Salud

Si quieres hacer feliz a alguien, pídele un favor

Si quieres hacer feliz a alguien, pídele un favor
Avatar
  • Publishedmarzo 29, 2025

Todos hemos aprendido, desde la infancia, que la generosidad es dar, no recibir. Comparta lo que tenemos, ofrecemos nuestro tiempo, abandonamos el asiento, haga favores sin pedir nada a cambio. O como dice el dicho: «Haz bien sin mirar quién». Lo que rara vez se recuerda es que la aceptación de la ayuda también puede ser una forma poderosa de generosidad.

Puede parecer una locura. ¿Cómo pedir ayuda es ser generoso? ¿Preguntar? ¿Generosidad? Casi parece, como un lenguaje lógico, pero no es el caso. Porque cuando dejamos que alguien nos cuide, explica el experto de la felicidad Arthur Brooks, profesor de Harvard, le damos al otro la posibilidad de sentirse útil, precioso y necesario. Tiene sentido, si lo piensas. A todos nos gusta sentir que tenemos, que importamos, que podemos contribuir con nuestro grano de arena para que las cosas sean mejores.. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto como una ayuda para ayudar?

El error de creer que podemos con todo

En un artículo reciente para El atlánticoBrooks contó la historia de una familia generosa. Una dama antes, que se negó a recibir ayuda de otros. No aceptó «no un vaso de agua», admite al profesor de Harvard en su interesante artículo titulado Para hacer feliz a Sumone, solicite ayuda. Si quieres hacer feliz a alguien, pregunta un favor.

Y vivimos en Una empresa obsesionada con la auto-tensión. Nos empujan a resolver todo por nosotros mismos, como si pedir ayuda fuera un signo de debilidad. Nos decimos que lo hemos revisado, que no queremos molestar, que es mejor cargar todo antes de demostrar que necesitamos a los demás. Pero, En el fondo, este modelo solo logra aislarnos. Porque el verdadero vínculo entre la gente nació para dar y recibir. Para tener cuidado y preocuparse por eso. No hay cara sin el otro.

«La generosidad es como la circulación sanguínea, es mejor y mejor saludable cuando se da vuelta y se da vuelta«, Brooks concluye en su artículo. Si damos solo sin recibir, o si recibimos solo sin dar, el flujo se estanca. La relación está desequilibrada. Es en el intercambio honesto donde fluye la confianza. Y es allí donde se construye una felicidad que no depende de los grandes logros, sino de los pequeños gestos compartidos.



Puedes consultar la fuente de este artículo aquí
Compartir esta noticia en: