Ruta nocturna por Toledo, un paseo por los rincones que hay que visitar | Lonely | El Viajero

Pasar una noche toledana es “pasar una mala noche, sin poder conciliar el sueño, desvelado por alguna incomodidad o molestia, sin poder pegar ojo por alguna preocupación”. Pero una noche toledana puede ser también un momento lleno de magia, contemplando la ciudad iluminada desde cualquier mirador, terraza o puente histórico de los muchos que tiene Toledo. Puede ser también descubrir un Toledo desconocido de cuevas y subterráneos, de leyendas e historias, gracias a las muchas visitas nocturnas guiadas que diariamente pasean por la ciudad.
La noche toledana conviene que comience ya por la tarde, desde algún lugar desde el que podamos ver cómo se van iluminando uno a uno sus monumentos: el Alcázar, la Catedral, San Juan de los Reyes, la muralla, la torre de Santo Tomé o el Convento de San Gil (o Gilitos)… hasta crear una fantástica vista nocturna de Toledo bajo las estrellas.
Después llega el momento de recorrer sus calles estrechas e iluminadas para envolvernos en la noche, caminando por barrios como el de los Conventos y los cobertizos hacia la judería. O por la calle Alfileritos o San Vicente hasta llegar a la plaza de Zocodover. Y para prolongar la noche, ahí están sus locales de copas o de música en vivo. Todo puede terminar escapándonos extramuros, a los Cigarrales que envuelven el meandro del Tajo para ver cómo se esconde la luna toledana.
Miradas nocturnas y miradores
Hay muchos lugares para comenzar la noche en Toledo cenando con buenas vistas a la ciudad iluminada. Dos de los mejores son la terraza del Parador de Turismo, para una cena de altura, o un pícnic para ver atardecer en los miradores próximos a la ermita de Nuestra Señora del Valle. El mirador del Valle está considerado el mejor de Toledo para ver la ciudad desde el otro lado del río Tajo. Lo frecuentan los turistas, pero también muchos toledanos, que de vez en cuando, se acercan a este lugar para admirar las vistas, sobre todo en verano, porque en invierno puede hacer demasiado frío.
Se suele ir a la caída de la tarde, aunque la panorámica por la noche es también preciosa. Mientras el sol se esconde y la luna alumbra la ciudad, los edificios y las calles de Toledo se iluminan poco a poco, con un efecto mágico. El mirador se encuentra junto a la ermita, muy cerca del Cerro del Bú, uno de los yacimientos arqueológicos más emblemáticos de la ciudad, donde se dice que están los orígenes de Toledo. Y también, en esta zona, junto al Valle, está la famosa Piedra del Rey, a la que se accede por un camino que sale frente a la ermita del Valle. Desde este lugar, parece que estamos flotando sobre la ciudad de Toledo. Si preferimos ir de día, podemos llegar a pie o en coche por la vía que circunvala el sur de la ciudad, al otro lado del río y concatenando cigarrales (antiguas casas de recreo con huertas y jardines privados, hoy lujosos hoteles y restaurantes en su mayoría).
Más vistas únicas: el mirador de Alcántara y el Alcázar
De noche, Toledo se llena de rincones mágicos gracias a la iluminación de sus edificios. El puente de Alcántara (desde el lado sur del Tajo) brinda una de las mejores vistas del Alcázar, especialmente al anochecer, cuando la muralla y los monumentos más destacados se iluminan. El puente es una de las imágenes más icónicas de la ciudad, en el punto donde el Tajo se acerca tanto a la ciudad que parece acariciarla desde el sur y servir de verdadero foso natural. Es la “puerta grande” para entrar en Zocodover y conquistar el Alcázar, y fue el primero de los puentes que tuvo la ciudad (y el único durante muchos siglos) aunque su aspecto actual es muy diferente al que tuvo en época romana.
Entonces, la calzada que comunicaba la península en diagonal, de norte a sur, se topaba en Toledo con una bifurcación en este punto en el que el camino se dividía y había que elegir entre seguir hacia Córdoba o hacia Mérida. El puente ha sido demolido y vuelto a levantar en varias ocasiones, pero su nombre, como tantos otros tesoros de la cultura y gastronomía peninsular, es de origen musulmán. Al Qantarat significa “el puente”. Sus dos torreones tenían como función proteger el acceso a la ciudad y son de época medieval. Su aspecto actual se debe a la última de sus reformas, en tiempos de los Reyes Católicos. Era desde el castillo de San Servando (al otro lado del río, en lo alto de un cerro) desde donde se vigilaba este flanco de la ciudad.
Otro de los grandes edificios que sobresalen en la silueta iluminada de la noche toledana es el Alcázar. Junto a este enorme edificio testigo milenario de la ciudad y hoy convertido en un gigantesco museo, encontramos otro mirador muy recomendable: el del Corralillo de San Miguel, una gran explanada junto al parking, desde el que no solo se puede sacar la mejor foto del Alcázar, levantado en lo alto, sino también unas magníficas vistas de la Academia de Infantería de Toledo, el castillo de San Servando y el Cerro del Bú (donde tuvo su origen la ciudad de Toledo). Y en la terraza se puede tomar algo disfrutando del bonito atardecer.
La muralla iluminada y el paseo de Recaredo
Otra vista magnífica de la ciudad es la que se contempla recorriendo el recinto amurallado junto al paseo de Recaredo, entre las puertas de Alfonso VI y la del Cambrón. Este paseo nos regala un recorrido junto al lienzo norte de la muralla toledana, especialmente llamativo al iluminarse por la noche y con una perspectiva única. En lo alto, despuntan por detrás de la muralla el edificio de la Diputación Provincial y el de Santo Domingo el Real.
Hay también magníficas panorámicas desde el mirador del Azor y desde las torres de la iglesia de San Ildefonso con las mejores vistas del norte extramuros y del conjunto histórico intramuros, respectivamente. El mirador del Azor es un antiguo torreón de la muralla, algo escondido, muy próximo a las Puertas de Alarcones, la del Sol y la del Cristo de la Luz. No es muy fácil encontrarlo, pero una forma sencilla es buscar el obrador Masa Madre (ubicado en el callejón de San José), elegir algo para llevar y disfrutarlo contemplando las increíbles vistas que ofrece este lugar, las mejores del norte de la ciudad, con el hospital de Tavera y la Puerta de Bisagra al frente, la Puerta del Sol a los pies y el río Tajo a mano derecha.
La otra vista inolvidable es la de San Idelfonso, una iglesia jesuita, cuyas torres (en firme competencia con las de la catedral o el Alcázar) ofrecen la mejor panorámica de la ciudad si se consigue no desfallecer tras sus 131 escalones. Toledo se despliega 360 grados con sus laberínticas calles, sus geométricos patios abiertos y los tejados superpuestos. Las vistas alcanzan los principales monumentos y se pierden en la inmensidad del campo toledano. Aunque esta vista conviene verla mejor por el día, que para la noche ya hay otras propuestas.
Cena y copas con vistas a la ciudad
Desde Madrid es fácil ir y venir a Toledo en el día y, por eso, pasar la noche es algo excepcional, una experiencia que permite disfrutar sin agobios de turistas de algunos de sus rincones más especiales. Uno de los privilegios para los que se animen a la noche toledana es cenar o tomar una copa en las terrazas y azoteas de los hoteles de la ciudad monumental. Toledo, igual que casi todas las ciudades españolas, ha descubierto recientemente el tesoro que tenía en lo alto de sus edificios. Como la terraza del Miradero, junto al nuevo Palacio de Congresos de Toledo El Greco, con música en directo y vistas al Tajo. O como la azotea del Hotel Carlos V, en la que también se puede cenar.
Y por la noche, también hay cada vez más propuestas de fiesta y música, sobre todo en el barrio de Santa Teresa, en el sur extramuros. Aquí, otro rincón con vistas privilegiadas a la judería y al sur histórico de la ciudad es la terraza del Cigarral de Caravantes, perfecto para tomar con calma un cóctel o un batido de frutas.
Hacer una ruta guiada nocturna: leyendas y rincones subterráneos
Las visitas nocturnas guiadas se han convertido en un plus para visitar la capital, más allá de los recorridos turísticos más convencionales. La mayor parte incluyen los aspectos más misteriosos de la ciudad o el Toledo subterráneo: bajo el suelo se descubren lugares diferentes y sobre todo, una historia riquísima en la que no faltan leyendas y hechos sorprendentes. Entre las paradas imprescindibles que se descubren en la visita subterránea están los baños árabes, tanto los del Caballel como los del Cenizal, ambos milenarios, próximos al antiguo zoco y a la mezquita, en el corazón de la ciudad medieval.
La vista se completa con El Pozo del Salvador, en plena judería, uno de tantos pozos y aljibes existentes en la ciudad para la acumulación del agua de lluvia en tiempos de la Toledo musulmana. O las poco visitadas termas romanas (Thermae) del siglo II después de Cristo, recuperadas no hace muchos años, a la que los toledanos de la época acudían a bañarse, darse masajes, leer o compartir un poco de tiempo de ocio. Hoy se pueden ver en exclusiva en estas visitas nocturnas. Y este Toledo subterráneo se suele completar con la Casa del Judío (una antigua vivienda tradicional donde se recrea la vida cotidiana de los habitantes de la judería toledana) y con diversos sótanos y pasajes subterráneos del barrio.
