Trump se coloca en el centro del lanzamiento del 250 aniversario de la Independencia de EEUU
Rara vez se le escucha a Donald Trump declararse “contento” por no haber ganado en 2020 un segundo mandato (aunque sigue sin reconocer que perdió entonces frente a Joe Biden). Pero si el retorno a la Casa Blanca tras la victoria en 2024 le ha dado una alegría, aunque sea como dice “por una parte”. es porque le permite estar en el poder cuando Estados Unidos se dispone a celebrar, el 4 de julio de 2026, el 250 aniversario de la Declaración de Independencia.
Trump se ha puesto a sí mismo en el epicentro de las celebraciones rumbo a la marcada fecha. Lo hizo ya el 14 de junio, cuando organizó en el día de su cumpleaños un desfile militar en Washington para marcar los 250 años del nacimiento del Ejercito. Lo hizo este jueves, con un acto en Iowa que acabó convertido en una mezcla de pistoletazo de salida oficial a los fastos y mitin para celebrar la aprobación de su polémica ley fiscal. Y este viernes iba a firmar esa pieza de legislación en la Casa Blanca, donde ha instalado un enorme mástil de 27 metros de altura para hacer ondear la bandera de las barras y estrellas, antes de la clásica fiesta con hamburguesas, perritos calientes y fuegos artificiales.
Otras fiestas en el país se anticipaban mucho menos pobladas. n varias comunidades de inmigrantes sacudidas por las redadas del Gobierno, como Los Ángeles y otras áreas del sur de California, se suspendían algunas de las tradicionales barbacoas y celebraciones callejeras.
A la par, durante todo el fin de semana había organizadas cerca de 300 protestas en todo el país bajo el eslogan “EEUU libre”, que se anticipaban menos numerosas que las de “Reyes, no” del 14 de junio y las que se preparan para el 17 de julio pero recuerdan al presidente republicano la persistencia de una oposición ciudadana en un país donde el orgullo de ser estadounidense, según una encuesta reciente de Gallup, se encuentra en el nivel más bajo desde que se empezó a medir en 2001. Si entonces un 87% se decían extremadamente o muy orgullosos de ser estadounidenses, ahora la cifra ha caído hasta el 58%. El anterior récord más bajo, 63%, se marcó en 2020, también cuando Trump estaba en el Despacho Oval.
Euforia patriótica y reescritura de la historia
Trump no deja que esos números le afecten, ni las protestas. Especialmente tras las dos últimas semanas en que ha sumado el ataque a Irán, una sentencia del Tribunal Supremo que refuerza su poder incluso ante la judicatura federal y la aprobación de la ley fiscal, ha entrado en este fin de semana festivo en un estado de euforia patriótica, más que apropiado para su promesa de llevar al país a “una nueva era de grandeza” y para marcar el 250 aniversario de la Independencia, que llegará el mismo verano en que EEUU acoge el Mundial de Fútbol.
Como acostumbra, Trump quiere aprovechar los fastos para exhibir el poder militar y económico de EEUU; ya plantea un debate sobre qué es cultura; está disparando la politización y llevando la comercialización a cotas inéditas y levanta ampollas con su habitual reescritura de la historia desde una perspectiva en la que borra los puntos más oscuros y problemáticos. De hecho, en marzo firmó una orden ejecutiva, titulada “Restaurar la Verdad y la Cordura en la Historia Americana”, que guía su esfuerzo por mirar toda esa historia desde un prisma exclusivamente positivo, en el que quiere volver a alzar estatuas de generales confederados que lucharon en defensa de la esclavitud o eliminar reconocimientos vinculados a género, raza, o diversidad, equidad o inclusión.
Los planes
En Iowa, en los terrenos que acogen cada año la Feria Estatal, quintaesencia en los 50 estados del país, Trump anunció el jueves varios de los planes que ya están en marcha para marcar el “semiquintennial”: la mitad de la mitad del milenio de EEUU. Uno es la celebración de la ‘Great American State Fair’, que llevaría programación a todas ferias estatales de todo el país (aunque no todas se han sumado aún) y acabaría en el Mall de Washington. Otro, la organización en la Casa Blanca con “hasta 25.000 espectadores» de un combate de la Ultimate Fighting Championship, la liga de artes marciales mixtas de su amigo Dana White.
Trump quiere tener listo también para 2026 el Jardín Nacional de Héroes Americanos, con 250 estatuas cuya inclusión él debe aprobar, con personajes como Ronald Reagan, Milton Friedman, Jackie Robinson o Whitney Houston.
Detrás de todos los preparativos, para los que se están desarrollando alianzas con instituciones, historiadores e influencers conservadores, hay dos organismos. Uno es un grupo de trabajo en la Casa Blanca, la Task Force 250, que estableció por orden ejecutiva una semana después de volver a la presidencia y a cuyo frente se ha puesto él personalmente.
El otro es la Comisión America250, que se estableció en el Congreso en 2016 cuando Barack Obama era presidente. Compuesta por ocho legisladores y 16 ciudadanos, esa comisión ha estado sacudida por la controversia desde el primer momento y ha arrastrado desde una queja por discriminación hasta una denuncia por difamación y críticas de un ambiente tóxico, pero con el republicano ha ido sumando problemas de politización que la alejan de la idea ser un organismo no partidista.
El director ejecutivo es Ariel Abergel, un joven de 25 años que fue becario en la primera Casa Blanca y brevemente actuó como portavoz de Melania Trump y que tras graduarse en 2021 fue productor de Fox News. Trump también ha incluido a Justin Caporale, uno de sus organizadores de mítines de campaña (y del previo al asalto al Capitolio) que ya estuvo detrás del desfile militar de junio, en el que aparecieron mensajes de patrocinadores corporativos como Coinbase, que con Amazon o la liga UFC son también donantes para los actos del 250 aniversario.
En la Comisión America250 está también Chris LaCivita, que con Susie Wiles se encargó de la última campaña presidencial de Trump y que ante las críticas de politización ha dicho: “Hay un puñado de comisionados demócratas amargados y quejicas que no pueden asumir aún que Trump fue elegido. Si no les gusta, se pueden ir a hacer otra cosa”.
Entre los grupos y personas con los que se colabora para la preparación de materiales y programas de las celebraciones figuran PragerU y Larry Arnn. La primera es una oenegé que describe su misión como la promoción de la “libertad, el gobierno limitado y los principios judeocristianos” y Arnn preside un centro de educación superior cristiano y conservador que ha sido crítico de la influencia progresista en los medios.
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