Santiago Niño Becerra, economista, sobre la consolidación de Halloween: “Curioso y sorprendente”
Cuesta imaginarlo ahora, pero no hace mucho la noche de Halloween era, en España, poco más que una excentricidad yanqui que veíamos en las películas. Lo que se observaba desde la distancia de otros se ha transformado en apenas un par de décadas en un fenómeno de masas y, sobre todo, en Un pilar económico del otoño.. La tradicional fiesta anglosajona ha arraigado con fuerza arrolladora, redefiniendo por completo el calendario comercial del último trimestre del año.
De hecho, esta metamorfosis cultural ha sido tan rápida como profunda, convirtiendo lo que era un simple entretenimiento importado en un verdadero motor del consumo. La globalización y la influencia audiovisual encendieron la mecha, pero ha sido el sector servicios, con la hostelería a la cabeza, el que ha sabido capitalizar la oportunidad y convertir una sola noche en un evento clave para sus cuentas anuales.
En este sentido, los datos confirman la magnitud de la celebración, especialmente para un sector muy concreto. Son los locales de ocio nocturno los que se llevan la palma, representando casi el 90% de la actividad. La noche del 31 de octubre significa para ellos un aumento del 20,5% en la facturación si se compara con cualquier sábado, que de por sí es un día fuerte para el efectivo.
Un partido importado que ya factura como los de siempre
Por otro lado, esta consolidación económica choca frontalmente con la memoria de un pasado muy reciente. El economista Santiago Niño Becerra recordó recientemente que, hasta bien entrados los años noventa, Halloween era una celebración prácticamente desconocida en nuestro país. Su análisis destaca la velocidad del cambio, fenómeno que calificó en la red social X como “curioso y sorprendente”.
Asimismo, el impacto es tal que la Noche de los Muertos Vivientes ya compite en volumen de negocio con algunas de las fechas más sagradas del calendario nacional. La facturación que genera esta nueva tradición convive sin complejos con dos de los grandes acontecimientos del calendario festivo: Las cenas de empresa navideñas y la propia Nochevieja, eventos que hasta ahora parecían ocupar un lugar intocable en los hábitos de consumo de los españoles.
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