Trump llega a la presidencia con una estrategia de avalancha de acciones ejecutivas
La medida tradicional para tomar el pulso a un presidente de Estados Unidos cuando llega a la Casa Blanca ha sido seguir con detalle sus 100 primeros días en el cargo. En el segundo mandato de Donald Trump, que se inicia este lunes, los plazos de evaluación se acortan radicalmente.
[–>[–>[–>[–>Los planes ya esbozados y adelantados por el republicano y sus aliados en discursos y entrevistas y revelados, y que el propio Trump y su asesor Stephen Miller detallaron a los congresistas de su propio partido en una reunión reciente, apuntan a la posibilidad de que firme alrededor de 100 órdenes ejecutivas y acciones relacionadas en el primer día, un récord que deja en pañales el que marcó Joe Biden, que dictó 17.
[–>«Vamos a darles el mejor día uno, la mayor primera semana y los más extraordinarios primeros 100 días de cualquier presidente en la historia de EEUU», proclamaba Trump en un acto a finales de diciembre en Phoenix.
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Se trata de marcar el tono de la presidencia, de cumplir promesas, de demostrar fuerza. Es una versión política de la estrategia militar de conmoción y pavor, aquella que se estableció en 1996 y años después se usó en Irak y que llama a abrumar, «aprovechar el control del entorno y paralizar o sobrecargar las percepciones y el entendimiento de los eventos de un adversario de forma que sea incapaz de resistencia a niveles tácticos y estratégicos«.
[–>[–>[–>[–>A diferencia de 2017, cuando Trump llegó por sorpresa a la Casa Blanca y se vio forzado a rodearse en su gabinete y equipo de representantes del viejo aparato y de distintas corrientes tradicionales republicanas, ahora todo y todos están bajo su control. Su círculo de asesores y nominados para el gobierno es un ejército de leales, el Partido Republicano está entregado a su dominio y en control de las dos cámaras, que necesitará para implementar algunos elementos de su agenda como los recortes de impuestos. Y aunque la exigua minoría en la de Representantes augura que no todo va a ser coser y cantar y muchas de sus medidas tienen garantizado verse enredadas con retos en los tribunales, el plan de llegar avasallando está en marcha.
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Estos son cinco ejes de la agenda y la estrategia:
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[–>[–>[–>Trump va a cumplir su repetida promesa de lanzar en las primeras horas de presidencia la «mayor operación de deportación de la historia». Diversos medios estadounidenses han adelantado que el martes tiene previsto iniciar la Operación salvaguardia en Chicago, con redadas en una de las ciudades gobernadas por demócratas que coloca en primer lugar en el epicentro de su campaña.
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Antes, se espera la firma de numerosas órdenes ejecutivas relacionadas con la inmigración, desde para recomenzar la construcción del muro en la frontera con México hasta para suspender la admisión de refugiados o acabar con programas que han dado protecciones especiales a cubanos, venezolanos, nicaragüenses y haitianos.
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Se anticipa también una declaración de emergencia nacional que permita enviar más recursos del Pentágono a la frontera, emitir un veto a la entrada de inmigrantes de algunos países similar al veto musulmán de su primer mandato y lanzar negociaciones para reinstaurar la política de «quedarse en México», que obliga a los inmigrantes a esperar la tramitación de sus casos allí. Su equipo lleva meses buscando buscando alguna enfermedad o amenaza genérica de salud que le permita volver a aplicar el Título 42, que permite bloquear entradas al país para evitar un «serio peligro» de salud, se usó en la pandemia y cuya aplicación Biden mantuvo hasta 2023.
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Trump ha asegurado además que el primer firmará una orden que niegue el derecho de ciudadanía por nacimiento a los hijos de «inmigrantes ilegales» y miembros de su equipo han adelantado que no inscribirán en la Seguridad Social ni emitirán pasaportes para esos niños. Esas medidas tienen garantizadas demandas en los tribunales y el esfuerzo de Trump enfrenta un reto descomunal: ese derecho está recogido en la decimocuarta enmienda de la Constitución y para eliminarlo sería necesaria una enmienda constitucional.
