«Tenía el don de la alegría», recuerda la familia de Gelu Castañón
Coleccionista desde siempre de libros y revistas sobre vinos y artículos gourmet y con don de gentes, Ángel Castañón Loché, «Gelu», parecía estar predestinado a dedicarse al mundo de la hostelería, a la que dedicó buena parte de su vida tras haber fundado junto a su hermano Chano el Café Gregorio en 1985 en el barrio de La Arena, en el que se criaron los cuatro hijos del escritor Luciano Castañón Fernández. El menor de los hermanos, Gelu, falleció el pasado jueves en el Hospital Universitario Central de Asturias, a consecuencia de un tumor. «Tenía el don de la alegría», recordaba ayer su hermano, el librero Chema Castañón. El cuarto hermano es el ceramista, escultor y pintor Jesús Castañón.
[–>[–>[–>Nacido el 15 de junio de 1961 en Gijón, Gelu Castañón estudió en el Colegio Los Campos y en la Fundación San Eutiquio. Al acabar la mili como infante de marina, ya comenzó a darle vueltas a la idea de montar un café y aunque entre medias tuvo algún que otro trabajo, acabó dando el paso junto a su hermano Chano en 1985, abriendo el café en un local de la familia en el barrio de La Arena y poniéndole el nombre en recuerdo de uno de sus abuelos, Gregorio Castañón, que es quien había comprado la esquina en la que está el café, montando entonces un chigre, «Casa Castañón», en el bajo.
[–> [–>[–>Muy ligado al barrio de La Arena durante toda su vida, Gelu Castañón «tenía don de gentes y como barman era impecable», recuerda su hermano Chema. Hasta el fallecimiento de su hermano Chano en 2017, ambos, junto a sus respectivas mujeres, se alternaban para atender el café. Desde entonces lo regentó él y su mujer Natalia Rodríguez, que es quien desde hace algún tiempo se ocupa del negocio junto con la hija de ambos, Nieves.
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En sus largos años como hostelero vivió épocas de bonanza, como en los años 80 y 90 del siglo pasado, y aguantó otras difíciles, como la de la crisis de 2008 y la de la pandemia del covid.
[–>[–>[–>Celebración de la palabra
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Hace once años logró superar un tumor de estómago, pero el mal se le reactivó hace dos años, lo que no le impidió hacer vida normal hasta hace varias semanas. «En el barrio ya era muy conocido y más desde que abrió el café, porque era muy sociable, alegre y expansivo», recuerda su hermano Chema.
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La capilla del Tanatorio de Gijón-Cabueñes acogerá hoy sábado, a la una de la tarde, un acto de celebración de la palabra de cuerpo presente, tras lo que sus restos mortales serán incinerados.
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