segunda derrota seguida en una tarde gris en Anduva (1-0)

Pedía Jesús Martínez decisión esta semana, “¡decídanse, carajo!”, y el Oviedo que salió a defender su candidatura en Anduva la faltó justo eso, decisión. Porque fue el equipo aguerrido y ordenado que se le presuponía pero ni coleccionó méritos en ataque ni pareció sentirse a gusto con el balón en ningún tiempo. Compitió de una forma correcta para ser un partido de Liga pero un punto por debajo de un partido con la trascendencia del que tenía este. El Mirandés, sin destacar especialmente en ninguna faceta, sí mostró una versión más solvente y supo aprovechar el único error (1-0) que ofreció un partido de más concentración que fútbol.
Calleja dio vuelo a lo ensayado en El Requexón –un curso exprés de 3 días sobre el 4-4-2 con media punta- en lo que parecía un brindis al juego ofensivo, o al menos a mayor presencia en el área, y que de inicio se convirtió más bien en un cuerpo a cuerpo con el Mirandés. El Oviedo saltó al campo dispuesto a la batalla física. Y aunque raseó el cuero en cada salida de balón se quedó más en una buena intención que en una propuesta real. Siempre dio la impresión de que cualquier jugada reseñable sería la continuidad de un duelo aéreo. Fútbol directo, sabor norteño. La incesante lluvia con racha de viento terminó de dibujar el escenario de la tarde.
Así que salió el Oviedo provisto de armadura para el desafío de Anduva, estadio menos accesible de la categoría. Así de primeras no parece que acogerte a las normas de tu rival sea la estrategia más efectiva, pero es cierto que el Mirandés no se sintió cómodo en todo el primer acto.
La propuesta mandó a Colombatto de improvisado media punta, protegido por De la Hoz por detrás y con Seoane y Chaira en los costados. Fueron constantes, sin embargos, las permutas de Chaira y Colombatto en esa posición por detrás de la doble punta que se antojaba tan importante en el guion. Pero el Oviedo nunca llegó a encontrar a Chaira para que condujera, ni a Colombatto para que lanzara. Seoane no halló su hábitat en la derecha y los dos arietes persiguieron su presa lejos, muy lejos, de la zona en la que se alimentan, el área. A cambio de un juego poco vistoso, Aarón transitó con comodidad por toda la primera mitad.
De ese juego de mínimos se salvaron algunas acciones aisladas, más en la categoría de acercamientos que de “uys” reales. Alemão chocó a los 2 minutos con el muro local en un rechace. Lachuer definió arriba tras una pérdida del novedoso lateral Rahim. Viñas probó su cañón pero salió un disparo errático. Y Reina replicó con una volea arriba. Otra para los visitantes: Colombatto pugnó con fe, se coló en área enemiga y chutó, pero muy desviado.
Antes de la media hora, la opción más clara del primer acto. Con un juego tan brusco tenía que ser a balón parado. Pidió Seoane una falta en la frontal -en el entrenamiento del día anterior había clavado 4 golazos en una situación similar- y probó por encima de la barrera. La pelota se estrelló contra el larguero, inaugurando el capítulo de “highlights” del choque.
De ahí al final, más guerra de guerrillas y escaso fútbol. Sí se vio una novedad a los 37 minutos: una oportunidad del Oviedo para correr. La primera de la cita. Chaira y Alemão construyeron una opción que Viñas remató arriba.
Al descanso, la sensación de que Mirandés y Oviedo temían más las virtudes del rival que valoraban las suyas. Eso, o que al partido le faltaba una marcha para terminar de acelerarse.
No tardó en agitarse la cosa. En contra del Oviedo. Una serie de rechaces y balones aéreos sobre el área de Aarón finalizó en un balón cerca del poste. Pero nada más salir la pelota, el colegiado señaló el punto de penalti por una mano de Rahim con efectos retroactivos. Panichelli ejecutó, Aarón adivinó pero el balón se le coló por debajo para adelantar al conjunto jabato.
Respondió de inmediato el Oviedo, zurdazo de Seoane algo centrado, dando un paso adelante, por obligación, claro. Intentó darle más brío Calleja con la entrada de Sibo y Hassan, aunque manteniendo la doble punta. Pero se repuso al Mirandés, que con el paso de los minutos fue sintiéndose más y más cómodo, tanto a la hora de recuperar como de acercarse a Aarón.
Lo veía gris oscuro Calleja que volvió a mover piezas, cambio brusco este: Paraschiv y Cazorla, al verde, y un sistema de tres centrales y Hassan y Chaira ocupando los flancos.
Pasó a dominar el Oviedo de forma clara en el último cuarto de hora, aunque tampoco es que el Mirandés pareciera especialmente apurado, como si ya hubiera previsto también eso, un ratito de sufrimiento. Y eso que casi anota Reina el segundo con un gran disparo. Lo intentaron los de Calleja con más centros de fe que con sentido, pero siempre dominó la defensa jabata.
La segunda derrota consecutiva de los azules llega con Jesús Martínez en la grada y en duelo de gallitos, por lo que duele el doble. Ese pasito adelante, ese “decídanse” no tuvo su traducción en un Anduva -casi- inexpugnable.
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