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Tras las huellas de Arthur Guinness en Irlanda: pueblos, castillos, fábricas y un museo | Escapadas por España | El Viajero

Tras las huellas de Arthur Guinness en Irlanda: pueblos, castillos, fábricas y un museo | Escapadas por España | El Viajero
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  • Publisheddiciembre 17, 2025



El pasado mes de septiembre se estrenó de la exitosa serie de Netflix House of Guinness (La Casa Guinness), de Steven Knight (Peaky Blinders), que narra las intrigas de la fascinante dinastía Guinness. Aunque la superproducción arranca con la muerte de Benjamin Guinness, en este viaje buceamos hasta el origen: el nacimiento del fundador de la cervecera, Arthur Guinness. Así, la ruta arranca en el pueblo irlandés de Celbridge y sus alrededores (lugar donde nació y vivió durante tres décadas), y transita por palacios y castillos de impertérrita belleza como Cashel Palace, Ashford Castle o Farmleigh. Nuestros pasos nos conducirán inevitablemente a Dublín, sede de la célebre fábrica Guinness de St James’s Gate y de algunos lugares estrechamente relacionados con los Guinness, como St. Stephen’s Green (antigua vivienda familiar), la catedral de St Patrick o el Iveagh Trust Building (una fundación benéfica creada por Edward Cecil Guinness, hijo de Benjamin Guinness).

¿Pero quién era Arthur Guinness? ¿Quién sembró en él la semilla de la cebada y el lúpulo? Aunque no existe una certeza oficial sobre el día y el año exacto de su nacimiento, gracias a la inscripción grabada en su tumba se sabe que murió en 1803, a los 78 años. Por lo tanto, se estima que su llegada al mundo se produjo en 1725 en los alrededores de Celbridge (condado de Kildare), muy probablemente en la localidad cercana de Ardclough, pueblo natal de su madre. Catherine Fleming, oriunda del lugar y guía local, explica que a principios el siglo XVIII las madres parturientas solían trasladarse a dar a luz a su casa natal. Arthur Guinness era hijo de Richard Guinness, un campesino local que vendía leche y trabajaba como jardinero para familias opulentas, y Elizabeth Read, hija de William Read, un granjero local adinerado amigo de Richard que producía la mejor cerveza artesanal del país. Aquí entra en juego una figura clave en la vida de nuestro protagonista: Arthur Price, un clérigo amigo de la familia que se convirtió en arzobispo de Cashel y habitó en el que entonces era el palacio episcopal. El padre de Arthur trabajó allí y se cree que elaboraba cerveza en la finca. La amistad entre ambos era tan estrecha que el arzobispo fue el padrino de Arthur Guinness. Cuando Price murió, dejó en herencia cien libras de la época (el equivalente hoy a unas 270.000 libras) a su ahijado y cien a Richard Guinness. Con ese dinero, el joven Arthur compró una pequeña fábrica en Leixlip en 1755 y allí elaboró su primera cerveza. Ese fue el origen, el kilómetro cero de lo que en el devenir de los siglos se convertiría en una de las cervezas más famosas del mundo.

Cuatro años después y con el apoyo económico de su futura esposa, Olivia Whitmore, compró la vieja fábrica abandonada de St James’s Gate (sede actual de The Guinness Store de Dublín) y firmó el famoso contrato que le cedía la renta del lugar durante 9.000 años por tan solo 45 libras anuales. Una gestión magistral e impecable que habla del carácter emprendedor e intrépido de este maestro cervecero y de su visión de negocio a un nivel muy superior al que correspondía a los empresarios de la época: recordemos que era mediados del siglo XVIII, en una ciudad dividida entre una minoría británica protestante que ejercía el control sobre la mayoría católica, que vivía en condiciones extremas de pobreza y marginación.

