Uno de los grandes males del transporte es el envejecimiento de la población activa: La media supera los 50 años y cada año miles de conductores se jubilan y no son sustituidos. La profesión, tradicionalmente asociada a largas jornadas, sacrificios familiares y trabajo físico, ha perdido atractivo entre los jóvenes, que buscan opciones más urbanas, digitales y con horarios estables.

Pero lo que Zaira subraya es fundamental: si cambia la percepción, las oportunidades se disparan. En un mercado laboral donde muchos sectores tienen salarios estancados, trabajo temporal o alta competencia, el transporte ofrece una combinación inusual: salarios dignos, contratación inmediata y estabilidad. «Envío un currículum y al día siguiente recibo tres llamadas. Literalmente», dice.

Además, las condiciones laborales han mejorado. Las empresas han entendido que, para atraer talento, deben ofrecer mejores horarios, renovaciones frecuentes de flota, dietas adecuadas y turnos más humanos. La figura del conductor ya no es un «héroe solitario» en la carretera, sino un actor clave en un sector cada vez más tecnificado.