Si tienes 60 años y compraste casa, lo hiciste bien. Si tienes 25, parece cierto que vivirás peor que tus padres. No es un espejismo
Si exceptuamos su capacidad de concreción y el hecho de que sus pequeños ojos parecen escrutarlo todo bajo una fórmula alquímica que sólo él conoce, Paul Krugman (Albany, 1953) se parece al clásico neoyorquino a lo Woody Allen. Reconoce que hace falta regular la invasión de turistas que sufre su ciudad. “A veces tengo que esquivarlos mientras devoran perritos calientes en las escaleras de la Universidad de Nueva York”, sonríe. Allí, el Príncipe de Asturias, ganador de Ciencias Sociales en 2004 y Nobel de Economía en 2008, es profesor distinguido de la City University de Nueva York (CUNY) tras haber pasado por Yale, Stanford y Princeton, entre otros templos, y doctorado honoris causa por Oxford.
Socialdemócrata declarado, acude a LA RAZÓN tras intervenir en el foro “Metafuturo” de Atresmedia donde, tras dominar el escenario del Ateneo pese a su aparente timidez, disipa la visión apocalíptica del impacto de la guerra arancelaria de Trump -su «enemigo público»-, declara ganadora de esta guerra a China y anima a Europa a creérselo y asumir el papel de campeona del libre comercio que Estados Unidos ha despreciado: «La Unión Europea» es una superpotencia económica. Mucho más de lo que la gente cree. En el comercio global, es más grande que Estados Unidos. La idea de que Europa es un museo es mentira. Puede hacer mucho y debería desempeñar el papel de garante del comercio global que Estados Unidos ha abandonado».
«Italia tiene muchos problemas y el caso de España es increíble. Quizás no sea difícil superarlo».
-Sé que no quieres bajar a lo mundano, pero hace poco más de una década éramos la S de los PIGS y hoy lideramos el crecimiento de los grandes de la UE. ¿Qué necesita España para superar a Italia, que está a poca distancia?
-Italia tiene muchos problemas, quizás no sea tan difícil superarlos. Su economía parece estancada, por lo que quizá España la supere en términos generales. Algunos de los países menos ricos de Europa han logrado obtener buenos resultados. El caso de España es increíble, pero Polonia también está haciendo milagros. Entonces, ¿por qué no? Nunca se sabe. Pero no tengo ninguna receta precisa.
-Quizás mejorar la productividad, uno de los lastres de la economía española…
– Sí, podría ser productividad, pero nadie sabe cómo hacerlo (sonríe).
Irlanda tiene un PIB muy alto, pero es una ficción. «Los irlandeses no se benefician de ello».
-O bajar impuestos. Usted considera una idea “zombi” la tesis de que bajar los impuestos a los ricos impulsa la economía, pero no existe ningún paraíso fiscal para los pobres. ¿A qué lo atribuyes?
-El lugar que conozco muy bien y que es un gran paraíso fiscal es Irlanda. Irlanda tiene un PIB muy alto y es una ficción. Los irlandeses no se benefician de ello. Muchas empresas obtienen beneficios en Irlanda que no tienen nada que ver con la economía irlandesa. Vivo en un lugar con altos impuestos para los ricos. En Nueva York, además del impuesto federal, existen impuestos a nivel estatal y también los de la ciudad. Por lo tanto, los impuestos para las personas con altos ingresos en Nueva York son mucho más altos que en Texas o Florida. Si crees que la gente que se enfrenta a estos tipos altos no trabaja, no creo que Nueva York sea una ciudad llena de gente vaga.
-Sin embargo, aunque los datos macroeconómicos en España son positivos, la clase media no lo percibe. Después de un aumento sostenido de la presión fiscal, ¿sería hora de reducirla?
-El problema es que todos tenemos desequilibrios fiscales graves. El mundo occidental en su conjunto no tiene suficientes ingresos para pagar el gobierno que uno quiere. Y no es que quiera ver impuestos más altos para los ricos, porque eso no sería suficiente. Se pueden establecer medidas de apoyo a las clases medias, para que la vida sea más equilibrada, pero no creo que la bajada de impuestos sea la fórmula.
-¿Ve apocalíptica la visión occidental de que por primera vez habrá una generación que viva peor que sus padres?
-No es apocalíptico. Parece ser cierto en muchos sentidos. Los salarios, especialmente ahora, para los nuevos actores del mercado laboral, son bajos y creo que, en todas partes y ciertamente en Estados Unidos, tenemos poco movimiento laboral. Aunque no hay un alto desempleo, hay pocas contrataciones. Es muy difícil que un joven empiece y tenemos un mercado inmobiliario carísimo. Entonces, si tienes 60 años y compraste una casa hace 30 años, te fue bien y estarás bien. Pero si tienes 25 años y estás intentando empezar, hay pocos trabajos y las casas son muy caras. Entonces no es una ilusión, no es un espejismo. Hay mucha verdad.
«Si resulta que la IA es mala para los salarios, por eso tenemos gobiernos democráticos».
-Pone el ejemplo de Tokio como megalópolis donde los jóvenes pueden acceder a una vivienda, aunque se vienen beneficiando de tipos de interés cercanos al 0% que ahora van a subir. ¿A qué nivel cree que deben estar los tipos tanto en Estados Unidos como en Europa?