Arthur’s Way: tras la huella de Arthur Guinness

Celbridge, a unos 22 kilómetros de Dublín, es el lugar ideal para bucear en los orígenes de esta exitosa saga de cerveceros, aristócratas y millonarios. Este pequeño y coqueto pueblo a orillas del río Liffey forma parte de Arthur’s Way, una ruta de patrimonio (Heritage Trail) que conecta los lugares más significativos de su vida. No hay que perderse ninguna de estas pistas:

  • Celbridge. Aunque hoy las huellas de la familia Guinness original son testimoniales, existen algunos puntos clave a visitar: las calles donde se encuentran algunas de las mansiones más ostentosas de la época, entre ellas la casa donde vivió Arthur Price (solo se puede ver por fuera, es privada) o Castletown House, una de las casas de estilo palladiano más espectaculares de Irlanda. En la calle aguardan dos citas imprescindibles: fotografiarse junto a la estatua de un apuesto y ya adulto Arthur Guinness, del escultor Jarlath Daly, y tomar una refrescante pinta —Guinness, por supuesto— en el Village Inn Lounge & Restaurant. Nada más entrar al local, un rótulo en la pared asegura que la planta de arriba era el lugar donde la madre de Arthur tostaba la cerveza del negocio familiar y donde también trabajaron Richard Guinness y, más adelante, nuestro protagonista.
  • Ardclough. A escasos kilómetros de Celbridge, Ardclough (en gaélico: la gran piedra) es la localidad natal de la madre de Arthur y el lugar donde se ubica la interesante e ilustrativa exposición sobre la historia de los Guinness y su cervecería: From Malt to Vault (de la malta a la Bóveda). El título refleja el proceso de elaboración de esta cerveza: desde el ingrediente inicial hasta la bóveda, las bodegas subterráneas donde se almacenaba para su distribución final.
  • Cementerio de Oughterard. A escasa distancia de Ardclough, recalamos en uno de los sitios más cautivadores y mágicos de la ruta: el cementerio donde descansan Arthur y varios miembros de su familia, entre ellos, su esposa. Está emplazado en una colina bastante elevada desde la cual se divisan varios condados cercanos. Un lugar donde olvidar la tiranía del tiempo durante un momento para apreciar la magia y la belleza de un entorno idílico que susurra ecos de una historia, la de la familia Guinness, que es también la historia de Dublín y de Irlanda, de una estirpe que supo construir, expandir y también compartir con los más necesitados. No abandonéis el camposanto sin acceder al interior de las ruinas de una iglesia y torre monástica del siglo XII, así como sin visitar algunas tumbas de otros ilustres irlandeses, como el famoso compositor Turlough O’Carolan.
  • Leixlip. Finalizamos este particular recorrido en el pueblo donde Arthur abrió su primera cervecería antes de trasladarse definitivamente a la fábrica de St. James’s Gate. Ello fue posible gracias al dinero que había heredado de su padrino. Podría decirse que aquí el joven Arthur elaboró su primera pinta y sembró la semilla del gran imperio cervecero en el que décadas después se convirtió la marca Guinness. Y ya que os encontráis en esta ciudad estratégicamente emplazada entre los ríos Liffey y Rye, aprovechad la oportunidad para explorar su imponente castillo normando ubicado sobre una colina.

Cashel Palace y el posible origen de la cerveza Guinness

Como sucede en todas las sagas familiares poderosas cuya estirpe se ha perpetuado durante siglos, muchas veces la leyenda se entremezcla con la historia. Además, la vida de los Guinness transcurre en un país cuyo ADN está integrado por enormes dosis de mitología, magia y toda suerte de criaturas fantásticas. La vida de Arthur Guinness también está teñida de cierto halo de misterio, sobre todo en lo referente al origen del imperio Guinness. Cuenta la leyenda que se podría encontrar en Cashel Palace, un fastuoso palacio del siglo XVIII emplazado en el corazón de Irlanda y convertido en un lujoso hotel, Cashel Palace Hotel. Así lo certifica un documento oficial colgado en una de las paredes de este imponente y elegante edificio (muy probablemente se trate de una copia, réplica o transcripción del testamento de Arthur Price). No es casualidad que justo al lado se encuentre el famoso Guinness Bar, un claro guiño a esta conexión histórica con la familia. Una estancia acogedora y elegante con una rugiente chimenea, donde son bienvenidos también quienes no son huéspedes del hotel.

Construido en 1732 y convertido en hotel desde 1962, este elegante palacio es miembro del prestigioso club Relais & Chateau. El lugar ideal para hacer un alto en el camino y degustar su deliciosa gastronomía en algunos de sus restaurantes, uno de ellos con estrella MichelIn, The Bishop’s Buttery.

