TRÁFICO | BALIZA V16 | Los exguardia civiles Jorge Torre y Jorge Costa, inventores gallegos de la baliza geolocalizada V-16
A partir del próximo 1 de enero la Dirección General de Tráfico obliga a los conductores a llevar en su vehículo una luz de emergencia geolocalizada para usar en caso de accidente o avería. La baliza V16, que reemplaza a los triángulos naranjas de señalización, es un ingenio gallego creado a partir de la inquietud por la seguridad vial de dos exguardias civiles que supieron transformar una idea en un negocio hoy valorado en 1.200 millones de euros, cantidad a repartir entre las más de 250 marcas certificadas que hoy en día se comercializan, ya que fueron los primeros pero no son los únicos en el mercado. Jorge Torre y Jorge Juan Costas, «los gallegos de la lucecita», como les bautizó un subdirector general de la DGT, nos relatan la historia de su invento, una historia de emprendimiento con luces y sombras, con éxitos y ruinas.
[–>[–>[–>La idea rondaba en la cabeza de Jorge Torre desde los años 90. El entonces guardia civil ourensano afincado en Vigo, que a lo largo de su trayectoria por la Benemérita desde 1985 a 2013 pasó por los departamentos de tráfico, investigación criminal y judicial, buscaba la manera de solucionar dos problemas de los que era testigo: «Las luces de policía móviles de los vehículos camuflados llevan un cable que se conecta al mechero y para usarlas se colocan en el lado izquierdo del coche, con lo cual el cable pasa entre los brazos del que va conduciendo y el copiloto tiene que estar sujetando el cable en el conector porque con los movimientos de conducción se desconecta continuamente. Eso da lugar a que la mayor parte de los agentes lo pongan del lado derecho, algo que es peligroso porque al adelantar en prioridad lo haces por la izquierda y los coches que vienen de frente no ven la luz tan clara», relata Torre.
[–> [–>[–>Este inventor, que ya antes había ideado otros ingenios que no llegaron a comercializarse, había visto numerosos casos de personas que no señalizaban correctamente con los triángulos de emergencia, cuyo uso en España fue obligatorio a partir del año 2000. «Siempre me pareció una maniobra muy peligrosa porque exige –de noche o de día, con niebla o lluvia– que la persona salga del coche y camine 50 metros, unos 80 pasos, para colocar los triángulos y que éstos sean visibles a 100 metros, algo que en muy pocas carreteras gallegas se puede cumplir», explica Torre, quien añade que la dificultad es mayor para personas con movilidad reducida.
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Jorge Torre y Jorge Juan Costas, con los prototipos y modelos de su luz de emergencia / Marta G. Brea
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En 2013 Torre pide una excedencia en la Guardia Civil y comienza a ocuparse más a fondo de su idea. Consulta un informe exhaustivo del RACE y Goodyear que pone de relieve que la mayor parte de las averías de los vehículos suelen ser eléctricas, lo cual inutiliza los warnings (luces de emergencia), y que la mayor parte de los accidentes con atropellos en situaciones de avería se producen de noche. «Básicamente lo que hice fue convertir la luz de policía en luz de emergencia, cambiándole del color azul al ámbar, que es el de la precaución, haciéndola del mínimo tamaño posible, dotándola de una frecuencia y una potencia similares a las de los intermitentes del vehículo, permitiendo que se pudiera colocar en el techo del coche y que fuera completamente autónoma, que funcionara con pilas», expresa Torre.
[–>[–>[–>Con los bocetos de su invento dibujados a mano y dos primeros prototipos rudimentarios que confeccionó en casa con piezas de otras lámparas, Torre acudió en 2015 a un excompañero con el que había coincidido en el departamento judicial de la Guardia Civil, el vigués Jorge Juan Costas, quien también había dejado su puesto y se dedicaba a instalar parques acuáticos, negocio que estaba probando a exportar a México y que le había dejado en la ruina. «Estábamos sin un euro, necesitábamos alguien que nos lo fabricase y nos fuimos con lo puesto a Barcelona a intentar convencer a un hombre que vendía productos para teletienda», narra Costas. Tras un incidentado viaje de Vigo a Barcelona en el que se quedaron sin gasolina a 20 metros de una gasolinera en Zaragoza, los dos emprendedores logran la financiación del socio catalán, quien se compromete a fabricarle 5.000 piezas en China y a almacenarlas en su casa para ir enviándolas a los futuros compradores.
