Taiwán dispara su presupuesto de Defensa para contentar a Trump en plena escalada con China
Taiwán ha presentado una partida adicional para Defensa de 40.000 millones de dólares destinada principalmente a comprar armamento de EEUU. Lo ha justificado su presidente, Lai Ching-te, para protegerse de la amenaza de esa invasión china que el mundo lleva anunciando durante medio siglo y que ahora, según su opinión, «se ha intensificado». Lo dirá el tiempo; por ahora, la única certeza es la desaforada espiral militarista que engorda las arcas de la industria estadounidense y drena los recursos que necesita la isla.
[–>[–>[–>Esa partida elevará el gasto en Defensa el próximo año hasta el 3,3% y Taipei planea que alcance el 5% en 2030. Estará aún lejos del 10% que le exige Washington, una cota con escasos precedentes. Sólo le superaría Ucrania (34%), defendiéndose de una invasión, y quedaría por encima de su agresor, Rusia (7%), a pesar de sus incrementos. Muy lejos queda Estados Unidos, con el 3,4%. El contexto, opina Lai, explica la factura. «No hay espacio para ceder en seguridad nacional, la historia demuestra que eso sólo conduce a la guerra y a la esclavitud», ha afirmado este miércoles.
[–> [–>[–>«Esto no es una cuestión ideológica, no es un debate sobre unificación contra independencia, sino la lucha para defender la Taiwán democrática y rechazar la idea de convertirnos en la Taiwán de China», ha añadido. Las amenazas desde la orilla contraria del estrecho de Formosa «se han intensificado» y las preparaciones para la invasión se están acelerando, ha continuado. El líder del Partido Democrático Progresista, de origen independentista, ha citado el acoso militar, la presión internacional, la propaganda, el espionaje y las infiltraciones en su país. Nada de eso es mentira, pero tampoco es nuevo.
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Negociación arancelaria
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Lai ha negado que la partida, destinada a «importantes» compras de armas estadounidenses, esté ligada a las negociaciones arancelarias con Donald Trump. Su embajador de facto en la isla, Raymond Greene, ha subrayado su apoyo a las «rápidas adquisiciones de capacidades militares asimétricas decisivas». Suponen, en su opinión, «un gran paso hacia el mantenimiento de la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán al incrementar la disuasión».
[–>[–>[–>Desde Pekín lo han visto de otra forma. «Están despilfarrando fondos que podrían usar para mejorar la calidad de vida de su gente y desarrollar la economía en compras de armas para ganarse el favor de potencias externas. Eso solo conducirá al desastre», ha dicho Peng Qingen, de la Oficina para Asuntos de Taiwán.
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Taipei navega en un mar agitado. A las presiones chinas, garantizadas cuando gobiernan los independentistas, suma la incertidumbre de Washington. Trump está menos entusiasmado por la isla que Joe Biden. La ha acusado sin pruebas de robar la industria de los semiconductores a Estados Unidos y da largas cuando se le pregunta si la defenderá de una invasión china. Le ofrece, a cambio, su catálogo de armas. Es comprensible la inquietud taiwanesa, especialmente cuando Trump alardea de su amistad con Xi Jinping y ha confirmado ya dos cumbres presidenciales para el próximo año, pero Lai ha vuelto a describir este miércoles una alianza férrea. «Recientemente, antes de su viaje a Asia, el presidente Trump enfatizó que Taiwán es Taiwán y dijo que personalmente respeta a Taiwán. Esas dos breves declaraciones lo dicen todo», ha asegurado.
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[–>Taiwán ha regresado a las portadas globales tras el compromiso de la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, a defenderla si es atacada por China. Takaichi, que ha ido más lejos que Trump, ha generado una tormenta con Pekín de difícil solución. Xi llamó esta semana a Trump para recordarle que el regreso de la isla a China forma parte del mundo pactado tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial. En esa guerra, enfatizó, pelearon estadounidenses y chinos hombro con hombro. Trump telefoneó horas después a Takaichi para ponerle al corriente de la conversación con Xi. No ha trascendido el contenido y es probable que el tirón de orejas que han querido ver algunos analistas chinos sea una interpretación muy optimista. Pero la sucesión de llamadas Pekín-Washington-Tokio subraya la delicada situación de Taiwán en un mundo cada vez más convulso y polarizado.
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