Quizás apetezca más tomar un aperitivo o un cóctel en sus bellísimos jardines con vistas a uno de los castillos medievales más impactantes de Irlanda: Rock of Cashel, antigua residencia de los reyes de Munster (una de las cuatro provincias históricas de Irlanda). Es uno de los conjuntos medievales más antiguos y mejor preservados de la conocida como la isla Esmeralda. Podréis merodear a vuestro antojo entre los restos de una catedral gótica del siglo XIII, una abadía, una torre-vivienda del siglo XV, una capilla románica o una torre redonda, entre muchos otros elementos.

Ashford Castle y la edad dorada de los Guinness

Para los apasionados de la historia de los Guinness es recomendable desplazarse hacia el oeste del país, concretamente al condado de Mayo, para descubrir una de las propiedades más espectaculares e históricas de esta saga: Ashford Castle, uno de los enclaves que sirvió de escenario para la serie de Netflix. A orillas del lago Corrib, descansa este castillo medieval que presume de sus 800 años de historia y de haber sido el hogar de esta poderosa familia irlandesa. Convertido en uno de los hoteles de lujo preferidos de la élite internacional, traspasar sus enormes puertas de piedra es un pasaporte a un universo de elegancia absoluta. Testimonio viviente de la historia irlandesa, en este enclave de ensueño se han cruzado y se siguen cruzando las vidas de reyes, presidentes, magnates y estrellas de cine.

Su origen se sitúa en el año 1228, cuando la casa anglo-normanda de Burke, conocida como los Burgo, construyó aquí una fortificación militar que mantuvieron hasta 1589. En los siglos sucesivos, diferentes familias adineradas ostentaron la propiedad del castillo, entre ellos los Browne de Galway. Tras la hambruna de 1840 provocada por un hongo que destruyó el cultivo de patatas, base de la economía irlandesa, el sistema de financiación del castillo entró en quiebra. En 1852 Benjamin Guinness lo compra por tan solo 11.005 libras. El historiador y guía Fintan Gorman narra que “Ashford House era una ruina deteriorada en ese momento y estaba prácticamente destruida. La familia de cerveceros compró las ruinas de la torre normanda, 12.000 acres de tierra y los derechos de pesca y de caza de toda la zona”. Sir Benjamin Lee Guinness vio en estas tierras una oportunidad de crear un legado arquitectónico que rivalizara con las grandes casas señoriales de Europa. Pronto, esta casa señorial se transformó en su finca de recreo, donde celebraban opulentas fiestas y congregaban a la alta sociedad de la época. Empezaba la edad dorada de Ashford Castle. En palabras de nuestro guía: “los Guinness siempre se referían a la finca como su hunting lodge in the West [resort de caza en el oeste]“. Tan solo se alojaban en él dos veces al año: entre mayo y junio, con motivo de la pesca del salmón, y entre diciembre y enero, en la temporada de caza de aves.

En 1873, se lleva a cabo una gran reforma confiriéndole un aspecto muy similar al de los castillos de los Tudor en Inglaterra. Ashford House pasa a ser Ashford Castle. Con el devenir de los años, los Guinness se convierten en la familia más rica después de la familia real, y mantuvieron la propiedad hasta 1939, cuando fue vendida a Noel Huggard para ser convertida en hotel. En 2013, se lleva a cabo una impresionante restauración y es adquirido por el prestigioso grupo The Red Carnation Collection.

Dublín: Guinness Store House y otros escenarios

Finalizamos esta particular ruta Guinness en la cosmopolita capital de Irlanda. Allí, en el mismo lugar donde Arthur Guinness abrió en 1759 la cervecería donde se elabora una de las cervezas negras más famosas del mundo, está la icónica Guinness Storehouse. Este 2025, los Guinness están de celebración por partida doble: la que se ha convertido en una de las atracciones más visitadas de Irlanda celebra este año su 25º aniversario como museo, sumándose así a la efeméride de los 300 años del nacimiento del creador de la marca. La antigua fábrica abandonada de St. James`s Gate es hoy un espacio multisensorial que proporciona a los visitantes una experiencia inmersiva donde intervienen todos los sentidos. Multitud de juegos de luces, agua y muchos otros elementos interactúan para explicar y transmitir la historia de la elaboración de la cerveza y de la dinastía. Entre muchas de las actividades en las que se pueden participar, destacan una cata de cervezas o la magia de una pinta. Además, se puede trastear en el archivo de la familia, comprobar la evolución de las diferentes campañas publicitarias durante más de dos siglos y bucear en la impresionante labor filantrópica que caracterizó a Arthur Guinness y toda su estirpe: desde el origen entendieron que su fortuna llevaba consigo responsabilidad social. Por supuesto, no hay que olvidarse de subir a la azotea para disfrutar de una irrepetible panorámica de 360 grados de Dublín mientras se degusta una pinta.