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Primeros bocetos del invento hechos a mano. / Marta G. Brea
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«Teníamos que darnos a conocer y empezamos por las asociaciones de víctimas de tráfico que habían tenido problemas con los triángulos», comentan. Así, en 2016 venden la práctica totalidad de su primera producción a personas de este colectivo y a finales de ese año fabrican una segunda producción de la que una cantidad considerable es para una aseguradora.
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[–>A principios de 2017 los padres de la baliza V16 se asientan en la aceleradora de empresas Vía Galicia, propiedad del Consorcio de la Zona Franca de Vigo en el parque empresarial Porto do Molle. Sus empresa, Netun Solutions, recibe financiación pública y su innovador producto, bautizado con el nombre de Help Flash, recibe varios premios de innovación. Al finalizar el evento de uno de esos certámenes, en el cóctel, se les acerca un miembro del jurado, un responsable de la Dirección General de Tráfico (DGT), que les dice: «Vosotros sois los famosos gallegos de la lucecita, ¿qué es lo que hacéis que todo el mundo me habla de vosotros?». Fue el inicio del contacto oficioso con la administración central.
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En 2018, con la empresa instalada en la aceleradora BFA (Business Factory Auto), también de la Zona Franca de Vigo y vinculada al sector de la automoción, la DGT regula los requisitos de calidad y luminosidad mínimos para homologar ese tipo de luces de emergencia y ya se apunta a la posibilidad de que fuera digital. En aquel momento el modelo que comercializaban los gallegos era analógico, así que encargaron un estudio jurídico a una consultora que les permitió seguir comercializándolo como legal, ya que su uso no estaba prohibido. Ese año sale al mercado un modelo de otra marca, con lo cual ya no son los únicos. «Este dispositivo no se puede patentar entero, porque es una luz, aunque sí tenemos patentadas algunas partes del dispositivo de nuestra marca», aclaran. Las exigencias de homologación requeridas por las autoridades y cuestiones «de responsabilidad» hacen que trasladen la producción de China a España, a una fábrica de Zaragoza que se convierte en su partner.
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Planta de producción de Zaragoza / Netun Solutions
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En 2019 sale un borrador de un decreto por el cual se va a declarar obligatorio el uso de esas balizas sustituyendo al triángulo de emergencia. «Justo después viene la moción de censura, la falta de Gobierno y luego la pandemia; pasamos una larga travesía en el desierto porque se paralizó todo». Hasta entonces la empresa «estaba despegando», vendían alrededor de quince mil unidades anuales y a sus promotores les daba «para vivir malamente con un sueldito», pues estaban invirtiendo en personal, materiales y maquinaria. «Las balizas analógicas nos costaba fabricarlas entre seis y ocho euros y las vendíamos por un precio de diez a once euros», indican.
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Con la vuelta a la normalidad tras las desescaladas de los confinamientos, en 2021, la DGT les convoca a una reunión en Madrid junto a otras cinco empresas grandes de iluminación como Osram y Hella, los dos laboratorios homologados en España, Leco y Diada, y las tres operadoras de telefonía. «Éramos los más pequeños de los que estábamos allí», apunta Costas. En ese encuentro les presentan el proyecto DGT 3.0 y les comunican que las balizas deben ser geolocalizables y tener una garantía de conectividad de doce años. «Me fui para casa llorando, pensando ‘se nos acabó el negocio’. Esos dispositivos que pedían costaría ponerlos en la calle entre 200 y 300 euros», relata Costas.
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Fueron necesarias varias reuniones más para ir avanzando en la fórmula para convertir en digital un producto analógico sin que se disparasen los costes. «Todos tuvimos que poner de nuestra parte, sobre todo las operadoras, que suponían el apartado más costoso del proyecto». Finalmente en marzo de 2021 se publica el Real Decreto 159/21 por el cual el uso de las balizas V16 se hace obligatorio. «El problema es que quedó pendiente de publicar un anexo que especificase cómo se tenía que realizar la conexión del dispositivo con la DGT». El texto definitivo no llega hasta diciembre de 2022, con la publicación de un nuevo decreto que modifica y amplía el anterior, estableciendo la fecha de enero de 2026 como la entrada en vigor de la obligatoriedad de la baliza V 16. «Fueron dos años de lo peor porque habíamos hecho inversiones para mejorar el producto y no había ventas. Luego pasó el año 2023, el 2024 y en los últimos días de 2025 es cuando empieza el bum de ventas porque la inmensa mayoría de los ciudadanos no se enteró hasta ahora», exponen los emprendedores gallegos, quienes aseguran que disponen de stock de sobra para atender la demanda.
