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Trump obra el milagro en Canadá y resucita el voto de los liberales del moderado Mark Carney para las elecciones

Trump obra el milagro en Canadá y resucita el voto de los liberales del moderado Mark Carney para las elecciones
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  • Publishedabril 28, 2025



“Si no hubiera una crisis, no me estarían viendo ahora mismo”, confesó semanas atrás, cerveza artesanal en mano, Mark Joseph Carney (Fort Smith, Territorios del Noroeste, Canadá, 60 años). “Lo digo de verdad. Soy más útil en una crisis. No soy tan bueno en tiempos de paz”, insistió el recién nombrado primer ministro, frente a sus seguidores, apelotonados alrededor de la barra de uno de los bares más frecuentados de la ciudad de Barrie, en la provincia de Ontario.

Más allá de la imagen que ha querido labrarse —con bastante éxito, a decir de las encuestas— durante la campaña, aquellas declaraciones del sucesor del reprobado Justin Trudeau eran ciertas. No ha habido crisis global en los últimos quince años en la que Carney, de un modo u otro, no se haya visto envuelto.

El líder de los liberales, que ganó a principios de marzo las primarias del partido con cerca del 86% de los votos, dirigió primero el Banco Central de Canadá durante la crisis financiera de 2008 y después llevó las riendas del Banco de Inglaterra —el primero de origen no británico en hacerlo— en la era turbulenta del Brexit.

Doce años frenéticos que lo convirtieron nada menos que en la primera persona en trazar, con algo de acierto, reconocen los expertos, la política monetaria de dos países del G7. Un currículum que corona con su paso previo por Goldman Sachs —firma para la que trabajó desde Londres y Tokio—, sus estudios de Economía en Harvard y su doctorado en Oxford.

En 2012, el último premier conservador de Canadá, Stephen Harper, llegó a ofrecerle, como luego haría el propio Trudeau, las llaves del Ministerio de Finanzas. Una extensa hoja de servicios que, pese a nacer en una familia de clase media del norte de Canadá, lo vincula de forma inequívoca con la élite, con el establishment.


El primer ministro de Canadá, Mark Carney, observa mientras pronuncia un discurso durante una visita al Puente Ambassador, que conecta Ontario con Michigan, como parte de su gira de campaña electoral del Partido Liberal, en Windsor, Ontario, Canadá. 26 de abril de 2025.

Carlos Osorio

Reuters

Este lunes, Carney afronta, quizá, el reto de su vida, que no es otro que seguir siendo primer ministro, un cargo para el que, paradójicamente, no ha sido elegido aún.

Cuando, en enero, Trudeau anunció su dimisión al frente del Gobierno y del Partido Liberal, presionado por unas encuestas hostiles que lo situaban treinta puntos por debajo del líder de la oposición conservadora, Pierre Poilievre, Carney decidió, sin hacer demasiado ruido, colocarse en la fila para asumir el liderazgo.

Era su oportunidad, y no la desaprovechó. Arrasó en la interna frente a la exministra de Finanzas, Chrystia Freeland, cuya renuncia en diciembre sentenció a Trudeau, y dos semanas después, ya ungido como primer ministro, convocó elecciones generales para ganarse su legitimidad.

Este domingo, un atropello masivo en Vancouver amenazó con poner en riesgo su victoria: nueve personas murieron y más de 20 resultaron heridas después de que un hombre las arrollara con su vehículo en un festival callejero filipino.

De tratarse de un acto terrorista, podría haber alterado los resultados de los comicios. Sin embargo, las primeras investigaciones señalan que el autor de los hechos al parecer padecía problemas de salud mental.

Historia de una resurrección

En tiempo récord, Carney ha conseguido, aunque no en solitario, claro, revertir el lastre de treinta puntos que heredó de Trudeau. El primer ministro interino parte ahora como claro favorito.

¿Por qué? Según Shachi Kurl, analista de políticas públicas en el think tank Angus Reid Institute, son tres los factores que explican la resurrección de los liberales en las encuestas: “Primero, la dimisión de Justin Trudeau, que se llevó consigo gran parte del bagaje de la gente enfadada con los liberales. Cuando se fue, se disipó gran parte de ese enfado. Segundo, Donald Trump, que ha provocado un momento unificador en términos de mayor orgullo nacional y mayores sentimientos de unidad canadiense. Y luego, en tercer lugar, el propio Carney es visto como un líder cualificado y competente por los canadienses”.

La remontada de los liberales sería difícil de entender, como anticipa Kurl, sin el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. El académico canadiense Daniel Stockemer dice, en este sentido, que “no es Carney, sino Trump quien ha cambiado el cálculo de la gente. Su discurso sobre el Estado 51, la guerra comercial y la inseguridad general han cambiado las prioridades de los ciudadanos, y la mayoría de los canadienses piensan que los liberales de Carney están mejor preparados para hacer frente a Trump”.

En la mente del banquero

Definir los contornos ideológicos del primer ministro en funciones de Canadá no es tarea fácil. “Mark Carney podría describirse mejor como centrista y pragmático”, explica Jörg Broschek, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Wilfrid Laurier de Waterloo, en conversación con EL ESPAÑOL. “Con él como líder, el Partido Liberal da claramente un paso hacia atrás desde la posición de centroizquierda que adoptó durante la era Trudeau”.

“Pero Carney también ha sido siempre un defensor de la política climática. Así que no es un halcón fiscal tradicional, sino progresista, lo que puede verse en la Plataforma del Partido Liberal”, puntualiza Broschek. “Defiende los programas sociales, la política climática, etc., pero la principal prioridad es, por supuesto, la amenaza de Trump y las implicaciones para Canadá de reposicionarse en un contexto geopolítico que cambia drásticamente”.

El primer ministro de Canadá, Mark Carney, recorre Algoma Steel durante su gira de campaña electoral del Partido Liberal en Sault Ste. Marie, Ontario, Canadá, el 25 de abril de 2025.


El primer ministro de Canadá, Mark Carney, recorre Algoma Steel durante su gira de campaña electoral del Partido Liberal en Sault Ste. Marie, Ontario, Canadá, el 25 de abril de 2025.

Carlos Osorio

Reuters

Que Carney, arduo defensor de las políticas climáticas, es un pragmático —“en la medida en que busca evitar cualquier política divisiva”, matiza Broschek— lo demostró con su primera medida a la cabeza del Gobierno: eliminar —“el muy politizado”, en palabras del politólogo— impuesto federal sobre el carbono. Un movimiento que dejó inermes a los conservadores de Poilievre, que le habían acuñado el mote de Carbon Tax Carney.

Dejando a un lado los aspectos puramente políticos, Broschek describe al primer ministro como un hombre tranquilo, una “mano firme” en tiempos de incertidumbre. “Durante los debates electorales de la semana pasada, uno en francés y otro en inglés —recuerda—, Carney destacó porque, a diferencia de sus homólogos, nunca interrumpió a nadie. Esperó y luego respondió con mucha calma. Trata de subrayar que es competente”.

En este aspecto, Carney, añade Broschek, está en las antípodas de su predecesor. “A diferencia de Trudeau, es pragmático, no el tipo de líder busca selfies, quiero ser el preferido de todo el mundo al que le encanta mezclarse con las multitudes. También menos centrado en cuestiones culturales (equidad, LGBTQ+, género, etc.), sino realmente en la economía y la construcción de la nación canadiense a la luz de la amenaza de Trump”, explica.

“Muchos canadienses probablemente confían en la experiencia y los antecedentes económicos de Carney, al menos en la medida en que éstos funcionan sobre todo como señales para los votantes, muchos de los cuales no necesariamente conocen los detalles de su legado como gobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, o su paso por Goldman Sachs”, traslada a este periódico Kevin McMillan, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Ottawa.

“Puede haber varias razones para esta sensación de confianza: está el contraste que su currículum ofrece con el del saliente Trudeau; está la potencial triangulación con las posiciones de los conservadores que su currículum de banquero podría sugerir —es decir, los votantes canadienses piensan que Carney puede darles algunos de los beneficios de un gobierno ‘de derechas’ sin algunos de los negativos—; y la tercera podría ser la impresión de seriedad que viene con esa experiencia y antecedentes, una seriedad que podría ser vista como particularmente importante en una crisis como la que Canadá se encuentra actualmente”, reflexiona.