El afán innovador y el amor por la ciudad de Dublín de los Guinness no se agota con el paso de los siglos. En la actualidad, se está gestando un proyecto para convertir todos los terrenos de la antigua cervecería de St. James’s Gate en un puntero y moderno barrio alternativo que preservará la esencia del lugar y protegerá el entorno del barrio Guinness. Incluye la creación de dos hoteles, 336 edificios residenciales, 30.000 metros cuadrados de oficinas, un nuevo mercado e infinidad de restaurantes y zonas de ocio, así como un espacio multidisciplinar para eventos y espectáculos.

Otros escenarios Guinness

Si aún quedan ganas y tiempo para seguir indagando en los entresijos de este clan, en Dublín existen diversos lugares directa o indirectamente relacionados con los Guinness. Entre ellos, el parque St. Stephen’s Green, convertido en un espacio público y sede de la antigua vivienda familiar (actual Ministerio de Asuntos Exteriores), y también uno de los lugares donde se rodaron algunas escenas para la serie House of Guinness. Arthur Edward Guinness (hijo de Benjamin Guinness I) compró y donó la propiedad y el parque a la ciudad para que sus habitantes pudieran disfrutar de estos hermosos jardines. En su interior, hay opción de fotografiarse junto a la estatua de este filántropo que ostentó el primer título de Lord Ardilaun.

Otro espacio fundamental es la catedral de St Patrick’s, restaurada por Benjamin Guinness en el siglo XIX, o la zona de The Liberties (en el sur de la ciudad), donde se encuentran la mayoría de los Iveagh Trust Buildings, edificios construidos por Edward Cecil Guinness para proporcionar viviendas asequibles a las familias más pobres a principios del siglo XX.

Finalizamos el recorrido Guinness en Farmleigh, una impresionante mansión de estilo georgiano adquirida por Edward Cecil Guinness en 1873, muy cerca del corazón de Dublín. El primer conde de Iveagh se enamoró de esta finca histórica y la decoró a su antojo con cuadros, muebles, tapices y otros elementos que coleccionó a lo largo de su exitosa y opulenta vida. Sus herederos la mantuvieron como una de sus viviendas principales hasta 1999, cuando fue adquirida por el Gobierno irlandés. Desde entonces ha desarrollado múltiples funciones, sobre todo como residencia oficial para miembros de la realeza, jefes de Estado o altos dignatarios internacionales. El acceso está abierto al público y es posible visitar sus habitaciones (smoking room, oval room…) y sus preciosos e históricos jardines victorianos. Su impresionante colección de arte o su ilustre biblioteca (obra de Benjamin Guinness, tercer conde de Iveagh) convierten a Farmleigh en un lugar muy atractivo. Entre otros muchos tesoros, reúne más de 5.000 artículos que abarcan 800 años de cultura irlandesa.

El estreno de la serie de Netflix, cuya productora ejecutiva es Ivana Lowell, hija de la escritora Caroline Blackwood, a su vez nieta de Maureen Guinness, constituye motivo más que suficiente para emprender un viaje a la isla Esmeralda. Como decía Arthur Guinness, “We have nothing to fear but to fear itself” (No tenemos nada que temer excepto al miedo mismo), una filosofía empresarial que explica cómo un contrato de arrendamiento de 9.000 años firmado en St. James’s Gate se convirtió en el origen de una de las marcas más reconocidas del planeta. Brindar por estos 300 años tras los que se esconden varios capítulos esenciales de la historia de Irlanda es una forma de honrar el gran legado empresarial y cultural esculpido por la familia Guinness.



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