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Prototipos de la baliza diseñada por el gallego Jorge Torre, realizados a mano y mediante impresora 3D / Marta G. Brea
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La baliza gallega V16 Help Flash, que cuesta entre 40 y 50 euros, no es de las más baratas del mercado, pero sí la de mayor intensidad lumínica, según aseguran sus fabricantes. Sus luces de tecnología LED suman más de 290 candelas (la normativa establece un rango de intensidad de entre 40 a 300 candelas), que garantizan la visibilidad del vehículo averiado a 360 grados en cien metros de distancia. En su interior dispone de una diminuta tarjeta SIM, como la de un teléfono móvil, un módulo de comunicaciones y una antena GPS. «La conexión está garantizada incluso en zonas donde los móviles no tienen cobertura porque es una tecnología de red de banda estrecha (Narrow Band IoT) que se emplea para el llamado internet de las cosas y que permite mandar datos que ocupan poco, como en este caso la geolocalización del vehículo». La conexión solo se produce cuando el usuario enciende el aparato y se establece de manera anónima, en ningún momento vincula la baliza con un usuario ni con una matrícula. «Al activar la luz de la baliza, se envía el posicionamiento del vehículo averiado a la nube de la DGT, que lo que busca es informar a otros conductores de las incidencias que se van a encontrar en la carretera».
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La ley exige que la baliza pueda dar luz y emitir su posición de manera ininterrumpida a la máxima potencia durante media hora, el tiempo que se calcula que tarda en llegar la grúa, si bien «la nuestra dura más de dos horas a la máxima potencia, y entre doce y quince horas hasta que se gasta la pila», afirman Costas y Torre.
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La vida útil de la baliza es de doce años, lo que marca la ley. «La duración está garantizada por los controles de calidad que hacemos en todo el proceso y también por las operadoras de telefonía, que aseguran la conectividad del dispositivo y su funcionamiento en futuras redes». Una vez que pase ese periodo de doce años, hay que comprar otra luz de emergencia. «Tiene su lógica, está pensada para que tenga la misma vida útil que un vehículo», argumentan Costas y Torre.
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Prototipos, modelos de la baliza Help Flash comercializados desde 2017 y placas de un modelo analógico y un modelo digital / Marta G. Brea
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El color de la luz es amarillo auto y no azul, que sería más visible, porque este último tono está reservado a vehículos de emergencias.
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Respecto a las críticas a la escasa visibilidad del dispositivo durante el día, en curvas y en cambios de rasante, Torre y Costas indican que la Guardia Civil ha informado favorablemente respecto a esta normativa. «Si de día no ves la luz, no ves el coche averiado y menos el triángulo», indican. «Además, los atropellos que se producen en situaciones de vehículos averiados son entre el ocaso y el crepúsculo, es decir, durante la noche, al atardecer y al amanecer», apuntan y «hay que tener en cuenta que la DGT lo que busca con esta nueva conectividad es que la señal sea virtual, es decir, que antes de llegar a ver a lo lejos una luz ya te hayan avisado por tu navegador de la incidencia».
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«Que achaquen que la baliza no se ve en curvas cerradas es más vergonzoso, sobre todo teniendo en cuenta que el 90% de esos atropellos son en autovías y en autopistas, donde no hay esas curvas. Hay que conocerse el artículo 45 del reglamento de circulación, el más básico del reglamento, que dice que tienes que conducir de forma que puedas detener tu coche dentro de tu campo de visión; eso significa que tras un cambio de rasante o una curva no puedes estar esperando a ver una baliza V16, debería preocuparte también encontrarte a un señor cruzando, un jabalí o un caballo».
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Otros de los comentarios que se realizan estos días atañe al volumen de negocio que se mueve detrás de esta normativa. «Hay que vender mucho volumen para conseguir que esto sea rentable; hablan de 1.200 millones de euros, que sería el resultado de multiplicar el precio medio de una baliza por el parque de coches de España, pero esa cantidad habría que dividirla entre las más de 250 marcas que se comercializan, además de quitarle el IVA, gastos de producción y demás. Los márgenes que nos quedan son muy escasos. No nos vamos a hacer ricos con esto», concluyen.
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