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Trump prepara otra sacudida al comercio global con la promesa de imponer desde el primer día de su mandato aranceles, del 25% en el caso de productos de Canadá y México y de un 10% añadido a los que ya se aplican a China, aunque las tasas, que usa como herramienta de negociación, podrían variar en las primeras órdenes.
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Ha anunciado también la creación de un servicio similar a hacienda para manejar esos gravámenes.
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Llega además con la promesa de eliminar 10 regulaciones por cada una que se apruebe y de firmar en su primer día una orden que «dirija a todas las agencias federales a eliminar cada una de la regulaciones que estén impulsando al alza el coste de los bienes».
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Otra de la órdenes ejecutivas que se anticipan elevaría las criptomonedas a imperativo nacional o prioridad política, forzándomelos a las agencias del Gobierno a trabajar con la industria, crearía un consejo asesor de ‘insiders’ y podría establecer una reserva estratégica de bitcoin.
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Como hizo en 2017, Trump puede sacar a EEUU del Acuerdo de París. Se ha puesto la meta de reducir en un año en un 50% los precios de la energía. Y de forma inminente se esperan numerosas medidas que buscarán deshacer pasos dados por la Administración de Joe Biden en materia medioambiental, incluyendo eliminar los apoyos a los vehículos eléctricos, relajar los estándares de emisiones, expandir los permisos de perforaciones petroleras y gasísticas y del ‘fracking‘, acabar con la pausa que Biden aprobó para nuevos proyectos de exportación de gas natural licuado y eliminar protecciones que el demócrata.
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El primer día de Trump va a dar mucha carnaza al movimiento MAGA. Uno de los principales focos de atención estará en ver el alcance y los detalles de los perdones que ha prometido para imputados y condenados por el asalto al Capitolio.
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En el tsunami de órdenes ejecutivas se anticipan además numerosas medidas que cumplen con la agenda ultraconservadora y ‘antiwoke’ que tanto moviliza a los conservadores. Trump ha prometido, por ejemplo, una que imponga la prohibición de que personas transexuales participen en deportes femeninos o sirvan en el Ejército. Quiere también acabar con todos los programas de diversidad, igualdad e inclusión en el gobierno federal y pretende dejar sin fondos federales a escuelas que tengan en su marco de enseñanza la teoría crítica de la raza. Podría también atacar mandatos de vacunación o tratar de usar el poder ejecutivo para imponer requisitos de identificación para votar. Y se anticipa que reinstaurará desde el primer momento la política que veta dar fondos federales a grupos internacionales que asesoran sobre el aborto.
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Uno de los mayores cambios en el sistema democrático que se anticipa es el intensificado esfuerzo de Trump por desmantelar lo que él y sus aliados llaman el «estado administrativo» o el estado profundo. Y el primer día se espera una orden que reviva algo que intentó al final de su mandato, el llamado ‘Schedule F’, que quitará protecciones a 50.000 funcionarios civiles, permitiendo una purga y una sustitución por leales.
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Según un análisis de Axios, en campaña y desde su victoria no hay promesa que Trump haya repetido más, superándosela incluso la de la promesa de la deportación masiva, que la de poner fin a la guerra de Rusia en Ucrania en 24 horas «incluso antes de llegar a la presidencia». La realidad, no obstante, ha podido con él. Ha reconocido que lograr la paz en ese conflicto es «más difícil» que acabar la guerra en la Franja de Gaza. Y su enviado para Ucrania ya ha pedido 100 días para lograr avances.
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Trump podría también en el primer día revertir pasos que ha dado Biden en los últimos estertores de su mandato, como sacar a Cuba de los países patrocinadores de terrorismo, y bien puede igualmente volver a imponer algunas sanciones que se retiraron a Venezuela.
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