Siria cae en una nueva espiral contra la minoría drusa
Siria ha entrado, de nuevo, en una espiral de violencia sectaria con los ataques desde este domingo contra población y milicias de la minoría drusa en el sur del país, en la ciudad de Sweida, cerca de la frontera con Jordania y los altos del Golán ocupados por Israel.
Esta ola de ataques empezó el pasado domingo, cuando tribus beduinas atacaron a milicias drusas dentro de la ciudad. Estos ataques -y respuestas milicianas- provocaron la intervención de Damasco y sus soldados y milicianos leales, que una vez fueron enviados a Damasco, en algunos casos, se sumaron a los ataques beduinos, tanto contra milicianos drusos como contra la población civil.
Cuando cayó el régimen de Bashar al Asad, en diciembre del año pasado, gran parte de las milicias drusas -que apoyaron a los rebeldes- se negó a entregar sus armas a Damasco alegando su propia necesidad de defenderse ante los nuevos amos y, desde entonces, las tensiones entre Sweida y la capital siria han sido enormes.
Una de estas milicias, de hecho, liderada por el sheij Hikmat al Hajri está abiertamente apoyada por Israel, que asegura querer proteger a la minoría drusa. Tel Aviv ha usado precisamente esta excusa para justificar sus constantes ataques aéreos y bombardeos contra Siria. El martes, de hecho, Israel bombardeó el sur sirio, en un ataque que provocó «decenas de muertos y heridos, tanto de soldados como de civiles», según un comunicado del Ministerio de Exteriores del país árabe.
Un tributo improvisado de los Druzos en el lugar donde cayó el misil. / DLF
Drusos y el Gobierno sirio llegaron aun acuerdo de alto el fuego el lunes por la noche, que según los líderes drusos no ha sido respetado. Damasco ha asegurado durante la madrugada del miércoles que sus soldados tan solo dispararán si son disparados.
Más de un centenar de muertos
Así, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, más de 130 personas han muerto en esta última espiral de violencia sectaria en Siria. De ellos, al menos dos decenas son civiles, atacados tanto por soldados leales a Damasco como por milicianos drusos. En abril, el sur de Siria ya vivió una ola de tensión y ataques contra la comunidad drusa, en la localidad de Jaramana, cercana a la capital.
Desde la caída de Asad, el nuevo Gobierno sirio liderado por Ahmed Al Sharaa, antiguo líder de la milícia exyihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS), ha estado intentando apaciguar estas explosiones de violencia, protagonizadas sobre todo por milicianos del antiguo Ejército Libre Sirio (ELS), conocido en el norte de Siria por estar plagado de señores de la guerra y ser mucho menos organizado y jerarquizado que HTS.
«Tomaremos acciones contra todo aquel contra el que se pueda demostrar que ha cometido violaciones o abusos, sin importar su rango o posición», ha dicho en un comunicado publicado este martes por la noche la presidencia siria, después de la publicación de imágenes de maltratos contra drusos y destrucción y robos de su propiedad.
Las dudas, sin embargo, están justificadas: Siria vivió su mayor episodio de violencia sectaria en marzo, tras un ataque en las montañas de exsoldados de Asad contra soldados de Damasco, en la región del mediterráneo sirio. Tras ese ataque, milicianos leales al Gobierno lanzaron una campaña de asesinatos y matanzas contra la población civil del lugar, perteneciente en gran parte a la minoría alauí de la que formaban parte los Asad.
Más de 1.000 civiles fueron asesinados en apenas cuatro días de ataques. Damasco detuvo a unos pocos milicianos y prometió ajusticiar a todos los responsables. El gobierno sirio, sin embargo, débil y aún sin pleno control de su propio Ejército, no pasó a la acción contra los responsables.
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