Trump trata sin éxito de atajar la rebelión MAGA por la falta de transparencia en el ‘caso Epstein’
Donald Trump había enfadado a parte de su fiel base con decisiones como bombardear a Irán o dar ayuda militar a Ucrania (aunque en realidad vende armas a Europa). Nada, no obstante, es comparable a la rebelión contra el presidente que está viviéndose en el movimiento MAGA por el ‘caso Epstein’. Se trata de una crisis que el mandatario está tratando de atajar, cada vez con más rabia pero sin ningún éxito de momento, y en la que la estrategia de toda su carrera política de alentar teorías de la conspiración se le ha vuelto en contra, y con inusitada dureza.
La crisis se originó hace diez días, cuando su propio gobierno, tras años en que figuras del trumpismo y la ultraderecha agitaron teorías de conspiración, dictaminó que la muerte en la cárcel en 2019 de Jeffrey Epstein, el financiero y depredador sexual, había sido realmente un suicidio. Los memorandos del FBI y el Departamento de Justicia también establecen que no existía una “lista” de clientes de la trama de explotación de niñas y jóvenes.
Esas conclusiones de la agencia que dirige Kash Patel, que en su día alimentó las teorías conspiratorias pero ahora dice que “nunca han sido verdad”, y de Justicia, donde la fiscal general Pam Bondi prometió transparencia total y en febrero llegó a decir que tenía la supuesta lista “sobre la mesa de su despacho”, fueron absolutamente insatisfactorias para quienes creen que el «estado profundo» y las élites ocultan la verdad del ‘caso Epstein’.
Ya la semana pasada, cuando empezó a ver la tormenta, Trump reaccionó agresivamente a la defensiva, pero el temporal no amaina. El fin de semana empezó a pedir a sus seguidores que dejaran la cuestión en paz y creyeran a Patel y Bondi. «No me gusta lo que está pasando«, escribió. Y este martes y miércoles, a la vez que defendía repetidamente el trabajo en el caso de la fiscal general, ha endurecido el ataque a sus propias bases.
Ataques e insultos a sus propias bases
En declaraciones en el Despacho Oval ante la prensa y antes en un mensaje en Truth Trump ha insistido en la idea de que las dudas sobre el caso Epstein son otra “estafa” de los demócratas, algo que ya empezó también a hacer el sábado, culpando desde a Barack Obama y Hillary Clinton hasta al exdirector del FBI James Comey y la Administración de Joe Biden, aunque la muerte de Epstein se produjo durante su primera presidencia. Ha pasado, además, al insulto de los propios republicanos que exigen más información y ha dicho que esos conservadores “han picado el anzuelo y se han tragado del todo esta mierda”.
En sus declaraciones y mensajes Trump les ha denostado también como “alfeñiques” y “necios”, les ha acusado de “no hablar de nuestro éxito increíble y sin precedentes” y ha llegado a escribir: “Ya no quiero su apoyo”.
La víspera había sugerido, como ya hizo la semana pasada, que el caso no tiene interés. “Es sórdido pero aburrido y no entiendo por qué sigue. Creo que solo gente mala, incluyendo las noticias falsas, querrían que esto continúe”, dijo en unas declaraciones a los medios, en los que también reiteró otro mensaje que ha hecho habitual; que Bondi debe hacer público lo que considere que es “creíble”.
Tensiones en el partido y en las bases
Uno de los problemas de Trump con este caso es que la revuelta se extiende de una forma inusitada, creando voces críticas en lugares donde en sus primeros seis meses de esta segunda presidencia solo había halagos y eco a sus palabras. Y por ejemplo el presidente de la Cámara Baja, Mike Johnson, este martes decía en un podcast conservador que “deberíamos sacar todo lo que hay y dejar que la gente decida”.
La congresista ultra Marjorie Tylor Greene ha dicho que “la gente no está dispuesta a aceptar el giro de 180 grados respecto a todo lo que se había dicho” y en unas declaraciones a ‘The New York Times’ ha dicho: “Es un puñetazo en el estómago cuando la gente normal va a la cárcel todo el rato cuando la lían y hacen algo mal y siempre paree que las élites ricas y poderosas se escapan”.
