Si tuve algún mérito fue coordinar y hacer las cosas en común
José Ramón García (Luanco, 1944) cuenta los días como director del Museo Marítimo de Asturias con sede en Luanco después de 34 al frente, desde 1991. Se va con la satisfacción de los deberes hechos y confía en que la persona que le sustituya tenga, al menos, el mismo cariño que él con la colección que ha mimado desde su primer día. Atiende a LA NUEVA ESPAÑA en su despacho.
[–>[–>[–>-Deja el Museo Marítimo pero no lo hace solo. Salvo el maquetista José Joaquín Heres, su equipo también se jubila. ¿No es así?
[–> [–>[–>-Todos se jubilan, efectivamente. Ahora, no hay ninguna duda de que cualquier obra, cualquier obra humana, y desde luego este museo también, es una obra colectiva. Y yo cogí la responsabilidad en el año 91, pero yo sólo no hubiera hecho nada. Nunca estuve solo, ese es el resumen de la trayectoria de estos 35 años. Primero fueron Viña e Ignacio Pando, que me echaron una mano, porque eran funcionarios y, por lo tanto, pudieron hacerlo desde dentro. Y luego se incorporaron voluntarios. Fernando Heres, que fue un revulsivo, un coloso, porque abrió el campo de los huesos de ballena que sacaba de La Ribera, espectaculares, que fue lo que hizo realmente dar la señal de vida al museo. Luego ayudaron también Toño Cuervo y José Francisco y vinieron los primeros contratos en concurso público, que fueron los de José Joaquín, maquetista, y Pilar Carrasco, como documentalista… Y luego, a propuesta mía, se contrató a Francisco Javier García Pumarino, José Manuel Pando y Lucía Fandos. Sin ellos no hubiera hecho prácticamente nada. Yo dirigí y coordiné. Si tuve algún mérito fue el de coordinar y hacer cosas en común.
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-Algo haría.
[–>[–>[–>-Actué como director en ocasiones, pero en muchas otras me dejé llevar. No eran trabajadores solo, aportaban ideas como el que más. Dos ejemplos, la exposición de la cultura del surf fue idea de Pilar, yo la veía descabellada y me equivoqué y la de Piratas, el trabajo de Paco, José Manuel y José fue espectacular. Ellos sabían lo que hacer con la madera y el serrucho (ironiza). La mayoría eran muestras marca de la casa y todo se debe a su trabajo.
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-Habla de exposiciones. ¿Qué cuenta de las aportaciones de la colaboración de los vecinos con el Museo? Se me viene a la cabeza los caparazones de tortuga aportados por Luis Servando Peláez.
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[–>-El primero fue Fernando Heres, que se le ocurrió desenterrar los huesos de ballena de La Ribera y aquello fue una sorpresa. Abrimos una exposición en la Casa de Cultura, antes de que hubiera museo. Cuando lo reabrimos en 1992, esa fue una parte importante del centro. Hubo otros que aportaron redes de bareque, que es un arte de pesca que ya estaba extinguido y comenzaron a aparecer, palangres, remos, plomadas… Poco a poco comenzamos a formar una importante colección etnográfica, que hoy en día, es la más importante de España del mundo de la mar. Ningún museo nos supera en número ni en calidad y fidelidad de los materiales.
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-El Museo es como la máxima de los ilustrados de «Todo para el pueblo pero sin el pueblo» pero con la salvedad de que sí cuenta con el pueblo.
[–>[–>[–>-Sí, por supuesto. Pero sin mí, eso me lo decía un poeta. Nunca me gustó figurar ni vestirme con plumas ajenas. Reconozco el mérito pero el Museo es mérito de muchas personas que aportaron sus cosas y no solo de Luanco, del resto de Asturias y de otros sitios de España. Un día nos llegó un motor de un fuera borda de los años 40 de un paisano de Valencia y una pistola lanzacabos preciosa con su conjunto de bengalas llegó de San Sebastián. ¿Por qué llegó aquí? No lo sé, pero llegó. No quisiera personalizar pero los colaboradores son cientos, la relación de donaciones es enorme. Es de justicia reconocer que las instituciones también fueron importantes: el Ayuntamiento apoyó siempre y lo mismo la Consejería de Cultura. Sin ellas, no sé hubiera pasado de un museín a tener este edificio. Y en menor medida la Caja de Ahorros que financió algunas adquisiciones y exposiciones.
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-El Museo ofrece además, siempre lo ha comentado, rigor.
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-Siempre tuvimos mucho cuidado, nunca podemos dar gato por liebre. Y por ejemplo, ahí está la historia de la navegación que se puede ver en el Museo. No se puede hablar solo de barcos españoles cuando están los vikingos, los ingleses. Hay que dar información de todo y buena. Y es que claro, la tercera parte importante es la educación, nuestros programas educativos.
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-Cuénteme.
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-Contamos desde siempre con guías didácticas adaptadas a cada edad y unos talleres que son de verdad preparadas para cincuenta como para cien alumnos y con material para todos. Y eso es gracias al equipo de coparticípes, codirectores que aportaron ideas. Y yo, sinceramente, sin este equipo yo tengo ganas de marchar. Después de casi 35 años uno tiene cierta querencia, yo seguiría, pero solo, ni hablar.
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-Casi 35 años, que se dice pronto.
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-El tiempo vuela, cuando el primer día me preguntó Ramón Vega: ¿Sabes diferenciar un bergantín de una fragata? Ni idea. Ahora no solo aprendí cosas, muchísimas, y esto es importante: las cosas de la mar están minusvaloradas. Apliqué siempre el método socrático: Si no sabes, pregunta. Es bueno reconocer la ignorancia.
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