Rusia se plantea combatir su crisis demográfica prohibiendo ‘Harry Potter’, ‘Juego de Tronos’ y ‘Sexo en Nueva York’
El país más grande del mundo corre el riesgo de estar cada vez más vacío. Rusia sufre una crisis demográfica que la guerra con Ucrania ha acentuado y el Kremlin busca razones en el exterior. Algunos expertos han señalado que la natalidad actualmente está a niveles del siglo XVIII y las previsiones no son favorables para Rusia. El problema preocupa a las élites. El propio presidente Vladímir Putin ha defendido en alguna ocasión que debería «estar de moda» tener siete hijos o más, como sucedía en el pasado. En este contexto, las producciones cinematográficas y televisivas extranjeras se han convertido en una cabeza de turco.
El Ministerio de Cultura ha decidido prohibir las series y películas que no promuevan los valores de la familia tradicional. La lista podría hacerse pública tras el verano, pero el Diario del Parlamento ruso publicó recientemente un artículo en el que marcaba algunos posibles objetivos para la censura, como ‘Harry Potter‘, ‘Sexo en Nueva York‘, ‘Juego de Tronos‘ y ‘House of Cards‘. Entre los ejemplos mencionados está el del personaje de Brienne de Tarth, de ‘Juego de Tronos’, la hija de un lord que destaca por su habilidad con la espada y a la que no parece interesarle ser madre. El primer vicepresidente del Comité de Política de Información de la Duma, Alexander Yuschenko, destacó que «cualquier contenido que contenga información cuya distribución esté prohibida en Rusia será eliminado o bloqueado, independientemente del momento de su aparición». Y subrayó que en cada caso «la decisión la toman individualmente los especialistas».
Tras la publicación del artículo, el Roskmonadzor, el organismo que regula las telecomunicaciones, matizó que no iba a prohibir dichas publicaciones en concreto por su promoción del «no tener hijos». Medios rusos como Interfax añadieron que actualmente muchas de esas series y películas no tienen certificado de distribución en el país euroasiático.
Números alarmantes
El Gobierno ruso ve con preocupación sus actuales niveles de natalidad. El demógrafo Aleksey Rashka, que cuenta con un canal de Telegram sobre demografía, explica a EL PERIÓDICO que medidas como las de prohibir la difusión de ideas «no van a ayudar en nada» a mejorar la situación. «Incentivos como pagos únicos a partir del segundo hijo sí podrían aumentar la natalidad hasta un 20%, lo que sería suficiente para ser uno de los líderes de Europa y de los países desarrollados (en natalidad)», añade. Según este experto, el escenario para Rusia si no realiza cambios será el de «tener menos de 100 millones de habitantes al final de este siglo, teniendo en cuenta que ahora la población es de aproximadamente 140 millones».
Además de la economía, la guerra y la migración han sido algunos de los factores que explican la situación del país. Moscú sabe que hay un problema y Rosstat, la agencia de estadística del Gobierno ha decidido ocultar desde marzo la mayoría de datos relacionados con la demografía. Para tapar el impacto real del conflicto, se han ocultado numerosas estadísticas que podían usarse para conocer las bajas reales en el frente, y desde septiembre de 2022 no se actualizan los datos, 5.937 muertos. Las últimas informaciones del organismo apuntan que en el primer trimestre nacieron 294.000 personas, mientras que en el mismo período de 2024 hubo 300.278 nacimientos. Mientras tanto, el pasado año murieron 600.000 personas, un número superior a los 495.2000 fallecimientos de 2023. Putin ha aseverado recientemente que Rusia debe asegurar «que tener una familia numerosa y sana sea prestigioso y vuelva a estar en boca de todos».
Tradición y simpatías conservadoras
Para invertir la tendencia se han buscado soluciones de acuerdo con esta ideología: atraer a «personales con mentalidad tradicional» de países no amistosos, dificultar el aborto y restringir las libertades de la comunidad LGTBI, que algunos han señalado como una de las causas de la bajada de la natalidad. La primera de estas medidas consistió en invitar a aquellas personas que no estén de acuerdo con «la ideología de género» o que quieran un modelo de familia tradicional de países europeos, Estados Unidos, Japón y otros aliados de Occidente a vivir a Rusia con permiso de residencia. Para Raksha esta idea solo es «propaganda para conservadores de Occidente», algo que está más enfocado en tejer alianzas en países no amistosos que una solución al problema ruso.
Además, en los últimos años el Kremlin ha limitado las libertades de la comunidad LGTBI catalogándola como «extremista», lo que la deja desde un punto de vista legal al mismo nivel que el Estado Islámico. Este planteamiento de las autoridades ha permeado entre los ciudadanos. Recientemente se preguntó a los moscovitas qué creen que afecta más a la natalidad, las parejas homosexuales o el aborto, y el 65% señaló a las primeras. Desde que Putin llegó al poder en 1999 la legislación se ha endurecido en repetidas ocasiones y los homosexuales y transexuales rusos se han visto condenados a ocultarse o a huir del país.
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