“La resurrección de los liberales se debe sin duda en cierta medida al efecto Carney, pero eso no puede separarse de la marcha de Trudeau, que era un lastre enorme en la popularidad de los liberales entre los votantes canadienses”, apunta McMillan, en sintonía con Kurl. “Pero aún más importante que el cambio de liderazgo fue la elección de la segunda Administración Trump, y especialmente el ataque público completamente inesperado, repetido e increíblemente agresivo de Trump contra Canadá, incluidas sus amenazas anexionistas”, añade.

Carney, buen conocedor de Trump, sabe que con el presidente de Estados Unidos sólo está permitido mostrar firmeza. Con esta máxima, parece haberse ganado su respeto.

El mandatario republicano solía referirse a Trudeau en sus publicaciones de Truth Social como “el gobernador de Canadá”, pero con Carney no se permite las mismas licencias. Le dispensa el trato de primer ministro, aunque haya abogado por responder con aranceles a los aranceles de Estados Unidos.

Un trumpista a la canadiense

Carney medirá fuerzas con el conservador Poilievre, líder de la oposición. “Poilievre era un populista light, nunca fue como Trump”, apunta Stockemer en diálogo con EL ESPAÑOL. “Ser populista era una estrategia ganadora antes de la segunda llegada de Trump, ahora está mal visto”. McMillan, en cambio, subraya que, desde la pandemia, Poilievre se ha reinventado a sí mismo en un estilo similar a MAGA, más visiblemente con su decisión muy calculada de expresar simpatía vocal por el movimiento de convoyes de camioneros antivacunas en 2022”.

“Vale la pena señalar que esta decisión de salir del armario como populista tuvo lugar justo antes de la campaña por el liderazgo conservador que finalmente ganó”, añade el politólogo.

“Poilievre ha sido muy rápido en captar las corrientes emergentes en la política de derechas y de extrema derecha de Estados Unidos, adoptando tácticas políticas desarrolladas por estrategas de MAGA como Steve Bannon e identificando y cortejando regularmente a movimientos sociales de derechas en el mundo online”, explica McMillan, que recuerda que el propio Poilievre “no procede de este universo: su formación —y, en mi opinión, sus creencias básicas— son libertarias acérrimas ‘Blue Tory’. Es más sofisticado que la versión canadiense del trumpismo en el sentido de que tiene una buena percepción de dónde soplan los vientos políticos y cómo aprovecharlos, y no está dogmáticamente comprometido con ninguna doctrina MAGA en particular”.

El líder conservador Pierre Poilievre y el líder liberal Mark Carney se dan la mano mientras conversan después del debate federal de líderes en inglés en Montreal, Canadá, el jueves 17 de abril de 2025.


El líder conservador Pierre Poilievre y el líder liberal Mark Carney se dan la mano mientras conversan después del debate federal de líderes en inglés en Montreal, Canadá, el jueves 17 de abril de 2025.

Christopher Katsarov

Reuters

“La popularidad que el Partido Conservador de Poilievre acumuló el año pasado tuvo mucho más que ver con la antipatía, el enfado y la fatiga con el Gobierno de Justin Trudeau y con el propio Justin Trudeau que con la ilusión que generaba el Partido Conservador”, explica Kurl en conversación con EL ESPAÑOL. “Por otro lado, las cuestiones en torno a las cuales los liberales estaban fracasando tanto, que eran el coste de la vida y la inflación, han pasado a un segundo plano ante el factor Trump”.

“Por último, Poilievre ha fracasado a la hora de hacer incursiones en el electorado femenino —añade Kurl—. Incluso cuando el partido estaba 20 puntos por encima, las votantes femeninas no apoyaban abrumadoramente a Poilievre como los hombres; ellas han sido, por lo general, bastante reticentes a él y estamos viendo un retorno a esa reticencia ahora que estamos en la campaña”.

Poilievre, en definitiva, también está en las antípodas de Carney. “Es un conservador de línea dura que centró toda su campaña en los últimos años en Justin Trudeau. Casi parecía obsesionado con él. Esto se ha convertido en un gran problema tras la dimisión de Trudeau y la victoria de Carney en la contienda por el liderazgo”, explica Broschek. “Poilievre es percibido como divisivo, algunos dirían un mini Trump”. Y Carney tiene la receta para aplacarlos.



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