Otra congresista emblemática del trumpismo, Nancy Mace, explicaba al diario que en el Congreso no dejan de sonar los teléfonos con llamadas de votantes indignados que no se creen la versión oficial y quieren más datos. Mace apoya la idea de nombrar a un fiscal especial para investigar si se destruyeron pruebas y quién pudo participar en el tráfico de menores y jóvenes y decía que “sería mejor para el país si el Departamento de Justicia puede ser más transparente en este tema”.
Apertura para los demócratas
Los demócratas, mientras, intentan sacar partido. No está claro que este tema, en el largo plazo, vaya a pasar factura política a Trump, pero de momento sí está mostrando un flanco de debilidad en el presidente, algo raro en este mandato, y lo están aprovechando.
El líder demócrata en la Cámara Baja, Hakeem Jeffries, ha dicho que “los estadounidenses merecen saber la verdad”. Hay ataques en mensajes públicos y en redes sociales, y por ejemplo el Comité Nacional Demócrata lanzó la semana pasada una cuenta con un bot en X que cada día publica: “¿Ha sacado Trump los archivos de Epstein? No”. Un mensaje similar también se ha podido leer en la cuenta de Elon Musk, que en su sonada ruptura pública con el presidente llegó a escribir (y luego borrar) que Trump aparecía en la «lista».
Los demócratas, además, están intentando lograr que el Congreso de pasos para desclasificar documentos. Han conseguido sumar varios votos de republicanos en iniciativas que de momento no han tenido éxito pero Ro Khana se ha aliado con el republicano Thomas Massie para presentar legislación que permitiría publicar todo el material no clasificado del caso a la vez que se protege la identidad de las víctimas.
Según encuestas internas que manejan los demócratas y que ha visto ‘Politico’ el 61% de los republicanos (y el 70% de los votantes en general), creen que las autoridades se están guardando información sobre personalidades poderosas conectadas a Epstein. Un tercio de los votantes de Trump creen que la supuesta “lista” se mantiene “secreta” para “proteger a gente poderosa como Trump”. Dos tercios de los votantes en ese sondeo dicen que el caso es importante porque trata de “transparencia del gobierno y hacer que la gente poderosa rinda cuentas”. El 58% cree probable o definitivo que Trump podría estar involucrado en el encubrimiento.
Entre broncas e interrogantes
La tensión en la Administración es palpable, y no solo por el enfado de Trump. En los últimos días se han filtrado noticias de un tenso enfrentamiento a gritos entre Bondi y Dan Bognino, el número 2 del FBI, que con Patel fue uno de los promotores de teorías de la conspiración y que había prometido no detenerse hasta que se supiera toda la verdad.
A ellos y a otras personalidades del gobierno y el trumpismo, como el vicepresidente J.D. Vance o el hijo del presidente Donald Jr., les persiguen mensajes pasados en los que acusaban e insultaban a quien no hiciera preguntas sobre el caso de Epstein. Y hoy los interrogantes reviven con fuerza.
Lo hacen los que preguntan si el financiero trabajó para algún servicio de inteligencia extranjero (el Mosad israelí es el que más se menciona). Y lo hacen los que dudan de la versión oficial de su muerte. Bondi, que en febrero intentó una maniobra publicitaria invitando a la Casa Blanca a influencers conservadores para darles supuesta información sobre el caso (que fue un fiasco) , intentó justificar la semana pasada que falte un minuto en el vídeo de la cárcel de la noche del suicidio diciendo que podrá demostrar que es una ausencia que se registra en las grabaciones todas las noches.
La revista ‘Wired’, no obstante, publicó este martes tras un análisis de metadatos que se han cortado casi tres minutos (concretamente dos minutos y 53 segundos) en las imágenes que ha facilitado el FBI. El corte empieza, justamente, en lo que se llama ya el “minuto desaparecido”.
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