territorio comunista y ‘fábrica’ de mercenarios para el Ejército ruso en Ucrania

Nepal es uno de los países más pobres del mundo. El 14% de sus 30 millones de habitantes viene bajo el umbral de la pobreza. También es uno de los más inestables políticamente. A lo largo de las últimas tres décadas ha padecido una guerra civil, el asesinato de gran parte de la familia real y el nacimiento de una república democrática. También fue sacudido hace diez años por un devastador terremoto y es víctima de periódicas inundaciones en época de monzones. Sin salida al mar, Nepal comparte frontera con los dos países más poblados del planeta, China y la India, que rivalizan por influir en la política de este país de sur de Asia.
La política nepalí es extremadamente enrevesada, salpicada de continuas traiciones entre socios de Gobierno y donde no falta la corrupción. El país ha tenido 14 primeros ministros en tan solo 15 años. Ningún Gobierno ha logrado terminar su mandato. Las principales fuerzas políticas son dos partidos comunistas, uno marxista-leninista y el otro maoísta, aunque hoy en día y en la práctica hacen poco honor a sus siglas. El país cuenta unas 20 pequeñas formaciones políticas que llevan la palabra comunista en sus nomenclaturas. El tercer gran partido en discordia en el centrista partido Congreso Nepalí. «Si preguntas en la calle quién es el primer ministro, muy pocos son los que lo saben. Aquí cambian constantemente», explica el barcelonés Eduardo Borés, que desde hace 20 años dirige en la capital, Katmandú, la oenegé Karuna.
Los maoístas fueron los que en 1996 se alzaron en armas contra el Estado monárquico, en una guerra civil que duró 10 años. En plena contienda fratricida se produjo el regicidio. Los autores de la matanza no fueron los rebeldes, sino el entonces príncipe heredero Dipendra, que en un ataque de locura irrumpió en una fiesta en palacio y mató a tiros a sus padres y a otros siete miembros de la familia real para después suicidarse. Asumió el trono entonces, su tío, el rey Gyanendra, que duró poco. El fin de la guerra civil, en 2006, supuso la liquidación de 240 años de monarquía y el nacimiento de la República Federal Democrática de Nepal, con un sistema multipartidista.
Una economía débil
Entre tantas fatalidades y cambios al frente de país, no ha sido fácil administrar la nación. El terremoto que devastó parte de Nepal, con 9.000 muertos, y la pandemia pesan todavía en la débil economía nacional. Nepal importa la mayoría de suministros del país, como el petróleo y el gas. Su principal fuente de ingresos es la agricultura, a la que se dedica más de 75% de la población, además del turismo del Himalaya y las remesas que proceden de los ciudadanos que trabajan en el extranjero. Cerca de 4 millones, principalmente en los países del Golfo. «Este país se está quedando sin jóvenes porque no hay trabajo», dice Borés. «Está lleno de academias de idiomas donde estudian los que planean irse”, añade.
Estos últimos tres años se ha abierto una nueva vía de escape para muchos jóvenes que buscan salir de la pobreza y el desempleo, que afecta a cerca del 20% de los nepalís de entre 15 y 29 años. Son los que se apuntan como mercenarios a luchar en la filas del Ejército ruso en Ucrania. Son gente que en su vida ha cargado con un arma de guerra. La captación de voluntarios se hace de forma clandestina. El Gobierno, que condenó la invasión de Ucrania, prohíbe este tipo de reclutamiento, pero poco puede hacer para evitarlo. La necesidad no conoce leyes.
Una vez llegan a territorio ruso, los mercenarios son trasladados a un campamento de entrenamiento. Un par de semanas de instrucción y al frente, como escudos de los soldados rusos. La oferta es muy atractiva. Un sueldo de 2.000 dólares al mes y la posibilidad de conseguir la ciudadanía rusa. El pasaporte del Nepal está considerado como uno de los peores para poder moverse por el mundo.
Nepalís en el frente ruso
Los números bailan. Las autoridades cifran en varios centenares los nepalíes en el frente ruso, aunque otras fuentes independientes elevan la cifra hasta los 15.000. En todo caso allí viven el infierno, según los testimonios de los que han logrado regresar a casa, algunos tras escabullirse y escapar. Otros han caído en combate, entre 40 y 50, según cifras oficiales. Algunos cuerpos ni siquiera han sido repatriados.
Los jóvenes que van a luchar a Ucrania nada tienen que ver con los famosos Gurkas, esa fuerza de élite formada por nepalís integrada en el Ejército británico y que participó en la guerra de la Malvinas, así como en las de Afganistán e Irak. Tampoco se asocian con los nepalís que forman los cascos azules de la ONU, más de 6.100, los más numerosos.
Una historia, la del Nepal, poco conocida por estas latitudes. Su territorio se asocia aquí por albergar ocho de las diez cumbres más altas del mundo. El país tiene previsto celebrar nuevas elecciones generales en 2027. Desde el pasado julio, los leninistas y los centristas del Congreso Nepalí gobiernan en coalición, tras resquebrajarse la anterior alianza surgida en los comicios de 2022, formada por los leninistas y los maoístas. Los líderes de los tres partidos han sido primeros ministros en varias ocasiones. Una élite que se turna en el poder.
Suscríbete para continuar leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí