Trump despierta a Europa de su letargo militar y la impulsa hacia una carrera armamentística

España mandó en 2017 seis carros de combate Leopard y 300 militares a una misión de la OTAN en Letonia para disuadir a Rusia. Las Fuerzas Armadas españolas suelen realizar sobre todo despliegues similares en los Bálticos o en otras misiones de paz como la FINUL de la ONU en Líbano. Pero aquella expuso una profunda carencia de capacidades de mantenimiento dentro del Ejército español. Para desplegar aquellos carros hubo que detener el uso de otros tantos en España. No había repuestos para todos, y fue preciso priorizar, según denunció el entonces Jefe de Estado Mayor de la Defensa, Fernando Alejandre, en el Congreso de los Diputados.
Los generales españoles han venido quejándose desde hace años de la falta de medios para modernizar y adaptar las Fuerzas Armadas españolas a los nuevos tipos de guerra. La opinión pública, por lo general, ha sido poco receptiva. España es una sociedad eminentemente pacifista. Del mayoritario “no a la OTAN” se pasó a ver al Ejército como útil para misiones de paz o de rescate, más que como una fuente de disuasión por la fuerza. Las guerras casi siempre eran algo lejano y ajeno. En Europa cundía una sensación parecida, con variaciones por países: la disuasión fundamental provenía de la alianza con Estados Unidos. Por supuesto, Reino Unido, Francia, Italia, Alemania y España seguían comprando aviones F-35, produciendo tanques e, incluso, lanzando un sistema de combate futurista de drones y cazas, el FCAS. Pero no había apremio.
Esa visión cambió la madrugada del 24 de febrero de 2022 con la invasión a gran escala rusa de Ucrania. No solo en España: países como Finlandia siempre habían rechazado la idea de entrar en la OTAN. En su idiosincrasia estaba grabada a fuego la idea de la neutralidad. Desarrollaron unas fuerzas armadas modernas y eficientes, sin entrar en grandes alianzas. El discurso mutó rápidamente con la guerra de agresión ordenada por Vladímir Putin: Finlandia comparte 1.340 kilómetros de frontera con Rusia. Pusieron en marcha un proceso exprés para unirse a la Alianza Atlántica. Lo mismo hizo Suecia. Alemania, que había tenido una cierta alergia al militarismo tras las dos grandes guerras mundiales, al principio rechazaba siquiera la idea de prestar tanques a Ucrania, para evitar la imagen de carros alemanes corriendo de nuevo por la estepa ucraniana. Pronto dio un giro de 180º, empezó a enviar armas en masa a Ucrania, y anunció un enorme plan de 100.000 millones de euros para renovar sus fuerzas armadas. El próximo canciller alemán, Friedrich Merz, aboga por que Europa “se preparare para tener que hacer muchísimo más por nuestra propia seguridad en los próximos años y década”.
Ucrania lo cambió todo. Pero ha sido la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y su falta de fiabilidad como garante de la defensa europea la que ha acelerado el despertar de Europa de la suerte de letargo militar en el que había progresado el último medio siglo. Los 27, la zona desarrollada de mayor paz y democracia del planeta, habían crecido a base de multilateralismo y mercantilismo, no con belicismo. El republicano ha demostrado que no es de fiar: ha maltratado a todos sus aliados en tan solo un mes y medio en el cargo: a Canadá, a México, a Alemania o a Reino Unido y, la semana pasada, al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
800.000 millones en una década
En este contexto, la Unión Europea ha anunciado un plan de financiación de 150.000 millones de euros iniciales, que alcanzará 800.000 millones. Es un plan de rearme en toda regla para la próxima década. Una carrera armamentística en el Viejo Continente.
«La verdadera cuestión que se nos plantea es si Europa está preparada para actuar con la decisión que dicta la situación y con la rapidez y la ambición necesarias», ha asegurado la presidenta comunitaria en una declaración sin preguntas en Bruselas. Europa afronta una era de «rearme» en la que tiene que estar preparada para aumentar masivamente su gasto en Defensa la próxima década, ha añadido, tanto para apoyar a Ucrania, como para hacer frente a la necesidad «a largo plazo» de asumir una mayor responsabilidad sobre la seguridad en el continente.
Es la propuesta de Von der Leyen ante la cumbre de este jueves en la que los líderes de los 27 dibujarán su plan para impulsar la autonomía estratégica.
“No será que Europa no ha tenido avisos desde 2014”, recela un general en la reserva que prefiere no revelar su nombre, en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. “Solo llegar al 2% del PIB que exige la OTAN para España es una cantidad de dinero enorme. Cuando se empezó a hablar de ello, suponía unos 18.000 millones de euros. El 2% en 2025 son más de 32.000 millones. Estamos hablando de una cantidad de dinero enorme”. Ya se habla del 3% y hasta del 5%.
Y eso son solo las partidas de los presupuestos. Fuera quedan normalmente las compras a deuda que se solían incluir en las partidas de otros ministerios, como Industria o Ciencia, para que fueran menos visibles, como los programas de compras de Leopard, las Fragatas F100 o los Eurofighter. No estaba bien visto, recuerda el general.
Ahora los tiempos están cambiando, aunque sin debate social y político. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que en su día como candidato llegó a decir que eliminaría el Ministerio de Defensa si tuviera que quitar alguno, ahora abraza el incremento del gasto. Pero no ha comparecido recientemente para explicar cuál es la posición española ante esta nueva carrera armamentística. Esta semana se ha filtrado la posición española para el libro blanco de la Defensa que prepara la UE. España quiere que se emitan eurobonos, y que se usen los mecanismos ya existentes como los fondos Next Generation. Pero, ¿y si hay que aumentar impuestos, o recortar el gasto público?
El riesgo de una guerra, ¿aumenta con más armas?
Las capacidades armamentísticas convencionales son equiparables, en número de tanques, aviones de combate o blindados de transporte de tropas, explica el general. Pero hay muchos otros aspectos clave en la guerra moderna. Por ejemplo, la necesidad de un comando y control avanzado. “Es crucial y Europa está atrasadisima en ese aspecto. La mayor parte de inteligencia la dan los americanos, con sus satélites o los drones de alta cota como los Predator o Global Hawk”, aporta. El pilar europeo de la Alianza Atlántica, por el momento, no cuenta con esas capacidades, que han sido clave por ejemplo en el rechazo ucraniano de las tropas rusas que intentaron tomar la capital, Kiev.
Y luego está la preparación para el combate. No es comparable la cantidad de munición que ha disparado un soldado estadounidense y la de uno portugués, por ejemplo, o los saltos en paracaídas realizados por un americano y un italiano. Y todo eso es también poderío militar y capacidad de disuasión.
El problema de las armas es que tienden a usarse si se tienen. Rusia no habría invadido Ucrania si no tuviera uno de los Ejércitos más potentes del mundo y hubiera probado en combate sus misiles en la guerra de Siria, una auténtica carnicería de la que se jactaban los generales rusos.
“Estamos en una carrera armamentística, dentro y fuera de la OTAN”, opina para este diario Pere Ortega, del Centre Delàs por la paz. “Nosotros creemos que va contra el sentido común: hay que buscar fórmulas de seguridad compartida y común entre estados que no pasen por rearmarse hasta los dientes. Lo contrario es una dinámica perversa, porque tarde o temprano ese militarismo y belicismo puede conducir a nuevas crisis y conflictos, y nuevas guerras. Se debe buscar lo que dice Naciones Unidas: desarme y mínimos comunes denominadores en armamento, equilibrio”.
Compras sin redundar
El dinero que pretenden gastar los países europeos de forma independiente y a través de la Unión Europea irá, en parte, a Ucrania. Pero otra buena parte se pretende invertir en la creación de una industria militar conjunta.
“Con 27 ejércitos diferentes y una docena diferente de tipos de cazas o de carros de combate, es necesario unificar para poder hacer una defensa común”, analiza Ortega. “Lo que propone la UE es crear un mecanismo de financiación común para crear armamentos conjuntos compatibles entre los países”.
Con los instrumentos que prepara Europa se espera disparar el gasto en Defensa en la Unión Europea al tiempo que incentiva que los 27 realicen compras conjuntas y ‘made in Europe’, informa Europa Press. Los Estados miembros presentarán planes con su ‘lista de la compra’ a Bruselas, que será la que asignará los préstamos en función de esos planes. Posteriormente, mediante un mecanismo de información, el Ejecutivo europeo controlará la aplicación de dichos planes y realizará la transferencia de los préstamos.
Las prioridades serán las defensas antiaéreas, sistemas artillería, misiles y munición, drones y sistemas antidrones, habilitadores estratégicos y protección de infraestructuras críticas y movilidad militar. Evitando redundancias y fomentando la industria comunitaria.
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