Si se sospecha que está pasando, hay que consultarlo con el médico porque en estos casos puede reajustar la dosis y evitar ese efecto indeseado.
6. Posibilidad de boca seca y de caries
El pH bucal puede modificarse y disminuir la cantidad de saliva, haciendo que aumente la cantidad de bacterias bucales y que haya más riesgo de boca seca, de caries y de enfermedades de las encías (gingivitis o periodontitis). Y quizá las probabilidades de que ocurra es mayor en los primeros meses, por los vómitos que pueden ocasionar.
7. ¿Qué pasa con el deseo sexual y la libido?
No todas las personas que toman Ozempic, Mounjaro… pierden el interés por las relaciones íntimas, pero sí les pasa a algunas, y puede pasar desapercibido por no relacionarse con estos fármacos. Al modificar ciertas hormonas y actuar sobre el centro de recompensa y placer en el cerebro, las ganas de intimar pueden disminuir.
8. ¿Pueden aumentar los problemas de visión?
Si se toman estos fármacos y se nota pérdida de visión (por alteraciones en la mácula o inflamación del nervio óptico) debe consultarse con el médico que los recetó.
9. EVITA LOS FÁRMACOS EN ESTOS CASOS
Además, como nos explica el Dr. Fernando Cordido, «quienes han tenido un cáncer medular de tiroides, un subtipo poco frecuente de tumor tiroideo (incluso familiares que lo han tenido), o una pancreatitis, no deben tomar estos fármacos».
Por qué al dejarlos se recupera el peso
Este tipo de fármacos «son eficaces, pero funcionan mientras se toman, al igual que pasa con los medicamentos para la diabetes o para la hipertensión. Que se recupere el peso se debe a que la disminución del apetito, que es su acción principal, solo se da al tomarlos», nos aclara el doctor Cordido.
La forma en que se abandona el tratamiento puede influir en ese efecto yo-yó. «Es preciso diseñar estrategias para rebajar esa recuperación de peso. Hoy en día no existen esas estrategias ni hay datos científicos concluyentes sobre ello», añade.
Adelgazar sin fármacos
Por último, el experto nos recuerda que «la obesidad es una enfermedad muy compleja que precisa un tratamiento integrado, control calórico y el incremento del ejercicio. Con ella, no hay que pensar a corto plazo sino a medio-largo porque la pérdida excesivamente rápida de peso puede ser perjudicial».
«La modificación del estilo de vida, actuando sobre la alimentación,el ejercicio, los aspectos psicológicos, el sueño… debe ser la primera línea de tratamiento de la obesidad –nos dice el Dr. Cordido–. Y hay que insistir en ello porque, aunque los resultados tarden más, sí se puede conseguir un peso saludable de esa forma».
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