Trump acude al gigante de la vigilancia Palantir para amasar un poder sin precedentes en Estados Unidos
Tu cuenta bancaria, tu historial clínico, las ayudas que has recibido o las deudas pendientes de pago. Para gestionar un país, todo gobierno necesita conocer ciertos datos sensibles de sus ciudadanos. En Estados Unidos, esa información íntima se ha almacenado históricamente en sistemas desconectados de la Casa Blanca para garantizar su privacidad y seguridad. Sin embargo, Donald Trump tiene otros planes: centralizar su control para amasar un poder sin precedentes.
El pasado 20 de marzo, el presidente estadounidense firmó una orden ejecutiva que obligaba a las agencias federales a compartir sus datos. Con ello, quería garantizar que el mal llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), liderado por su entonces aliado Elon Musk, tuviese «acceso sin restricciones» a toda la información personal de los ciudadanos para «eliminar la ineficacia burocrática». Sin embargo, compilar una lista maestra de identificación digital abre la puerta a potenciales abusos orwellianos.
Aunque Trump no ha dicho nada más del tema en los últimos tres meses, su administración ha encargado esa tarea a Palantir, una controvertida empresa especializada en la minería de datos que comercializa sistemas de analítica, predicción y vigilancia masiva. Entre sus clientes hay grandes bancos, empresas sanitarias, aseguradoras, fabricantes automovilísticos, ejércitos como el de Ucrania y gobiernos de todo el mundo, también el de España, que en 2023 le adjudicó un contrato por 16,5 millones de euros para desarrollar un sistema de inteligencia militar.
Aliada del aparato militar
En sus inicios, Palantir prosperó gracias a la financiación de In-Q-Tel, el opaco fondo de capital riesgo con el que la CIA invierte en tecnología que le pueda ser útil. Y lo fue: a su software se le atribuye la localización de Osama bin Laden en una casa de campo en Pakistán, donde fue ejecutado por soldados estadounidenses en 2011. Esas capacidades han convertido a la compañía en un aliado crucial para el aparato militar y los servicios de inteligencia de EEUU.
Palantir fue fundada en 2003 por el magnate tecnológico Peter Thiel, socio de Musk en PayPal, asesor no oficial de Trump en su primer mandato y mecenas del vicepresidente J.D. Vance. «Ya no creo que la libertad y la democracia sean compatibles», señaló el influyente milmillonario en 2009.
Jeff Bezos (Amazon), Larry Page (Alphabet), Sheryl Sandberg (Meta), Mike Pence, Donald Trump y Peter Thiel (Palantir), reunidos en 2021 / Timothy A. Clary / AFP
Sin embargo, Palantir está dirigida por el también cofundador Alex Karp, que aboga abiertamente por usar su tecnología para mantener la supremacía militar de Washington. «La forma más efectiva para el cambio social es humillar y empobrecer a tus enemigos», aseguró en mayo en un foro económico en Chicago.
La firma debe su nombre a las palantíri, las piedras videntes de El Señor de los Anillos que permiten ver qué sucede en sitios y tiempos lejanos, pero que el señor oscuro Sauron utiliza para distorsionar la realidad y hacer enloquecer a sus enemigos.
Alud de dinero público
La alianza entre Palantir y la Casa Blanca no es nueva. Ya en 2016, con Barack Obama de presidente, la firma se adjudicó un contrato de 222 millones de dólares del Departamento de Defensa para desarrollar un software capaz de centralizar toda la inteligencia recopilada por el Comando de Operaciones Especiales del Ejército. En 2020, con Joe Biden, ayudó a rastrear la fabricación y distribución de vacunas contra el covid.
Sin embargo, su negocio se está disparando con Trump. Desde su regreso al poder el pasado 20 de enero, Palantir ha cerrado extensiones o nuevos contratos con el Gobierno por valor de más de 113 millones de dólares, según registros públicos, avanzando así los planes del presidente.
Ese alud de dinero también se ha traducido en bolsa. El valor de la compañía ha crecido más de un 85% en lo que va de año y más de un 151% desde que Trump ganó las elecciones presidenciales en noviembre de 2024. Actualmente, rebasa los 329.000 millones de dólares, lo que la convierten en la 30ª empresa más valiosa del mundo, por delante de gigantes como Coca-Cola o Samsung.
«Cómplice del autoritarismo»
Detractores e incluso fieles del movimiento trumpista MAGA (Make America Great Again) han denunciado que la centralización de datos bajo un único paraguas tecnológico puede acelerar una vigilancia estatal omnipotente y permitir al presidente usar a Palantir como panóptico con el que reprimir a sus críticos. ‘The New York Times’ señala que la creación de una lista única podría exponer al menos 314 datos sensibles de los ciudadanos. La firma ya ayudó al Gobierno en la detención y deportación de inmigrantes indocumentados durante el primer mandato trumpista y ahora trabaja en una nueva herramienta de inteligencia artificial que permitiría rastrear sus movimientos para agilizar su ‘caza’, según adelantó 404 Media y amplió Wired.
Ese temor ha llevado a expertos en privacidad, sindicatos estudiantiles y organizaciones laborales a presentar demandas para bloquear el acceso a esos datos. Congresistas demócratas han pedido explicaciones a Palantir por su creciente protagonismo bajo la administración Trump, mientras que un grupo de 13 exempleados han acusado a la empresa de ser «cómplice del autoritarismo» al facilitar la «peligrosa expansión del poder ejecutivo».
Alex Karp, co -fundador y director ejecutivo de Palantir. / MSC/Hildenbrand
Palantir asegura que el uso de su tecnología es responsabilidad de quien la contrata. Aun así, el tono cada vez más beligerante de Karp, su director ejecutivo, también preocupa a los defensores de los derechos civiles. Después de años manteniendo un perfil bajo, en los últimos meses se ha referido a las víctimas civiles de Israel en Gaza como «idiotas útiles» al servicio de Hamás, ha sugerido tomar represalias contra los manifestantes pro-Palestina, ha tildado la ONU de «institución discriminatoria» y ha abogado por infundir «miedo» a los «enemigos de América«.
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