En el paseo nocturno y subterráneo por Toledo se descubre además la ciudad más misteriosa, la que protagonizan los mitos, las leyendas y las antiguas tradiciones, que de alguna manera, en el imaginario colectivo, siguen presentes. Hay brujas, casas encantadas, historias de templarios y muchos misterios, envueltos todos en el aspecto medieval de la ciudad y el aura que la envuelve.
La catedral de noche
Por la noche, los edificios, incluso los más conocidos, pueden redescubrirse gracias a la iluminación artística que anima a pasear contemplando elementos artísticos como esculturas, cornisas, o volúmenes que cobran más relevancia con la iluminación. Por ejemplo, la catedral, que iluminada, se convierte en la gran protagonista del centro de la ciudad. Recorrer la catedral primada llena de luz y color con su espectáculo Lumina es una de las mejores propuestas nocturnas, una experiencia cultural única en el mundo, según rezan sus impulsores, que fusiona la tecnología más vanguardista con el patrimonio. Lumina es una visita muy especial por la noche, donde se descubren todos los detalles de la catedral en 10 zonas diferentes del edificio. Cincuenta minutos por el interior de la catedral, acompañados de música envolvente, efectos lumínicos, arte y proyecciones de videomapping.
Además de la catedral, por la noche están iluminados todos los edificios más icónicos: el Alcázar, el Ayuntamiento, el Baño de la Cava, el castillo de San Servando, el circo romano, el convento de San Gil (sede de las Cortes de Castilla-La Mancha, también llamado Gilitos) la iglesia de los Jesuitas, la iglesia de San Sebastián, la iglesia de Santo Tomé, la mezquita del Cristo de la Luz, la muralla desde la Puerta nueva hasta la Puerta del Cambrón, el Palacio de Fuensalida, el puente de San Martín, el puente y Puerta de Alcántara, la Puerta de Alfonso VI, la Puerta de Bisagra, la parroquia Santiago el Mayor, la Puerta del Sol, las riberas del Tajo, San Juan de los Reyes o el teatro de Rojas.
Noches artística en el Círculo del Arte
El Círculo del Arte es una asociación cultural situada en la antigua iglesia de San Vicente, de origen mudéjar pero con una larga historia en la que ha ido teniendo varios usos. Hoy, en este lugar se realizan todo tipo de eventos culturales y la mayoría de ellos se celebran durante la noche, dando a los cimientos del lugar un tono mágico y diferente. Aquí hay recitales de poesía, grandes conciertos o exposiciones de arte interactivo en un marco arquitectónico muy singular. Un plan muy diferente para disfrutar de la noche toledana.
La judería por la noche
Tal vez el barrio más mágico para recorrer de noche sea la judería, el conjunto histórico que más atrae a los viajeros. Aquí también hay vistas que no perderse por la noche, como en el paseo de San Cristóbal, que tiene un hermoso mirador y las mejores vistas. A la derecha, la iglesia de Santo Tomé y justo enfrente, a nuestros pies, el Museo del Greco y la sinagoga del Tránsito, dos de los hitos de la judería. Y a la izquierda, las Cortes de Castilla – La Mancha. Además, desde este paso, se pueden contemplar al otro lado del río, los famosos cigarrales, o sentarnos en los bancos del paseo y contemplar un maravilloso atardecer sobre la judería.
Y en la parte alta, otro mirador: el paseo Virgen de Gracia, perfecto para contemplar al atardecer o por la noche las mejores vistas del Monasterio de San Juan de los Reyes iluminado. Otra vista magnífica y llena de magia por la noche es la que se tiene desde los Jardines del Paseo del Tránsito (frente al Museo del Greco y la Sinagoga del Tránsito). Por el día, lo que se contempla a nuestros pies es una impresionante visa a la caída del río Tajo. Y justo enfrente, la famosa ermita de Nuestra Señora de la Cabeza, con los cigarrales alrededor. En estos jardines es donde la tradición sostiene que estuvo ubicada la casa del pintor El Greco.
Una de las experiencias turísticas de la noche toledana es la visita iluminada del cerco de la Judería, a través de proyecciones de luz que limitan contornos, recordando de forma simbólica los principales accesos, puertas y muros que la conformaban. Esta iluminación que se complementa con unas placas de hierro en estos puntos indican al visitante durante el paseo diurno el trazado de la cerca judía.
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