-En primer lugar hay que tener en cuenta que mucha gente alquila casas, no las compra. Por lo que el efecto de las tarifas no impacta directamente en el precio del alquiler, sino que incide en el coste de compra de una vivienda y limita la construcción. El problema con los tipos es que no es una elección. A corto plazo, el nivel de los tipos está dictado por la preocupación por la inflación o por no sobrecalentar la economía. Entonces, cuando se decide bajar las tasas durante un largo período de tiempo, en algún momento se crea un problema de inflación. Se trata de facilitar la construcción de nuevas viviendas. Y allí Tokio, sorprendentemente, demuestra que es bastante fácil conseguir permisos, mientras que en otros lugares, como Londres y Nueva York, construir casas es prácticamente imposible. Hay muchos vetos que te impiden construir viviendas.
-Entonces no es un tema económico sino burocrático…
-Siempre hay alguien que pone una objeción y hay tantas maneras en las que se puede objetar que las casas se construyen con mucha dificultad.
-En cuanto a los tipos de interés, ¿crees que es adecuado que el precio del dinero esté en torno al 2,5%?
-La ley de Taylor dicta que la inflación y el desempleo determinan la tasa que se debe aplicar. En Estados Unidos los tipos actuales son prácticamente lo que dice la norma Taylor, y en Europa creo que esta premisa está un poco menos establecida, pero no hay un desequilibrio claro en la situación europea. Yo diría que, en estos momentos, los tipos están yendo bien a ambos lados del Atlántico.

-Esta situación también tiene que ver con que los salarios no avanzan tanto como deberían. ¿Crees que la inteligencia artificial va a agravar este problema o nos va a hacer más productivos y, por tanto, ascenderemos más?
-He hablado con expertos sobre IA y algunos piensan que conducirán a salarios más bajos y otros creen que serán los más altos. Y parece que todos saben de lo que hablan, pero está claro que alguien se equivoca (sonríe). La gente sigue hablando del papel de la maquinaria en la industria, de sus efectos sobre los salarios. Es un debate que tiene 200 años, pero la respuesta es que no lo sabemos. Pero si resulta malo para los salarios, es por eso que tenemos gobiernos democráticos que se supone que deben hacer algo para ayudar a la gente de alguna manera.
-Antes de la aparición de la IA, no era partidario de establecer una renta universal. ¿Has cambiado de opinión?
-Hasta ahora no, no he cambiado de opinión. Pero si la IA reduce drásticamente la demanda laboral, generará retorno sobre el capital y, por lo tanto, esto será posible. No estoy en principio en contra de la renta universal, lo que pasa es que costaría mucho dinero. Sólo se puede obtener con impuestos más altos. Si tuviéramos un mundo donde se pudieran establecer impuestos a las empresas tecnológicas para pagar esto… pero no estamos ahí.
«Una deuda en EEUU por encima del 100% no sería alarmante, pero con Trump se empieza a hacerlo»
-Usted es enemigo de la austeridad de los países, pero ¿cuál es el límite de deuda que puede asumir un país como porcentaje del PIB?
-Depende mucho, no es un número fijo. Todo depende de si los países son responsables o tienen la capacidad de afrontarlo. Se puede pedir prestado el 200% del PIB sin que haya una crisis. España no tiene moneda propia y eso complica un poco las cosas. Pero yo diría que para Estados Unidos es un poco más del 100%. Y en circunstancias normales no sería alarmante, pero considerando la locura de la política estadounidense, uno empieza a preocuparse. Pero no, no existe un número mágico.
-Si China ha ganado la guerra arancelaria con Estados Unidos, ¿cómo competimos con ellos?
-Evidentemente hay una parte económica y razones geopolíticas para intentar limitar el dominio de China. Y se hace estratégicamente, hay que elegir qué cosas conservar. La anterior Administración de Estados Unidos hizo un esfuerzo muy importante con la tecnología avanzada y la energía verde, que son dos áreas que China está empezando a dominar y sobre las que debemos asegurarnos de que no tenga un dominio total. Tú eliges tus objetivos. Ahora tenemos una Administración que está aplicando aranceles a los muebles de cocina y eso no me parece una prioridad. Así que Europa necesita una política tecnológica y Estados Unidos también. Si Estados Unidos entra en razón, tal vez podamos establecer una política conjunta. No podemos evitar que China sea una superpotencia, pero sí podemos evitar su monopolio en industrias cruciales.
-Se acaba de anunciar una multa para Meta en España de 479 millones de euros, ¿le parece una buena señal?
-No considero a Meta una persona tecnológica, aunque utiliza la tecnología. Meta es una empresa de redes sociales y es destructiva en muchos sentidos. Nvidia está haciendo algo real, nos guste o no hacia dónde se dirige la IA. Pero Meta básicamente está “pirateando” cerebros humanos para obtener ganancias. Así que cuantas más multas, mejor.
-Estamos viviendo repuntes en las bolsas de valores en todo el mundo. ¿Le predicen una crisis futura?
– Recuerdo cuando la burbuja de Internet estuvo a punto de estallar a principios de siglo. Un día los mercados se hundieron y al día siguiente subieron sin ninguna información aparente. Estamos en un mercado bastante frenético, lo cual no es una buena señal.
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